Ya estamos en plena época navideña. Por poco que queramos, siempre tendremos que realizar algún obsequio o tener un pequeño detalle con toda la gente que nos rodea, ya sean amigos o familiares. Es el momento de demostrarles su valor, diciéndoles cuánto les queremos. Eso no significa, que tengamos que gastarnos mucho dinero en ese regalo, ni mucho menos.

El sentido de la Navidad

La Navidad es la fecha marcada en el calendario para compartir, dar y recibir por antonomasia. Aunque seguramente tengamos algunos otros momentos a lo largo del año, estos días son propicios para ello. La tradición manda en estos casos, y nadie se escapa de su influjo, aunque quiera. Y no porque nos lo digan los medios de comunicación, sino porque el hecho de celebrar y querer estar juntos viene de la mano de obsequiar con lo mejor que tenemos y queremos dar de nosotros.

Regalos

¿Regalos y más regalos sin sentido? Imagen de Yan Krukau en Pexels.

Regalos diferentes que no se pueden comprar

Esos detalles que nos gustaría que nuestros allegados tuviesen como recuerdo nuestro, para conmemorar ese momento único, este año especial, o ese día mágico, que no queremos que nunca se hubiera acabado. Todo ello puede tomar forma en una carta, en un poema, en una pintura, en una fotografía o en una escultura realizada con nuestras manos por nosotros mismos. 

Solo nosotros podemos saber la intensidad y la emoción que supone ese encuentro, o cómo fueron esos instantes pasados, que no queremos que caigan en el olvido.

La alegría y el deseo que nos invade bien vale un obsequio, que puede llegar en forma de experiencia sensorial, ya sea para contemplar una maravillosa puesta de sol en un lugar sorprendente, para degustar una cena familiar o en pareja, romántica (mejor si compramos la materia prima y la podemos cocinar nosotros mismos); para realizar un curso juntos de cerámica o para asistir a un concierto de música que nos encante.

Y si compras… sin envoltorio, por favor

Pero si finalmente nos decantamos por un regalo comprado, ya sea, porque no hemos tenido tiempo por cuestiones laborales o por situaciones personales inesperadas, deberemos prestar atención a qué tipo de obsequio deseamos hacer.

Mirar por el prójimo es una de los principales propósitos navideños. Por eso, vamos a realizar un esfuerzo, y por unos momentos vamos a intentar asegurarnos que esos objetos que queremos compartir sean realmente transparentes, solidarios, seguros, sostenibles y ecológicos; que beneficien tanto a las personas como al planeta.

No queremos que vayan en contra de nuestros principios, o de nuestra ética; por ello elegiremos aquellos que se adapten a nuestros gustos, a nuestro presupuesto, a nuestros deseos o a los de la persona que queramos que lo reciba. 

Prestaremos especial atención en que no vaya envuelto en demasiado plástico, y si lo lleva, que pueda ser reciclado o reutilizado por nosotros de alguna forma. En muchas ocasiones, sirve para proteger el producto, y que no llegue humedad a él. Cuatro capas de plásticos, no son muy sostenibles, ni ecológicas, a no ser que luego encontremos la manera de emplearlo de nuevo.

Y si al final, necesitas deshacerte de este tipo de embalajes, acuérdate de reciclarlo de forma correcta en el punto limpio. Al igual ocurre cuando de envuelve con papel o cartón. Siempre es mejor recurrir a una bolsa sencilla y sin más adornos, a no ser que estemos empleando algunos que tuviéramos en casa sin darle uso.

Cuánto menos envuelto esté, mucho mejor. No necesitamos tanto para parecer que sea mejor, más caro o más bonito. La sencillez es nuestra mejor opción, y dice mucho de nosotros mismos. También puede servir una tela o una caja que tengamos en nuestro hogar, y que no la empleemos.

Como en estos días muchas personas también realizan regalos, y todavía la conciencia ambiental no ha llegado a toda la sociedad, es posible que nos encontremos cuando salgamos a la calle con contenedores a rebosar de residuos, pero sobre todo de plástico, papel y cartón. No nos dejemos llevar por la inercia de «cómo todo el mundo tira y despilfarra sin más, nosotros también». Ese lema solo lo puede tener presente una mente muy pobre, que no tenga sentido de la responsabilidad.

Nosotros debemos trazar el camino, cuando el resto esté preparado y tenga la debida conciencia y consciencia, nos seguirá. Mientras tanto, ya habremos recorrido mucho trecho.