Descubrir que cuidarte no está reñido con cuidar el entorno natural, es una de las mayores satisfacciones que quiero que tengas en en cuenta. Desde tiempos inmemoriales el culto a la belleza ha existido, tanto como una manera de presentar un respeto hacia los demás, como de no menospreciar nuestro mayor tesoro, nuestro cuerpo; ya que en él tendremos que vivir toda nuestra vida.
La cultura de la belleza
La cultura de la belleza no ha sido patrimonio exclusivo de las mujeres, a lo largo de la historia hay muchos ejemplos, pero sí que es cierto que al estar la mujer al cuidado de la familia, también se ha encargado de esa misión en gran parte.
Desde que comenzó la industrialización, las fórmulas ancestrales de belleza cayeron en desuso, y se comenzó a adquirir en establecimientos aquellas que ya venían hechas, y que el comprador o compradora solamente tenía ya, que disfrutar de su uso. Lejos del campo, en las grandes urbes era complicado reunir todos los ingredientes necesarios para la formulación, y ¡tachán!, aparecieron por arte de birlibirloque unas cajitas mágicas que portaban secretos inconfesables y que hacían milagros en la piel, en el cabello o en las uñas.
Todavía tengo por casa algunas de esas antigüedades de metal que se adquirían en la apotheka. Pero llegaron otros tiempos y otros materiales fueron surgiendo. Materiales duraderos, maleables y que conservaban bien los ingredientes. Esa historia ya la conocemos todos: la era del plástico.
Desodorantes sólidos, la liberación del plástico
Ahora sabemos que para la cosmética no es la mejor solución, ya que hay multitud de sustancias que contiene el plástico como el bisfenol A, la más conocida, pero hay cientos en su composición, que precisamente no son inocuos. Todas ellas afectan a nuestra salud, pero también al resto de seres vivos cuando son tirados al medioambiente.
Gracias a la llegada de la cosmética sólida podemos ir liberándonos de esa pesada carga, ya que son cero residuos. Las nuevas fórmulas han hallado la manera de que el mismo producto, con las mismas cualidades y funciones, pueda ser elaborado con una mínima cantidad de agua, obteniendo una pastilla sólida, que puede funcionar como champú, suavizante, gel, lavavajillas, detergente para la ropa o limpiador de baños.
Los nuevos desodorantes sólidos son igualmente de eficaces, que los tradicionales. La diferencia suele estar en que la forma de consumo está cambiando, por lo que sus formulación también es distinta. En su mayor parte suelen contener ingredientes naturales y/o ecológicos, porque los consumidores que reclaman este tipo de cuidado, ya no se conforman con menos, sabiendo lo nocivos que son los desodorantes industriales.
Ingredientes naturales y/o ecológicos
Uno de sus ingredientes estrella es el bicarbonato sódico, un multiusos imprescindible en el hogar, pero que además se puede emplear en la cosmética natural como antibacteriano, eliminando las bacterias que provocan el mal olor. Su acción antiséptica es incuestionable.
Se emplean en algunos productos la tierra de diatomeas por sus múltiples beneficios, suaviza y a la vez actúa como fungicida, pero además le da textura, al igual que el polvo de la raíz de arrurruz o el polvo de salvado de arroz.
Otros ingredientes son diferentes mantecas como la de de karité, que proporciona hidratación, suavidad y nutrición. También aceites, extractos florales y de plantas, cuya misión es principalmente cuidar la piel de esa zona tan delicada como son las axilas.
Todos ellos son ingredientes 100% naturales que no nos van a dar problemas, a no ser que seamos alérgicos a alguno de los componentes. De hecho, son recomendados para pieles sensibles. Según la marca, tienen distintos tipos, por lo que puedes probar. Por eso, siempre es imprescindible leer toda la fórmula y familiarizarse con los términos latinos. Una vez que los conozcas, los recordarás.
Algunos de ellos funcionan como una crema que sólo debe de extenderse, otros en cambio es mejor humedecerlos con un poco de agua, porque son demasiado secos y podrían arañar la axila.
Lo mejor es ir experimentando con ellos. Y lo mejor es que cuando se terminan no dejan residuos, porque suelen venir envueltos en papel o cartón, materiales biodegradables que se descomponen en poco tiempo. ¡Una alegría para nuestro cuerpo y para la naturaleza!
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