Es una sustancia contaminante que centenares de investigaciones asocian  a su exposición, incluso a dosis muy bajas, con posibles problemas de salud. Los principales estudios en  Europa y en Estados Unidos avalan sus efectos sobre el equilibrio hormonal (disruptor endocrino) a niveles muy bajos de concentración, semejantes incluso a los análisis en sangre y orina, de cuando ya es detectada en los cuerpos. La mayoría de la población occidental se sabe que está contaminada por la sustancia, ya que penetra en nuestro organismo fundamentalmente, a través de la alimentación: el recubrimiento de resina de la mayoría de las latas lo lleva.

Por el momento, se ha dado un gran paso al prohibir por la Comisión Europea, su presencia en los biberones y otros recipientes habituales en la alimentación infantil. Aunque todavía necesitamos más apoyo para prohibirlo en su totalidad, es decir, en todos los materiales, envases o recipientes que puedan estar en contacto con los alimentos. Esta medida ya se ha hecho realidad en Francia.

Los productos que suelen incorporarlo son: el plástico policarbonato (tuppers, CDs, DVDs, electrodomésticos, o películas finas de PVC) o las resinas exposi. Y no se libran ni el papel y el cartón, que algunos alimentos incorporan como embalaje. Es especialmente preocupante el calentamiento de estos productos, la contaminación entonces es absoluta. De ahí que nunca metamos plástico en el microondas para calentar la comida, algo que por desgracia, muchas personas no saben; incluso se está realizando en los comedores escolares donde los niños llevan la comida de casa y se la calientan en el mismo recipiente en el que la transportan.

A pesar de ser una sustancia no especialmente persistente en el organismo, su presencia en tantos productos de la vida cotidiana hace que estemos expuestos a ella de continuo, lo que acentúa sus riesgos. Se estima que la media de concentración del Bisfenol A en la población de Europa y Estados Unidos y Japón es de entre 1 y 2 ug/L en orina. Y se ha detectado en personas de todas las edades y en diferentes órganos.

Las investigaciones han registrado los numerosos efectos nocivos del Bisfenol A en los seres humanos: sistema reproductor masculino y femenino, efectos sobre el cerebro y sobre el metabolismo de las grasas, o sobre el desarrollo de la próstata y de las glándulas mamarias, además de partos prematuros, abortos, efectos sobre el sistema inmune y en el intestino, etc. Todas estas conclusiones se dieron cita en la Declaración del consenso del papel de expertos sobre el bisfenol A de Chapel Hill que se llevo a cabo gracias al Instituto Nacional de las Ciencias de la Salud Ambiental de Estados Unidos y que se publicó en la revista Reproductive Toxicology en el año 2007.

En el año 2008 el Programa Nacional de Toxicología de los Estados Unidos expreso en su informe general su preocupación por “los efectos de los actuales niveles de exposición humana al Bisfenol A sobre el desarrollo de la próstata y el cerebro, así como sobre la conducta en fetos, bebés y niños”. Y la Organización Mundial de la Salud en el año 2010, destacó la dificultad de establecer un nivel realmente seguro de exposición al Bisfenol A.

Sabiendo todo esto a priori debemos pedir a nuestras autoridades que actúen con el Principio de Precaución, que permita una respuesta rápida ante un posible peligro apara la salud humana, sin esperar a disponer de todos los datos y a disponer de una plena certeza, ya que, dada la lentitud con que tales certezas absolutas o cuasi absolutas llegan a alcanzarse (si es que acontece alguna vez en la Ciencia, donde la duda sistemática es una constante), no actuar representa permitir que una serie de daños se sigan produciendo. Esto se ha evidenciado en otros casos, en los cuales la falta de previsión hizo que miles de personas muriesen o enfermasen (el principal ejemplo es el del amianto).

Debemos solicitar que nuestro gobierno adopte medidas con urgencia para que esta amenaza no se convierta en una grave consecuencia después de no haber puesto las disposiciones cautelares. Sería necesario redactar una ley en España que impida que cualquier material, envase o recipiente destinado a estar en contacto con alimentos y bebidas (incluso estos mismos) puedan contener Bisfenol A.

¡Firma para para retirar el Bisfenol A!

Este proyecto se dirige a las autoridades sanitarias y a todas las fuerzas políticas, y se enmarca dentro de las iniciativas que a nivel internacional (en países como Canadá, Francia, Suecia o Alemania) están teniendo lugar con el fin de restringir el uso de dicha sustancia.

¡Es hora de defender nuestra salud y eliminarlo por completo de todos los materiales en contacto con nuestros alimentos y bebidas!

La campaña ha sido liderada por Hogar sin Tóxicos de la Fundación Vivo Sano.

Ahora puedes adherirte a ella y firmar la petición en su página Campaña para retirar el Bisfenol A o también en Avaaz.