El alimento es vida. La comida no es racional. La comida es cultura, hábito, el deseo y la identidad. De ahí que resulte prioritario reivindicar el Día Mundial de la Lucha Campesina 2024. Nuestras raíces se encuentran precisamente en esas plantas que de forma tradicional hemos cultivado y nos han alimentado durante generaciones enteras. En esas formas de cultivo únicas y singulares, que nuestros antepasados después de investigar y equivocarse, consiguieron dar con la clave para obtener los mejores y más sabrosos manjares.

Tierras de cultivo

¿Qué está ocurriendo en el panorama actual? Nos encontramos, primero, que ya no tenemos acceso a las tierras de cultivo. Éstas nos están siendo arrebatadas por grandes corporaciones para realizar con ellas lo que les plazca y, por supuesto, lo que les salga más rentable. Ya sea para construir mega instalaciones solares o eólicas, o cualquier construcción titánica, pero siempre a su favor, y muy bien vendido, para que de lo poco de lo que éramos dueños, vaya desapareciendo, y nadie rechiste.

Todavía no hemos visto que fuese de alguna forma beneficioso para la mayoría de la población, porque siempre salen perdiendo los mismos, a costa de lo que ganan los de siempre, esos que dirigen el cotarro.

El precio del metro cuadrado es en una gran parte de países (sobre todo europeos) simplemente inasequible para la mayoría de la población, con sueldos que no llegan ni para poder subsistir. Con lo que la soberanía alimentaria es ya, en este momento, un problema real que nos atañe a todos, pero sobre todo, a las generaciones venideras.

Alcachofa

¿De dónde proceden las alcachofas que consumes? Fotografía de RDNE Stock project en Pexels.

Semillas transgénicas patentadas

En segundo lugar, cómo ya se ha ido advirtiendo durante muchos años. Las semillas transgénicas de las grandes compañías están haciéndose con el mercado. Muchos de los alimentos que se venden en los supermercados, ya proceden de estas semillas. 

Eso significa que el control ha comenzado desde abajo, para no tener acceso a nuestros propios alimentos, con nuestras propias semillas que nuestros padres, abuelos y bisabuelos, guardaron como oro en paño. Las semillas han comenzado a patentarse, y solamente tendremos acceso a ellas, no a ninguna otra. En Europa ya se ha legislado así en algunos países, como en Francia. En Alemania, se cobraban impuestos por cultivar tus propias semillas, y esta práctica fue llevada a los tribunales. Si esto no es estar atado de pies y manos…

Agricultores dependientes, expuestos a los vaivenes de los mandatarios, al igual que la población entera, teniendo que comer única y exclusivamente esos productos, y no otros. Muchas compañías presionan y ejercen su poder mediante subsidios agrícolas, reforzando el monopolio que se ha creado.

La semilla guardada en el campo es una semilla gratuita y esto los productores comerciales de semillas no lo van  a tolerar.

Sí, la partida está echada, y ahora toca mover ficha. Empezando por dejar de consumir productos fabricados en laboratorios, que ya se sabe que interfieren en la función de nuestro organismo, generando cómo poco alergias e inflamaciones, corroborado científicamente.

Pero además, dañan el resto de cultivos y ecosistemas aledaños. La contaminación de la tierra, el agua y el aire es patente, pero parece ser que es mejor mirar para otro lado cuando tienes tus bolsillos llenos de dinero.

La competencia es feroz, por lo que los productos fitosanitarios de las propias compañías que están vendiendo las semillas, se hacen imprescindibles. La pescadilla que se muerde la cola. Fabrican unas semillas que necesitan de esos fitosanitarios químicos para poder sobrevivir. Aunque se venden como que son mejores, más resistentes y con mayor producción. El negocio redondo. En mi tierra se le llama a esto, la estafa del tocomocho.

Alimentos de fuera de España

En tercer lugar, la invasión de productos llegados de fuera de nuestras fronteras, con el riesgo para la salud que conlleva, ya que no contemplan las mismas normas que existen en la Unión Europea respecto al uso de determinadas sustancias nocivas para el organismo. 

Han saltado numerosas alertas sanitarias con productos de Marruecos, han sido las fresas, los pimientos, y ahora, los melones con clorpirifós, un pesticida prohibido en la Unión Europea. Pero también, de espárragos peruanos contaminados con más cadmio de lo permitido en la UE, que es la mayor parte de los espárragos que se consumen ahora en nuestro país. Está claro que no van a ser las únicas, sabiendo el volumen de productos que están viniendo desde el país africano.

Fresas

Las fresas españolas se han vuelto prohibitivas. Fotografía de Aphiwat chuangchoem en Pexels.

Y es que en pocos años, con la subida de precios que ha experimentado todo de la noche a la mañana, numerosas personas no tendrán más remedio que adquirir este tipo de alimentos, aunque no quisieran, porque su presupuesto para llegar a fin de mes no les da para más.

En la calle ya se habla de esta situación. Entonces hay varias salidas: o adquieres productos en los que figure país de origen España, sin que te la cuelen, porque muchos se envasan en nuestro país, pero proceden de fuera (hay que irse con la lupa al supermercado); o cultivas tus propios alimentos, antes de que no puedas comer como quieras o lo que quieras, para velar por tu salud y la de tu familia, y para poder optar a una economía más desahogada.

Esto es lo que sabemos a ciencia cierta. Por eso las tractoradas que se han venido sucediendo no van a parar, porque el campo español está en sus últimas, antes de que nuestras tierras terminen en manos de multinacionales y sea imposible degustar nuestra cocina auténtica, con sus propios productos, colores y sabores, debemos de apoyar a nuestros agricultores.