La pasta italiana tiene multitud de modalidades para poder combinar con todo tipo de alimentos. Es uno de los platos estrella para poder introducir esos alimentos que no a todas las personas les gustan, como las verduras.

Tagliatelle

Por eso, siempre está bien acompañarlas con otros hidratos de carbono, que les proporcionan una textura más asimilable para aquellos que no les termina de convencer su sabor. Uno de los tipos de pasta que más gusta a todos aquellos que la prueban son los tagliatelle (tallarines).

Receta

«Tagliatelle» de arroz integral (sin gluten) con setas, zanahorias, espárragos verdes y bechamel de arroz.

Se trata de un tipo de cintas planas originarias de las regiones de Italia de Emilia-Romagna y Marche, que vienen enrolladas a modo de nido. Son muy suaves y fáciles de comer, por lo que son ideales para los niños o los mayores, aunque se puedan entretener enroscándolas en el tenedor.

En esta ocasión, he elegido los de arroz integral sin gluten ecológicos, porque además de otorgarles otra textura y sabor, podrán tomarlos aquellas personas que presenten alguna intolerancia. Aunque la realidad es, que me gustan más, tienen más consistencia y aportan más nutrientes y fibra. Se trata de un plato muy completo, junto con el resto de ingredientes.

Los tagliatelle (250 g) se cuecen entre 8 y 10 minutos, dependiendo del tipo de agua y de si preferimos tomarlos al dente. Después se escurren y se apartan. Al contrario de lo que muchos piensan, no hay que enjuagarlos con agua fría, según los expertos cocineros italianos, es un craso error. Y siempre se puede reservar un poco de agua de la cocción (esto se debe hacer con todos los alimentos que se cocinan, sin excepción) para añadir más sabor en el último momento de ligar la salsa bechamel. Son trucos, que no suelen aparecer en las recetas, pero son muy efectivos.

Espárragos verdes

Espárragos verdes lavados.

Espárragos verdes

Después de tenerlos ya cocidos, se lavan los espárragos verdes y se cuecen. En este plato se usan solo las puntas troceadas en dos o tres partes, no deben quedar muy pequeñas, porque se deben de ver y notar en el plato. Se utiliza un manojo de espárragos verdes.

Para saber si están cocidos los espárragos verdes, se puede introducir la punta de un cuchillo en uno de ellos (en la parte más gruesa) y comprobar que sale bien. Si cuesta hay que esperar un poco más. Entre 3 y 5 minutos estarían listos. Para que queden más verdes, posteriormente se pueden introducir en hielo, además así quedan más crujientes.

Lo ideal es cocerlos con una olla vertical, en la que quedan rectos, pero sino es posible, siempre es mejor partirlos por la mitad y cocer la parte de abajo, y un poco después añadir las puntas.

Zanahorias y setas

Las zanahorias se puede cocer con los espárragos en la misma olla, pero dejándolas mucho más tiempo. Con dos pequeñas, o una grande, es más que suficiente. También se pueden meter en agua con hielo para que queden preciosas de color al terminar su cocción. En todas las cocciones de la receta hay que añadir un poco de sal cuando comienza la ebullición, y si se quiere, unas gotas de aceite de oliva.

Por último, se limpian las setas con un pincel o se lavan si están muy sucias, aunque esto último no es muy recomendable. Las setas elegidas son Pleurotus eryngii, Agrocybe aegerita, Pleurotus ostreatus y Agaricus Brunnescens. Se puede optar por un solo tipo, dos, o los que se quiera. En este caso he realizado una mezcla. La cantidad para unos 250 g de pasta puede ser 100 o 150 g, pero depende de cuánto se quieran apreciar. 

Pleurotus Eryngii

Setas «Pleurotus Eryngii».

Preparación del plato

Cuando ya tenemos listos todos los ingredientes, comenzamos a saltear con aceite de oliva virgen extra las setas elegidas (después de haberlas cortado en pequeños trozos) en la sartén con un poco de ajo negro. Con dos dientes de ajo queda muy bien, y le aporta un sabor diferente. Después añadiremos, cuando estén listas (no muy pasadas), la zanahoria en rodajas y los espárragos verdes. Se sala al gusto.

En un cuenco aparte realizaremos la salsa bechamel, en este caso, he optado por la opción comercial que se vende en muchos establecimientos (hay de varias marcas). La mezclaremos con sal y la especie de tres pimientas, también se puede añadir nuez moscada al gusto.

Finalmente, colocaremos la pasta en una fuente y añadiremos el salteado de verduras mezclándolo con la pasta, para que al final se cubra con la salsa bechamel. En este caso la he introducido en una manga pastelera para poder servir la cantidad deseada en cada plato. El último detalle del plato son las hojas frescas de albahaca.

Sería perfecto si se encontrasen todos los ingredientes en versión ecológica, ya que mantienen mucho más nutrientes y todas sus cualidades organolépticas, respetan el entorno natural y no contienen químicos.