La berrea se produce después del verano, desde mediados de septiembre y durante aproximadamente un mes, con la llegada del otoño. Los ciervos emiten sus característicos sonidos para impresionar a las ciervas y conseguir reproducirse, en un espectáculo sin igual en la naturaleza, que puede observarse en distintas zonas de la Península Ibérica.

La berrea del ciervo

Este proceso puede comenzar ya a finales de agosto, cuando los días son más cortos y empieza a notarse el fresco del otoño y las primeras lluvias. La fecha está relacionada con el nacimiento de las crías; tras unos ocho meses de gestación, los nuevos cervatillos nacerán para la primavera, momento óptimo para su correcto desarrollo. Si este ritual se retrasa, debido, por ejemplo, a la escasez de comida, el crecimiento de las crías puede no ser adecuado.

Las peleas entre machos son habituales, cuando intentan disputarse a una cierva o el control de una zona con abundantes recursos. Esta es una estrategia común, que los ciervos defiendan un área donde se concentran las hembras a comer. De esta forma, el macho dominante tendrá a varias disponibles para aumentar sus probabilidades de perpetuar sus genes. Las luchas se realizan mediante el choque de las cornamentas o cuernas, que en ocasiones acaban dañadas, aunque el objetivo es simplemente demostrar quién es el más fuerte, no una lucha a muerte.

La berrea del ciervo

Uno de los problemas de la supremacía del más fuerte es que se concentren demasiadas hembras en torno a un solo individuo y se reduzca, así, la variabilidad genética, lo que puede afectar a la supervivencia de una población determinada. Esto se puede evitar si se aumenta el número de áreas donde abunde la comida, de manera que haya más machos que puedan defender zonas más pequeñas y procrear con sus propias hembras. Así, además, se reducen de forma potencial las luchas, por lo que habrá menos animales heridos.

Pero no solo los ciervos llaman la atención por sus rituales de apareamiento. Otras especies similares, como el corzo o el gamo, llevan a cabo la ladra y la ronca, respectivamente, similar a la berrea en cuanto a dinámica y objetivos. Los machos intentan demostrar su superioridad para lograr el máximo número de apareamientos. La ladra del corzo es la primera, en los meses de julio y agosto, mientras que la ronca del gamo tiene lugar después de la berrea, a lo largo del mes de octubre.

La berrea del ciervo

Corzos, gamos y ciervos. En este orden, de más a menos abundante, podemos encontrar a estos animales por los parajes naturales de la Península Ibérica y, asimismo, escuchar y deleitarnos con este espectáculo de la naturaleza, que año tras año atrae a multitud de visitantes a las extensas tierras extremeñas, al Parque Nacional de Cabañeros en los Montes de Toledo, a la Sierra de Cazorla, Sierra Morena y otras tierras altas andaluzas, a la Sierra de Madrid, a los Pirineos o a las montañas de la Cordillera Cantábrica.

La berrea, así como la ladra y la ronca, son espectáculos que nos ofrece la naturaleza y que podemos disfrutar de una manera sencilla, yendo a pasar un día de campo en la gran cantidad de puntos que nos oferta la Península Ibérica. El único requisito es el respeto, tanto al entorno como a los propios animales, ya que debemos tener en cuenta que estamos entrando en su territorio, somos unos forasteros y no debemos entorpecer una actividad clave para la supervivencia de estas especies, tan valoradas y apreciadas.