Hoy, 6 de noviembre, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados. La  asamblea de la ONU creyó conveniente dedicar una jornada a esta importante causa, para que tuviese una mayor relevancia por parte de los gobiernos esta materia a la hora de tomar medidas frente a la desaparición de biodiversidad y recursos naturales por todo el planeta, a causa de los conflictos armados.

En las guerras no solo se matan a las personas, también se exterminan ecosistemas, y los animales y las plantas que en ellos habitan. Producen a su vez enfermedades por la contaminación que se genera con las técnicas militares utilizadas para destruir al enemigo. Las armas nucleares, biológicas y químicas arrasan con todo lo que encuentran a su paso. La vida desaparece. Los ríos y los lagos se envenenan, la deforestación y la desertificación aparecen como consecuencia directa de los conflictos armados que asolan el globo.

Los recursos naturales se sobreexplotan o no se salvaguardan, afectando también a la alimentación de la propia población; y lo peor de toda esta situación es que incluso después de haber pasado mucho tiempo, sus secuelas están presentes, con lo que ello conlleva. Pasará mucho tiempo hasta que esos espacios puedan considerarse limpios y restaurados, años o siglos según lo afectados que se encuentren, dependiendo del tipo de conflicto, el tiempo que haya durado, la extensión, etc.

El esfuerzo por parte de los gobiernos es considerable, tienen doble trabajo: la parte social, que afecta al ser humano, y la parte medioambiental, que atañe al entorno.