La lucha contra el Calentamiento Global es un problema de TODOS, y debemos participar contribuyendo con pequeños gestos cotidianos, y no esperar que los políticos de turno solucionen nuestros problemas.
El calentamiento global está llegando a unos topes insostenibles, pero esto no puede hacernos caer en el pesimismo, creo que los medios de comunicación tenemos que “luchar por informar”, aunque estemos en la era de Internet y de la Comunicación 2.0, hay todavía escasa o mala información y poca cultura ecológica, y eso si, mucha afán consumista sin mirar por el planeta. El hecho de adquirir hábitos responsables en nuestros hogares es un factor clave a la hora de lograr un futuro más sostenible, el 33% de la energía del planeta y el 10% de agua disponible se consume de los hogares.
Ha llegado el momento, es hora de hacer algo por el medio ambiente, por nuestro futuro común. Pero como ciudadanos, como gente de a pie, nos preguntamos siempre ¿qué podemos hacer a título individual? ¿Por dónde empezar?
En diciembre de 2006, Johan Tell decidió escribir 100 gestos para salvar el mundo. El autor cuenta que aquella tarde se encontraba en su casa en Suecia admirando las flores de su jardín, cuando se dio cuenta que en su lugar debía haber una gran cantidad de nieve. Como él explica, el Calentamiento Global se produce por el efecto de invernadero, y éste, a su vez, sucede por las emisiones de dióxido de carbono. Casi todas las actividades que realiza el ser humano conllevan la emisión de este dañino gas.
Del libro rescatamos tres de los 100 “gestos” que personalmente más me han gustado y que he desarrollado en el post:
Productos del Mar
El pescado y el marisco son una excelente fuente de proteínas con un alto valor proteínico, pero debemos ser cautos. La industria pesquera supone una amenaza para numerosas especies como el atún rojo. Por lo tanto debemos consumir especies que no estén amenazadas, si nos surgen dudas lo mejor es comprarlo en establecimientos donde se comercialice con el sello Stewardship Council (MSC), una organización independiente sin animo de lucro avalada por el Foro Mundial para la Naturaleza (WWF) que lucha contra la sobre explotación del mar.
Elegir que pescado comprar depende de donde vivamos, pero se recomienda consumir especies autóctonas y comprobar si nuestro establecimiento vende pescado con etiqueta ecológica, hay que evitar comer pescado de otras latitudes: ¿es realmente necesario que comamos varitas de merluza congelada y capturada a miles de kilómetros de distancia?
Al cole y al trabajo
Los viajes en coche particular suponen la mitad de las emisiones de CO2 procedentes del sector del transporte y la mayor parte se genera en los viajes de casa al trabajo o al colegio, y viceversa.
Por lo tanto debemos fomentar el transporte público. Si es posible ir en bicicleta o andando a trabajar.
El “Car Sharing” o coche compartido es una opción de la movilidad inteligente o sostenible; posibilita utilizar el automóvil sólo cuando sea estrictamente imprescindible, sin necesidad de ser el propietario del mismo, tiene obviamente su interés tanto desde el punto de vista medioambiental como desde el punto de vista económico para sus usuarios o co-propietarios. El uso del servicio es muy sencillo, supongamos que dos personas que tienen unas necesidades de desplazamiento complementarias (es decir, no solapadas en el tiempo), por ejemplo uno necesita el coche los días laborables y el otro los fines de semana y festivos, podrán compartir el “servicio del coche” sin tener el coste de comprase el coche. ¿para qué comprar dos coches si con uno basta?.
Busquemos ecoetiquetas
Hay desterrar de nuestra cabeza que una marca es mejor porque comercializa los productos como verde cuando realmente no lo son. A estas malas prácticas de marketing se llaman “Greenwashing”.
Además hay que tener cuidado, que el recipiente de un producto sea reciclable no es significativo. Debemos consultar la lista de los ingredientes, si se trata de alimentos o productos de limpieza, etc. Si se trata de electrodomésticos debemos comprobar el consumo eléctrico mediante la etiqueta energética, es una medida europea y constituye una herramienta informativa al servicio de los compradores de aparatos consumidores de electricidad. Permite al consumidor conocer de forma rápida la eficiencia energética de un electrodoméstico. Tiene que exhibirse obligatoriamente en cada electrodoméstico puesto a la venta.
Para saber si un producto es ecológico hay que buscar las ecoetiquetas, que son símbolos que se otorgan a aquellos productos cuya producción y reciclado producen un menor impacto sobre el medio ambiente debido a que cumplen una serie de criterios ecológicos definidos previamente por el análisis de su ciclo de vida.
Para ayudarnos en la tarea os muestro a continuación la ecoetiquetas más utilizadas:
Sobre la obra 100 gestos para salvar el mundo de Johan Tell me ha parecido un libro muy ameno, sencillo e inspirador que recomiendo su lectura. Aporta muchas ideas o “gestos” para afrontar los restos actuales y futuros que se nos presentan, y de esta manera poder contribuir al ahorro de energía, reducir la emisión de gases de efecto invernadero y garantizar una vida sostenible.
Atte.