En menos de un siglo, el campo de la investigación y conservación de las tortugas marinas ha madurado hasta tal punto que ahora sustenta una red creciente y dinámica de colaboradores internacionales capaces de llevar a cabo iniciativas a escala circunglobal. El próximo 16 de junio, se conmemora el Día Internacional de la Tortuga Marina 2024, la mejor manera de que estos reptiles consigan una mayor protección. De esta forma, llamando la atención sobre todos los escollos con los que se encuentran cada día, podremos dar soluciones presentes para el futuro.

Así, por ejemplo, en la zona mediterránea oriental (Grecia, Chipre y Turquía) una gran parte de sus playas de anidación de huevos están invadidas por el turismo, desde las propias edificaciones, hasta los chiringuitos y las tumbonas y sombrillas, según denuncia MEDASSET (Mediterranean Association to Save the Sea Turtles). En España muchas tortugas desisten de poner los huevos en muchas ocasiones por el acoso turístico, como ocurrió en Torrevieja el pasado mes de junio.

Estos esfuerzos han descubierto continuamente nuevos conocimientos sobre la ecología de las tortugas marinas. De esta forma, podemos tener conocimiento de las rutas migratorias de larga distancia que conectan muchos hábitats de alimentación y reproducción o la capacidad de las tortugas marinas para llegar a las profundidades con un buceo prolongado.

Tortuga

Ejemplar de tortuga boba. Imagen de Josué Rodríguez en Pexels.

Al mismo tiempo, los esfuerzos generalizados de conservación han logrado avances notables al abordar las diversas amenazas a las que se enfrentan las tortugas marinas.

Teniendo en cuenta la amplia producción y los logros alcanzados por los investigadores y conservacionistas de las tortugas marinas en todo el mundo, es de considerable valor evaluar cómo se han distribuido estos esfuerzos entre especies, regiones, etapas de vida o metodologías. Al resaltar los sesgos previos, los esfuerzos futuros pueden orientarse hacia regiones poco estudiadas o temas con mayor potencial para el descubrimiento de investigaciones y el impacto de la conservación.

Los rangos geográficos de cada una de las siete especies de tortugas marinas existentes: tortuga caguama o boba (Caretta caretta), tortuga verde (Chelonia mydas),  tortuga laúd (Dermochelys coriacea), tortuga carey (Eretmochelys imbricata), tortuga lora de Kemp (Lepidochelys kempii), tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) y tortuga de espalda plana (Natator depressus), se pueden dividir en cohortes reproductivamente aisladas denominadas Unidades de Gestión Regional.

Como su nombre lo indica, estas Unidades de Gestión Regional permiten que las evaluaciones de población y las decisiones de gestión se basen en límites biológicamente relevantes, en lugar de geopolíticos. Por ejemplo, las cohortes reproductivas de tortugas que abarcan playas de anidación en varios países, pero dentro de una única Unidad de Gestión Regional,  pueden gestionarse o monitorearse como una sola unidad.

El patrón de vida compartido de las tortugas marinas

A pesar de los distintos, aunque superpuestos, rangos geográficos de las siete especies de tortugas marinas, todas las especies siguen en gran medida un patrón de historia de vida compartido. Por lo general, las crías emergen de nidos colocados en playas tropicales, subtropicales o templadas antes de nadar hacia los giros oceánicos.

Las tortugas juveniles permanecen en estos hábitats oceánicos hasta que eventualmente migran a áreas de alimentación subadultas en hábitats costeros o de alta mar.

Al alcanzar la madurez sexual, ambos sexos migran a hábitats de reproducción cerca de su playa natal. Una vez que los machos han copulado y las hembras han puesto todos sus huevos, regresan a los hábitats de alimentación de los adultos y repetirán la misma migración reproductiva cada pocos años.

Dado que las tortugas marinas utilizan diferentes hábitats a lo largo de su ciclo de vida, esto afecta la facilidad con la que los humanos pueden encontrarlas.

Por ejemplo, las hembras anidadoras se pueden encontrar de forma predecible patrullando las playas de anidación, mientras que las tortugas pueden ser más difíciles de encontrar y tomar muestras en el agua.

Debido a esto, varias revisiones basadas en opiniones de expertos han sugerido que los esfuerzos de investigación y conservación han estado fuertemente sesgados hacia los hábitats de anidación, dejando a los machos y juveniles que no anidan significativamente poco estudiados.

Principales amenazas de las tortugas marinas

Como las tortugas utilizan hábitats tanto costeros como marinos, están expuestas a una amplia gama de amenazas. Las amenazas típicas para las tortugas en las playas de anidación, aunque no exclusivas de estos hábitats, incluyen la degradación del hábitat; toma directa tanto de huevos como de adultos; y depredación por especies no autóctonas como perros, cerdos salvajes o mapaches.

Los eventos climáticos están teniendo un impacto importante en las poblaciones anidadoras de tortugas marinas debido a la influencia de las temperaturas elevadas de la arena en el éxito de la eclosión y la proporción de sexos, el aumento del nivel del mar que conduce a la pérdida de hábitats de anidación), y los más frecuentes y extremos cambios, conducen a un riesgo creciente de inundación y erosión de los nidos.

Por el contrario, las tortugas en hábitats marinos suelen estar más amenazadas por la captura incidental en la pesca, el enredo o la ingestión de desechos plásticos y la contaminación por contaminantes químicos.

Incluso se ha sugerido específicamente que los niveles elevados de contaminantes químicos debilitan la resistencia de las tortugas a las enfermedades y, por lo tanto, podrían explicar la creciente prevalencia de algunas enfermedades como el fibropapiloma.

Qué tortugas habitan en el mar Mediterráneo

En el Mediterráneo nidifican dos especies de tortugas, la tortuga boba (Caretta caretta) y la tortuga verde (Chelonia mydas). La tortuga laúd (Dermochelys coriacea) también se registra regularmente en este mar, mientras que las otras dos especies (Eretmochelys imbricata, Lepidochelys kempii) son raras en el Mediterráneo.

Los principales sitios de anidación de la tortuga boba se encuentran en Grecia, Turquía y Libia, con evidencia cada vez mayor de anidación menor en el sur de Italia, Malta, Argelia, Túnez, Líbano, Siria y Egipto. Las tortugas verdes anidan exclusivamente en la cuenca oriental del Mediterráneo, es decir, Chipre, Siria, Líbano y Turquía. No se ha documentado actividad de anidación de ninguna de las especies en Marruecos, Mónaco o el Adriático oriental.