El próximo 22 de abril, se celebra el Día de la Tierra, una jornada en la que deberíamos reflexionar sobre nuestros hábitos más nocivos para el Medio Ambiente, y que repercuten inexorablemente en nuestra salud. La lista sería extensísima, pero nos vamos a centrar en siete, 7 pecados capitales para el Medio Ambiente.

Día de la Tierra: 7 pecados capitales para el Medio Ambiente

1. Los malos humos

El fumar mata, todos lo sabemos, pero además contamina la atmósfera, el agua y la tierra. El humo del tabaco va a parar a ese aire que respiramos, pero cada vez tiene más sustancias tóxicas para nuestro organismo, en parte por el humo de los fumadores, y eso que con las nuevas leyes que prohíben fumar en lugares públicos, a hecho descender su consumo, según opinan algunos. Pero las colillas, no suelen encontrarse en las papeleras, sino en el suelo. Muchas de ellas terminan en las alcantarillas y van directamente a nuestros ríos, y luego al mar. Unos diez años tarda en desaparecer una colilla, por desgracia, lleva un filtro de acetato de celulosa, culpable de su lenta desintegración. De cualquier forma, su rico contenido en arsénico, cadmio o plomo, los innombrables metales pesados, hace que la polución se extienda casi por cualquier parte.

Los malos humos

El resto de malos humos provenientes de los transportes o de la industria completan el panorama. De ahí la importancia de cambiar nuestros hábitos de consumo, hacia una compra más sostenible; y dejar el coche apartado en casa, para usar el transporte público siempre que sea posible, o adquirir vehículos que no contaminen más nuestra atmósfera, como los eléctricos o los híbridos. Los diésel deberían de tener un gravamen exclusivo por emitir partículas altamente contaminantes.

2. Los herbicidas, plaguicidas o pesticidas tóxicos

Muchos de ellos son particularmente venenosos para los seres vivos, pero algunos aunque están permitidos, se sabe según diversas investigaciones científicas, que en concentraciones bajas y con una exposición prolongada, pueden ser dañinos. La Humanidad está creciendo de forma alarmante, eso constituye la principal razón de obtener comida rápida y barata para poder abastecer a tal cantidad de personas. El uso de estos plaguicidas industriales afecta de manera muy negativa al medio ambiente (aire, tierra, agua) y a la salud de todos los seres vivos.

Los herbicidas, plaguicidas o pesticidas tóxicos

3. La deforestación humana

Los principales bosques del planeta están desapareciendo a marchas forzadas, la Amazonia y la taiga constituyen los verdaderos pulmones del planeta, y su extinción ya parece tener fecha si nadie lo remedia. La deforestación humana es la causante de tal desastre medioambiental. El cultivo de la tierra para especies más lucrativas con las que generar alimentos, está haciendo que una gran variedad de árboles nunca más vuelvan a existir. Ese sacrificio está constituyendo nuestra hegemonía como Humanidad, pero nuestro declive como seres vivos, ya que nosotros mismos estamos cavando nuestra propia tumba, a la par de la del resto de especies.

 La deforestación humana

4. El tráfico de especies

El ser humano siempre ha querido acompañarse de mascotas para que le hiciesen la vida más agradable. Desde tiempos remotos, los animales y las plantas han sido una compañía indiscutible, pero en pleno siglo XXI, esta historia ha dejado de ser una convivencia en armonía para convertirse en un rentable negocio, del que solo se conoce “la punta del iceberg”. Nuestro egocentrismo ha llegado a límites insospechados y cualquier especie que exista en la faz de la tierra es susceptible de ser comprada por alguien para rellenar algún hueco de su “hogar”. Esta compra-venta genera pingües beneficios, a mafias que se encargan de los trabajos más sucios. Sí, puede ser que tu precioso reptil, o tu perro de raza pura, provenga de este tráfico. Y lo peor es que muchas de esas especies han sucumbido por el camino.

El tráfico de especies

5. El consumo desenfrenado

La Humanidad debería replantearse qué es lo necesario para vivir, nuestro estilo de vida impone unos hábitos de consumo salvajes e insostenibles, que impiden la desaceleración para poder proteger el medio ambiente. Si seguimos así, para el año 2050 se estima que crezca la población en unos 2.300 millones de habitantes, un número que posiblemente repercuta negativamente en el cuidado de nuestro entorno, a no ser que cambiemos de mentalidad hasta esa fecha.

El consumo desenfrenado

Los diferentes tipos de industrias no están por la labor de apaciguar ese consumo, un planteamiento vital que tendría que estar promovido por los propios gobiernos, ya que repercute en la salud de los propios ciudadanos, la economía y en el medio ambiente. Una buena manera de que todos estén a favor de ese cambio necesario, sería incentivar el uso de recursos sostenibles, el paso hacía una economía circular que no está basada en la creación de nuevos productos, exceptuando casos puntuales, sino en la reutilización y la reparación para adaptarse a este nuevo paradigma.

6. El uso de combustibles fósiles

Nuestros recursos naturales van acabándose, y ya no hay retorno. Nuestras políticas deberían estar orientadas desde este mismo momento al uso de energías limpias, alternativas y renovables. El carbón, el gas natural o el petróleo se agotan (está por ver hasta que año) y todavía no tenemos sustitutivos para todas las facetas en las que están inmiscuidos. Es urgente crear de forma categórica y estándar, otras opciones; pero para ello se debería invertir en investigación y desarrollo, fomentando otro tipo de tecnología que ayude a combatir el grave problema al que nos enfrentamos. Más bien poco se está dedicando, y lo peor es que no tenemos tiempo, ya ha empezado la cuenta atrás.

El uso de combustibles fósiles

7. Acidificación de  los océanos, sobrepesca y deshielo de los polos

Tres acciones que repercuten en la calidad de nuestras aguas. Sí, esas con las que bebemos, nos bañamos, cocinamos, y de las que sacamos alimentos. La cantidad de productos tóxicos que terminan yendo a parar a nuestros océanos es inverosímil, en cantidad y en peligrosidad. Nuestras aguas ya poco tienen de limpias y cristalinas; los científicos y oceanógrafos ya han constatado ese declive, esa acidificación que está cambiando los ecosistemas marinos, alterando los ciclos naturales, las especies de sitio y matando aquel que no logra adaptarse. Supervivencia pura y dura.

Acidificación de  los océanos, sobrepesca y deshielo de los polos

El deshielo de los polos además de hacer desaparecer el hábitat de otras especies, como el oso polar, está aumentando el nivel del mar y puede que para el próximo siglo numerosas localidades ya no existan. Por casualidad, lo he verificado en el pueblo en el que he pasado esta Semana Santa, en Alcossebre (Castellón). Allí el mar se encontraba a varios kilómetros de distancia en el siglo pasado, los vecinos octogenarios y nonagenarios lo recuerdan. Increíble, pero cierto.