En los tiempos que vivimos muchas veces sale más rentable fomentar el reciclaje de los productos que ya están fabricados, que obtener unos nuevos, y puede ser más respetuoso para el planeta. Es lo que ocurre con el cupro, el nuevo tejido ecológico proveniente del reciclaje de residuos de algodón o celulosa, que ya ha aparecido en el mercado y del que ya podemos adquirir prendas.

cupro

Se trata de una fibra suave con una gran durabilidad, parecida al lyocell o tencel, y también similar en el tacto a la seda, que es perfecta para personas con alergias a determinados tejidos acrílicos o de poliéster. Es antiestático, no produce esa electricidad estática que se genera con las telas de fibras químicas, por lo que es transpirable y deja que el cuerpo que desarrolle sus funciones vitales con normalidad. Fresco y eficaz para el verano cuando las temperaturas aumentan, y regulando la temperatura corporal en los meses de más fríos.

Otra de sus fabulosas características es que se puede lavar a máquina, incluso a 40 grados. Su caída y movimiento son perfectos, por lo que se usa para determinados diseños que necesiten de esas peculiaridades, ya sea chaquetas, faldas, vestidos, tops o pañuelos. Una opción con conciencia, que la deberemos tener en mente cuando queramos renovar nuestro armario o el de nuestra familia.

cupro verde

Estéticamente da mucho juego, y resulta muy favorecedor, cómodo y fácil de llevar. Ahora, esperemos que las empresas den su brazo a torcer y en vez de elegir productos que producen más contaminación de la que existe, se declinen por estas alternativas más afines a políticas medioambientales responsables. Y es que nuestra ropa, también es otro factor importantísimo a la hora de frenar el cambio climático. La moda mueve millones de toneladas de tejidos por todo el mundo. Sí, es fundamental tomar conciencia de con qué nos vestimos, los tejidos químicos además de ensuciar nuestro entorno, son tejidos tóxicos para los organismos vivos, y no son biodegradables.

Lo único que que hay que pedir, es que no se convierta en un componente de lujo, que no se quede en las estanterías o percheros de las firmas más prestigiosas, que sea asequible a todos aquellos que quieran usarlo en función de su conciencia ambiental, no de su cartera.