La sobreexplotación pesquera puede llegar a provocar el colapso de los caladeros y la desaparición de especies en todo el planeta. La pesca sostenible y la acuicultura ecológica son alternativas necesarias para mantener el equilibrio de los ecosistemas marinos y garantizar que, en el futuro, podamos seguir obteniendo alimentos del mar.

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Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), menos del 10% de las zonas pesqueras del planeta se gestionan de forma sostenible. Este dato es excesivamente bajo si queremos conservar los recursos alimentarios que nos proporciona el mar. ¿Sabes lo que ocurre con el otro 90%?

El 61,3% de los stocks pesqueros mundiales están completamente explotados. Esto significa que no se puede aumentar el nivel de capturas pues, de hacerlo, se pondría en peligro la supervivencia de las especies y podrían dejar de existir en pocos años. Es lo que le ocurre al 28,8%, que se gestionan de manera insostenible, lo que hará que se agoten las reservas en un futuro más o menos cercano.

La voraz necesidad de género que tiene el sistema, tal y como está organizado, no solo trae problemas de sobreexplotación de especies comerciales. Las capturas accesorias suponen que, cada año, más de 27 millones de organismos acaben en las redes de pesca de forma indeseada. Estos animales son devueltos al mar por los pescadores, pero en muchos casos ya están muertos o gravemente heridos.

Entre estas especies no solo hay peces sin interés comercial: tortugas, aves marinas, ballenas, focas, tiburones o delfines perecen en las redes de pesca accidentalmente. Los datos son alarmantes en algunos casos: cada tonelada de lenguado supone 11 de capturas accesorias. En el caso de los camarones, hasta 15 toneladas de otros organismos son víctimas de los daños colaterales.

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Cuanto más pequeño sea el ancho de malla de las redes utilizadas, más capturas accesorias se producirán, de ahí las alarmantes cifras en la captura de camarones. Los pescadores saben qué especies hay en cada zona y las precauciones que deben tomar para no llevarse por delante las que no desean o ejemplares pequeños, que aún no se hayan reproducido y que perjudicarán la pesca de las siguientes temporadas.

Hay métodos de pesca especialmente dañinos, como las redes de deriva, prohibidas por la UE y Naciones Unidas pero que han capturado durante años no solo atunes (uno de sus principales objetivos), sino otros animales de gran tamaño, desde tortugas a ballenas. Y lo siguen haciendo, de forma ilegal, con redes que alcanzan varias decenas de kilómetros de longitud y capturan todo ser vivo que nada en sus inmediaciones.

La pesca ilegal o INDNR (ilegal, no declarada o no regulada) contribuye, en gran medida, a la sobreexplotación de las reservas oceánicas, principalmente en países que no ejercen un control de sus aguas, en áreas del Pacífico Sur o el oeste de África. Las comunidades afectadas se quedan sin sus recursos pesqueros y el negocio internacional sufre la inclusión camuflada de estas capturas.

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Una de las opciones para evitar el agotamiento de los recursos marinos es la pesca sostenible, que no solo tiene beneficios ambientales, ya que protege los ecosistemas y permite el mantenimiento de las comunidades tal y como las conocemos. Además, es la única forma de preservar las reservas pesqueras para que las futuras generaciones puedan seguir pescando y alimentándose del mar.

Para no dejar de atender la creciente demanda de pescado, pero posibilitando la reducción de capturas que supondría la pesca sostenible, el crecimiento de la acuicultura es inevitable, de la misma forma que no podríamos consumir la misma cantidad de carne si no hubiera ganaderías y solo nos alimentáramos de animales salvajes.

Pero la acuicultura, tanto en estanques o lagos como en mar abierto, también acarrea una serie de problemas, como la contaminación de las aguas por exceso de nutrientes y excrementos y la presencia de antibióticos o la gran cantidad de recursos necesarios, como alimentos para los peces, energía o agua.

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En la actualidad, casi la mitad de los productos pesqueros mundiales destinados a la alimentación proceden de este mercado, como indica la gráfica extraída de “El estado mundial de la pesca y la acuicultura”, publicado por la FAO. Por este motivo, el fomento de la acuicultura ecológica es clave, ya que permite implementar un gran número de buenas prácticas para lograr alimentos ecológicos y beneficios ambientales, como prevenir la contaminación de las aguas y mantener la biodiversidad.

La acuicultura ecológica se basa en la aplicación de criterios de sostenibilidad para reducir los impactos ambientales, además de procurar que el crecimiento de los peces sea lo más natural posible. Así, se garantiza un periodo de engorde, con una alimentación basada en piensos ecológicos de origen sostenible, que permitan ajustar el contenido en grasa al futuro aporte de saludables ácidos grasos omega-3 en nuestra dieta.

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El bienestar de los animales también es uno de los pilares de esta práctica, al igual que ocurre en la ganadería ecológica, que evita que los animales estén hacinados y estresados. Es por ello que se respetan los comportamientos propios de las especies, de forma que tengan una vida lo más parecida posible al estado salvaje. La baja densidad de individuos es una de las claves.

El agua utilizada en la acuicultura ecológica mantiene la calidad tanto a la entrada como a la salida, evitando la contaminación de cursos naturales tras su uso. El método es evitar el uso de productos químicos y controlar el consumo de oxígeno para no provocar condiciones anóxicas, uno de los problemas de la acuicultura tradicional. La prevención sanitaria también es importante para no tener que recurrir al uso de medicamentos. Además, se evita la presencia de organismos modificados genéticamente, tanto entre los peces como en la alimentación.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) la cría ecológica está experimentando un fuerte crecimiento en España en los últimos años, acercándose en 2012 al millón de toneladas producidas de mejillón mediterráneo, dorada, lubina, trucha arco iris y esturión del adriático. El máximo organismo ambiental español ofrece, en su página web, guías para el buen manejo de la acuicultura ecológica, así como los reglamentos de indispensable conocimiento en este campo.

Está demostrado que, al nivel de explotación actual de los caladeros mundiales, sumado al crecimiento del consumo, los recursos pesqueros pueden disminuir seriamente en un corto periodo de tiempo. La pesca sostenible y la acuicultura ecológica garantizan un producto de calidad y el respeto al medio ambiente que asegure que, en el futuro, podamos seguir alimentándonos de pescado y beneficiándonos de sus propiedades.