Para conmemorar el Día Mundial del Pangolín 2024, no podíamos dejar de publicar una de las últimas investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de California (UCLA), en la que se descubre un misterio sobre uno de los pangolines más esquivos del mundo.

En un nuevo artículo publicado en la revista Chromosome Research revela una sorpresa científica que a muchos científicos ha dejado boquiabiertos, como a la propia investigadora de UCLA, Jen Tinsman, que subraya lo inusual que es el animal africano.

Los cromosomas del pangolín de vientre blanco

Los científicos descubrieron que la hembra del pangolín de vientre blanco (Manis tricuspis) tiene 114 cromosomas, más que cualquier mamífero, excepto la rata de bambú boliviana, que tiene 118, y mucho más que los humanos, que tienen 46. Otras especies de pangolín tienen un número más típico de cromosomas, que van desde 36 a 42.

Los científicos también identificaron otra peculiaridad genética. Los pangolines macho de vientre blanco tienen un número diferente de cromosomas, 113, que sus homólogos femeninos; en la mayoría de las especies, machos y hembras tienen el mismo número.

Animal

Phataginus tricuspis (Rafinesque, 1821) observado por pgtz (bajo una licencia CC BY-NC).

“No hay nada como ellos en el planeta; Están en su propio orden, en su propia familia”, aclara Tinsman, investigador de UCLA y coautor del estudio, y agregó que los parientes más cercanos de los pangolines incluyen gatos y rinocerontes.

Tinsman colaboró en el estudio con colegas de UCLA y varias otras universidades de todo el mundo, así como con zoológicos y organizaciones de investigación. La investigación se llevó a cabo para producir información sobre el genoma del pangolín con el fin de apoyar los esfuerzos de conservación: las cuatro especies de pangolín están en peligro de extinción.

Una de las razones por las que se sabe poco sobre los pangolines es que son notoriamente difíciles de estudiar, les va mal en cautiverio. Por lo que sólo unos pocos zoológicos han logrado albergarlos con éxito. En la naturaleza, son difíciles de localizar, y la tecnología que los científicos usan para monitorear otras especies a menudo falla cuando se trata de pangolines: los animales a veces usan árboles para frotar etiquetas de radio de sus escamas.

Características y hábitos del pangolín de vientre blanco

Lo que los investigadores sí saben sobre estos animales es que cavan y usan sus largas lenguas para comer hormigas, termitas y otros insectos. Algunas especies, incluida la variedad de vientre blanco, viven en árboles, colgando de troncos y ramas. Otros viven en madrigueras.

Cuando se sienten amenazados, los pangolines se acurrucan formando una bola. Se sabe que los leones los golpean sin saber qué más hacer con ellos.

La especie de vientre blanco es relativamente pequeña, pesa cerca de 2 kg y mide unos 30 cm, mientras que algunos pangolines terrestres llegan a pesar alrededor de 50 kg, aproximadamente el tamaño de un perro grande.

En peligro de extinción

Aparte de su valor científico, la investigación creó un recurso genético valioso para apoyar los esfuerzos de conservación, especialmente los intentos de controlar la caza furtiva, que es la razón principal por la que los animales están en peligro de extinción. Las escamas de pangolín se venden ilegalmente en los mercados internacionales para su uso en la medicina tradicional, desde Nigeria hasta China, aunque se ha prohibido.

También se los caza como fuente de alimento, localmente como carne de monte, por la que se venden por el equivalente a unos 10 dólares cada uno, o como comidas exóticas en regiones distantes, por las que pueden alcanzar más de 1.000 dólares en los mercados internacionales. Una de las autoras del trabajo Jen Tinsman lo describe así:

He visto escamas de pangolín traficadas junto con armas, identificaciones falsas y drogas. El problema del tráfico de las escamas de pangolín se extiende hasta los principales sindicatos criminales internacionales.

Lo primordial es la conservación

El uso de la genómica podría ayudar a identificar qué especies de pangolín son la fuente de productos derivados de los animales. Y la información podría ayudar a los conservacionistas e investigadores a comprender las diferencias dentro de una especie cuyos hábitats cubren 6 millones de kilómetros cuadrados (2,3 millones de millas cuadradas) y 23 países.

«Comprender los cromosomas y la estructura de los genes es importante para la conservación», especifica Ryan Harrigan, profesor adjunto del Centro de Investigaciones Tropicales de UCLA y coautor del artículo. «Puede determinar cómo manejamos las poblaciones; si encuentras grandes diferencias genéticas entre dos grupos, puedes manejarlas de manera diferente».

«Este artículo es un gran ejemplo de cómo un estudio centrado en salvar una especie en peligro crítico de extinción también puede hacer avanzar la ciencia fundamental», argumenta el biólogo evolutivo de UCLA, Tom Smith, coautor del estudio.

Y viceversa. Dado que los métodos y tecnologías de conservación se desarrollan rápidamente, es cada vez más probable que los hallazgos de la investigación generen aplicaciones prácticas en los meses y años posteriores a su descubrimiento.

En este caso, los nuevos hallazgos podrían ser especialmente valiosos a medida que se desarrollen y perfeccionen tecnologías como la inteligencia artificial y métodos de conservación emergentes como el ADN ambiental o eDNA.

El estudio también apoya un esfuerzo más amplio para rastrear y mapear la caza furtiva de pangolines por parte del Congo Basin Institute, una iniciativa conjunta de UCLA y el Instituto Internacional de Agricultura Tropical. El instituto, del cual Smith es codirector, tiene su sede en Yaundé, Camerún, e incluye dos estaciones de campo en la selva tropical.

«Es esta encantadora criatura la que estamos cazando hasta su extinción, lo que me entristece mucho», concluye Smith, quien explica que se planea una investigación genómica similar para conservar otras especies de pangolines.