El 17 de junio se conmemora el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía 2019, una fecha en la que se pretende luchar contra su avance en todo el planeta, pero en especial en aquellos países, incluido el nuestro, en los que cada vez es más fácil advertir su presencia.

Tierras degradadas, tierras muertas

Se entiende por desertificación a la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. La degradación de las tierras implica una reducción de la diversidad y producción biológica, por diferentes factores, tanto humanos como por agentes meteorológicos naturales.

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2019

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2019: las actividades humanas están generando una preocupante desertificación en todo el planeta.

La principal preocupación es la desaparición de la capa vegetal del suelo, formada por plantas y árboles, por diferentes motivos como la ganadería o el pastoreo intensivo, la tala de árboles para madera o carbón, o para cultivar productos agrícolas de forma insostenible con uso generalizado de fertilizantes y plaguicidas químicos. A ello se suele unir actividades humanas económicas como la minería.

Otro de los principales causantes de la desertificación es el cambio climático. La ausencia de lluvias con prolongados tiempos de sequía, y con alternancia de lluvias torrenciales e inundaciones en muchos lugares, han dado como resultado unas tierras devastadas y poco fértiles. 

Con la excepción de la Antártida, ningún continente es inmune a la desertificación.

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2019

Los desiertos avanzan por el cambio climático. En concreto, el Sáhara hacia Sudán y el Chad.

La desertificación en el mundo

África alberga el 37 por ciento de las zonas áridas del planeta, y es el continente más afectado. Aproximadamente el 66 por ciento de su superficie está formada por desiertos o tierras secas. Los efectos de la desertificación también son graves en Asia, que contiene el 33 por ciento de las zonas áridas del mundo.
Entre las zonas degradadas figuran las dunas de la República Árabe Siria, las laderas empinadas de las montañas de Nepal, los desiertos de Australia y las tierras altas deforestadas de la República Democrática Popular Lao.

En América hay desiertos que se extienden desde el sur del Ecuador por toda la costa del Perú hasta el norte de Chile. En Europa, la desertificación afecta a España, Italia, Portugal y Turquía; siendo España el país con más riesgo.
Los efectos de la desertificación se dejan sentir con frecuencia en lugares muy alejados de las regiones donde esta se originó. Las partículas en suspensión en el aire influyen en la formación de nubes y el régimen de lluvias. Las tormentas de polvo del desierto de Gobi afectan a la visibilidad en Beijing. El polvo del Sáhara ha sido el origen de problemas respiratorios en América del Norte y ha afectado a los arrecifes del Caribe.

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2019

El desierto ya no está al otro lado del Estrecho de Gibraltar, en España la «saharización» está siendo más que visible. Estamos en un punto de no retorno.

Aproximadamente un 25 por ciento de la superficie terrestre, es decir, unos 3 600 millones de hectáreas está desertificada, y la población rural pobre a menudo es la más perjudicada por la degradación de la tierra y la desertificación.

A medida que la tierra y el agua se tornan escasas, muchos de los integrantes de estas poblaciones pobres se convierten en refugiados ecológicos, que migran hacia tierras cercanas y centros urbanos.

La desertificación puede generar pobreza, y a su vez la pobreza puede producir desertificación.

La desertificación afecta a distintos ecosistemas, y por ende, a las especies silvestres que los habitan, e incluso justifica el abandono de tierras por las personas y la fauna. El agotamiento de los nutrientes y la acidificación del suelo es la consecuencia del empobrecimiento de la materia orgánica, a ello se le une una falta de humedad en el agua por la desaparición de acuíferos o del agua en superficie.

 En el año 2090, las desertificación habrá avanzado desde la esquina suroriental, y el desierto se habrá comido la mitad de la Península Ibérica, según se desprende del estudio científico publicado en el 2016 en la revista Science por los paleoecólogos Joel Guiot y Wolfgang Cramer del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia.

Para 2050, el 50 por ciento de la tierra agrícola de América Latina estará sujeta a la desertificación.

¿Cómo podemos revertir esa desertificación?

  1. Plantando más árboles se generan más lluvias y se compacta la tierra, haciendo de barrera protectora natural (solo hay que ver el cambio con la plantación de árboles en el desierto de Kubuqui en China), evitando la deforestación e invirtiendo en la protección de nuestros bosques frente a los incendios.
  2. Teniendo en cuenta que el agua es uno de nuestros mayores tesoros, necesitamos que su consumo esté justificado, apostando por aquellas acciones, actividades, empresas, organismos e instituciones que favorecen un uso correcto de la misma.
  3. Favoreciendo la producción y el consumo de cultivos sostenibles como la agricultura ecológica, biodinámica o regenerativa; así como la ganadería extensiva.
  4. Habilitando soluciones específicas para lugares muy áridos, como cultivos resistentes a las sequías  o redes captadoras de niebla para regar las zonas agrícolas.