Las Sierras del Norte de Extremadura guardan numerosos tesoros naturales que todavía hoy se pueden considerar poco frecuentados. Su riqueza paisajista unida a un grandioso patrimonio histórico, hace de este espacio un enclave único para poder disfrutar de él en todas las estaciones del año. Es posible observar auténticos vergeles en los valles, al lado de las siluetas recortadas de unas montañas grandiosas, junto a serpenteantes ríos, conformando unas panorámicas donde se fusionan la luz y el color en un equilibrio inigualable.

1. Las Hurdes

Al Norte de la provincia de Cáceres se encuentra esta comarca que guarda vestigios de los siglos pasados conservados hasta nuestros días: desde la propia gastronomía hasta las construcciones ancestrales. Con una naturaleza en la que el agua lo ha ido conformando todo, al visitante le esperan cascadas como en Chorritero de Ovejuela, además de piscinas naturales en las que poder darse un chapuzón cuando el calor aprieta, las de Chorro de la Miacera son un buen ejemplo.

La arquitectura hurdana es uno de los ejemplos más característicos de las construcciones tradicionales del pueblo y para el pueblo. Realizada con piedras de pizarra y con una planta en la que solo existe una o dos estancias como máximo. Unas edificaciones con piedra seca de la que se conoce como «arquitectura negra».

2. Valle del Ambroz

Definido por el propio río Ambroz, este valle es el sumum de las experiencias sensoriales naturales. Constituido por montañas de más de 2.000 metros en las que se pueden recorrer bosques de castaños y robles centenarios, o incluso alcornocales o abedulares, en él es posible disfrutar de todo lo que nos depara el Otoño Mágico, una Fiesta de Interés Turístico Natural auténtica en la que se encumbran esos monumentos naturales para su difusión cultural.

Las aguas termales del balneario de Baños de Montemayor, constituyen otro atractivo turístico nada desdeñable. Y no se puede dejar de mencionar la Vía de la Plata romana que discurre por estas tierras, o las propias Cañadas Reales, caminos por lo que ha pasado de forma inexorable el tiempo, pero que siguen estando muy presentes en la huella histórica dejada. Asimismo es imposible olvidarse de presenciar el increíble Barrio Judío de Hervás, un testimonio de la convivencia de las distintas religiones en la mayoría de las ciudades y pueblos de España, declarado Conjunto Histórico Artístico.

3. Parque Nacional de Monfragüe

Un hermoso espacio natural que fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. Se trata de la mayor extensión y mejor conservada del monte mediterráneo del mundo, por lo que su visita es casi obligada si uno se acerca por estas tierras. El Salto del Gitano es uno de los sitios más visitados por los aficionados al birdwatching o a la observación de aves. El majestuoso buitre negro tiene aquí su hogar, además de otras aves carroñeras como los buitres leonados o los alimoches.

Es imprescindible realizar alguna de las posibles rutas de senderismo que hay señalizadas por el parque. Es la única manera de apreciar su grandeza, desde la cercanía.

4. Valle del Jerte

Su paisaje de cerezos en flor en primavera parece una instantánea retocada, pero en este caso la realidad supera la ficción. Es mucho más bello al natural que como se puede apreciar en las fotografías. Los detalles y la sutileza del conjunto, además de esa sobredosis de tonalidades rosas con distintos matices, solo se pueden apreciar si se vive. ¡No hace falta irse a Japón para disfrutar de la caída de los pétalos de los cerezos, un placer efímero para todos los sentidos!

La «otoñada» que se celebra con la entrada de la nueva estación, también es otro momento ideal para acercarse a ver los tones ocres del campo, en especial, para los amantes de la micología. Y nada mejor que hacer una escapada de ecoturismo para visitar la Garganta de los Infiernos, entre la zona de la Sierra de Gredos y el Valle del Jerte.

5. La Vera

Con cinco Conjuntos Históricos-Artísticos, La Vera es una comarca extremeña que ofrece mucho a quien la visita. Sobresale por el transcurso de los diferentes torrentes de agua, que sumergen al viandante en un recorrido de gargantas con cascadas fluviales dignos de ser contemplados y disfrutados. La Garganta de Alardos y la Garganta de la Desesperá son dos de los monumentos naturales más recomendados para explorar.

Esta región no sería lo que es en la actualidad, si no fuera por el turismo gastronómico, que atraído por uno de los productos más preciados, como es el pimentón con Denominación de Origen, ha sido capaz de reconvertirse para proporcionar nuevas experiencias al viajero. Con una historia que comienza allá por el siglo XV, cuando comenzaron los primeros cultivos en Cáceres en el propio Monasterio de Guadalupe por los frailes Jerónimos, su economía se basa en el cultivo de esta especia y en la comercialización de los productos artesanos aderezados con la misma.

6. Coria

Se le ha otorgado el título de Bien de Interés Cultural, por su riqueza monumental perfectamente conservada. Desde tiempos remotos, cuando su nombre primigenio era Caura, ha sido testigo del paso de la historia. Habitada primero por los vetones (pueblo celtíbero), y después por los romanos y árabes, su impronta a dejado huella por los diversos rincones. Es posible visitar sus murallas romanas, su catedral, Santa María de la Asunción, del siglo XVI; sus castillos o diversos palacios. Si a esto se le une que se puede contemplar según la tradición el mantel de la Última Cena de Jesús en el Museo sacro, la visita puede ser muy productiva.

7. Cáparra y las Tierras de Granadilla

Cáparra es una antigua ciudad vetona, pero cuya importancia romana, atravesada por la calzada de la Vía de la Plata, es la que la ha hecho más conocida; ya que conserva su muralla en la que hubo tres puertas de entrada. Es posible observar los restos de un anfiteatro, un foro (con basílica, curia y tres templos), unas termas para la higiene y el ocio, una palestra para el ejercicio, varias tiendas o tabernae y tres necrópolis.

Las Tierras de Granadilla ofrecen el hábitat perfecto para la cría del lince ibérico, por eso se encuentra aquí el  centro de conservación que se encarga después de su reintroducción en la naturaleza. También es posible divisar otros animales salvajes como zorros o ginetas, o sobrevolando diferentes especies de aves, como águilas, halcones, martines pescador o buhos. Un espacio singular para observar la fauna sin cortapisas.

Con lugares maravillosos para acercarse como la Cascada el Chorritero, la Cascada el Caozo o los Tejos del Cerezal, el patrimonio natural que se puede apreciar es inconmensurable.

8. Sierra de Gata

Un rincón de Cáceres que merece la pena visitar para conocer de primera mano la influencia de la cultura portuguesa y del Océano Atlántico en estas tierras, en cuyo clima se aprecian acordes marítimos con unas fuertes lluvias y una humedad que reverdece todo el campo. El otoño es una de las mejores épocas para recorrer los diversos pueblos que lo conformen, ya que se pueden degustar muchas de sus especialidades culinarias basadas en los productos que la tierra les da como es el caso de las castañas o de las setas.

Las poblaciones que ofrecen un mayor atractivo turístico son San Martín de Trevejo, Trevejo, Robledillo de Gata, Acebo o Torre de Don Miguel.