Las aguas residuales que se vierten al medio ambiente sin tratar son alrededor de un 80% en todo el mundo, elevándose la cifra hasta un 95% en los países desarrollados, según el último Informe Mundial sobre Desarrollo de los Recursos Hídricos del año 2017 elaborado por Naciones Unidas. Unas cifras que dan que pensar, ya que la Agenda 2030 integra dentro de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, el objetivo número 6, el Agua limpia y el Saneamiento como puntos clave para poder avanzar en el ámbito de la sostenibilidad a nivel mundial.

Aguas residuales

Cada vez somos más habitantes en la Tierra y producimos más aguas residuales.

Agua dulce: un recurso escaso

El agua dulce es necesaria para el mantenimiento de la vida en la Tierra, a todos los niveles, pero el ser humano realiza muchas acciones que contaminan ese agua, ocasionando aguas residuales. La demanda de agua va a ir creciendo en los próximos años, sobre todo por la agricultura, la producción industrial o la industria de la energía, según las estimaciones. 

La escasez de este recurso natural hace que el ahorro sea la medida más urgente, además de la mejora de la calidad del agua, reduciendo los contaminantes químicos y las sustancias peligrosas vertidas a los ríos. Teniendo en cuenta que, según el informe de las Naciones Unidas, en los países de ingresos medios-altos, solo se trata un 38% de las aguas residuales y en torno a un 28% en los países de ingresos medios-bajos, y siendo solo el 8%, en aquellos países con ingresos bajos. 

Aguas residuales

El agua dulce es fuente de vida.

Gracias al tratamiento de las aguas residuales muchas poblaciones mejoran su salud, ya que evitan enfermedades infecciosas o contagiosas, y además evitan el deterioro de los ecosistemas. Existen multitud de soluciones para evitar estas situaciones: Endress and Hauser España, gracias a la última tecnología y a las herramientas de calidad de que dispone, se preocupa de los nuevos retos que demanda la sociedad respecto a la calidad de las aguas y en base al desarrollo sostenible.

Gestión de las aguas residuales

Para gestionar de forma adecuada las aguas residuales es necesario seguir 4 pasos. Está claro, que siempre es mejor prevenir que curar.

Aguas residuales

Una planta de tratamiento de aguas residuales.

1. Minimizar los residuos que se vierten

Para ello es importante realizar las correctas revisiones e informes específicos. Los tratamientos en esta etapa ahorran recursos y dinero. Los caudalímetros ayudan a asegurar la calidad del agua vertida, optimizando los procesos y garantizando la protección medioambiental apropiada.

2. Recolectar y tratar las aguas residuales

El alcantarillado ha sido una de las opciones más demandadas para las grandes urbes, pero la descentralización prima en la actualidad, ya que el ahorro en energía, agua dulce y la restauración de los nutrientes es mucho más factible en entornos más pequeños.

3. Reutilización de las aguas residuales

Es una manera muy eficaz de no desperdiciar un bien tan preciado como es el agua. Total o de forma parcial, el agua residual se puede tratar para abastecer diferentes servicios, entre ellos el riego de jardines o cultivos agrícolas, la lucha contra incendios, en la industria, en la limpieza de las calles o en el lavado de coches, entre otros ejemplos.

4. Recuperación de subproductos útiles

Es posible recuperar esa energía para reutilizarla en calefacción, en refrigeración o en energía eléctrica. De los lodos o de las aguas residuales de los desechos humanos se puede extraer fósforo o nitrógeno para luego aplicarlos como fertilizante orgánico para la agricultura ecológica.

Economía circular y aguas residuales

El futuro de la economía circular se basa precisamente en esa transformación de los recursos como fuente de energía con la idea de preservar el capital natural. La basura o los desperdicios que producimos, incluidos los que arrastra el agua, tienen otra vida más allá del concepto de basura que todos conocemos.

Conservación del capital natural

Nuestro propósito debe ser la conservación de la naturaleza para el desarrollo de todos los seres vivos.

Esa metamorfosis de aquello que ya no vale, en algo de utilidad, es la esencia de la propia naturaleza. Lo que no sirve, desaparece, para reconvertirse en algo distinto y nuevo que promueve la vida. Una adaptación lógica a todas luces, para poder hacer frente al gran desafío de conservar nuestro bien más preciado: el planeta.