Hay palabras que se te quedan grabadas en la mente, y libros que no sabes por qué te llegan al corazón, aún si lo empezaste a leer sin ninguna pretensión. Es lo que me ha ocurrido con el último que acabo de terminar. La sabiduría ancestral de las mujeres ilumina el camino a seguir desde cualquier perspectiva.
Una fuente de agua fresca en medio del desierto, en la que tú eliges si quieres revivir y transformarte bebiendo de ese agua pura, o seguir agonizando entre las arenas infinitas sin posibilidad de sacar todo el poder que subsiste en ti.

Las mujeres de la Tierra están llamadas a tejer una red para cambiar la realidad.
El emponderamiento femenino como arma transformadora
«Misericordia salvaje. La sabiduría de las místicas» de Mirabai Starr (Editorial Kairós) resume toda la evolución de la mujer en las diferentes religiones, que han ido transformando el mundo. Lejos de declararse seguidora de una religión, o inclinarse en una única dirección, su autora, profesora de Filosofía y Religiones del Mundo en la Universidad de Nuevo México (Estados Unidos), además de escritora y traductora, nos invita a alzar la voz colectiva de todas las mujeres para dar una respuesta conjunta frente a las injusticias cometidas contra los seres humanos y contra la Madre Tierra.
Un libro ameno, que profundiza en las raíces de las mujeres y en sus distintas creencias, que a su vez resultan estar interconectadas.
Se trata «como si fuéramos abejas, de polinizar contribuyendo a propiciar y defender una ecosfera más fuerte y resistente», según las propias palabras de la autora. Siendo las enseñanzas del amor y la compasión nuestro néctar.
Cambiamos el equilibrio de poder y reorganizamos la conversación, transformamos el mundo. Esto no excluye a los hombres, por supuesto, sois bienvenidos. Unidos, sin las imposiciones del patriarcado, podremos levantar una sociedad más justa.
Una interdependencia que nos da poder, una colaboración que nace del amor. Un conexión emocional y una cooperación que une fuerzas.

¡Unamos nuestras voces para sea que sea una única voz!
Ejemplos en la historia
Muchas de las místicas que aparecen en el volumen, valientes y sabias, han abierto nuevas sendas de exploración de la misión de la mujer en la Tierra. Desde nuestra querida santa Teresa de Ávila, pasando por María Magdalena, o por Hildegarda von Bingen, hasta llegar a la poetisa del éxtasis Mirabai o la santa sufí Rabia Basri.
El despertar inspirador de figuras arquetípicas como Tara, Kali, Sofía, Guanyin o Shejiná, puede ayudarnos a conformar una comunidad.
La Madre Tierra, Gaia
Las mujeres creamos una familia sin proponerlo, porque viene unido a nuestra esencia. Una familia formada que se cuida, se protege y configura un círculo de seguridad, una fuerza invisible indisoluble, que a pesar de sabernos extrañas entre nosotras, nos abraza.
Una comunidad global que promueve la sostenibilidad, porque la tierra no nos está llamando, nos está gritando, implorando un despertar que nos salga del corazón.

Imagen de Pachamama.
Las culturas indígenas se hacen eco de los valores femeninos, se reúnen en círculo y usan la justicia reparadora, cuando sucede algo que necesita corregirse por parte de una persona, a diferencia del modelo disciplinario de los tribunales occidentales. Teniendo en cuenta a la persona en su totalidad: apelando a su alma y sanándola.
La interconexión hacia el lugar donde vivimos es fundamental para caminar y conseguir esa comunicación vital. En 1970, un grupo de científicos desarrolló la teoría de Gaia, como un organismo individual que es interdependiente, un ser vivo que se autorregula siempre en busca del equilibrio.
Con esto podemos visualizarnos nosotros mismos como parte integrante y fundamental de ese todo. La Tierra es sagrada y forma parte del principio femenino, pero nosotros también lo somos.
Lo femenino en las culturas ancestrales
A ello se une las tradiciones de nuestros antepasados. En muchas culturas indígenas de Ámerica del Norte, el rostro femenino del Todopoderoso adopta la forma de una araña que al tejer le da el ser al mundo. La Gran Tejedora hace girar la rueca tejiendo el tapiz de la creación, fabricando una red en la que cada hilo está conectado con los demás hilos.

En la red, cada hilo está conectado con todos los demás.
Aunque lo mismo ocurre con la historia de Indra, procedente del Sutra de la guirnalda de flores del budismo Mahayana. Esta deidad masculina se encarga de la tarea femenina de conservar la red a la que todos pertenecemos.
Unos ejemplos que nos pueden ayudar a reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno. El perdón nos ayudará en la transformación, albergar resentimientos es como ingerir cianuro espiritual, según la autora, y con la que estoy totalmente de acuerdo. El estilo femenino implica permitirnos sentir lo que sentimos, involucrándonos en nuestra propia transformación.
No podemos adoptar las mismas actitudes y estrategias del paradigma masculino que históricamente se utilizó para oprimirnos. Compartiendo el poder establecido, hombres y mujeres, podremos restaurar el deshilachado tejido del mundo.
Un libro que plantea cuestiones imprescindibles para el devenir del mundo. Al término de los distintos capítulos, la escritora propone distintos ejercicios para profundizar en cada tema. La meditación puede ser una ayuda necesaria, como apunta Starr. Necesitamos replantearnos nuestra situación individual y nuestra situación a nivel global.
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