El corcho es uno de los materiales más prácticos para crear infinidad de soluciones para el hogar, sobre todo si usamos los viejos tapones de corcho que siempre guardamos por si acaso. Es una costumbre muy buena coleccionar estos pequeños objetos en alguna caja de cartón o bolsa, para después aplicarlos a un excelente diseño de decoración.

En este caso ha pesado más lo práctico y la necesidad de tener una alfombra para el baño. Un genial sistema blando, cómodo, aislante e impermeable para introducirse dentro de la bañera todas las mañanas. El árbol del alcornoque de donde procede, es uno de de los más usados desde la Antigüedad, de hecho se tiene conocimiento de su uso ya en el Imperio Romano como tapones de vasijas, para que flotasen las redes de pescar o como suelas para su calzado. Unas costumbres que han llegado hasta nuestros días.

Para realizar esta genial alfombrilla solamente tienes que cortar por la mitad los tapones, para que quede una parte lisa, que será la que pegue mediante pegamento a una base antideslizante que elijáis a vuestro gusto, que tenga algo de rigidez para poder colocar los tapones en varias filas. Incluso puede servir alguna vieja que hayáis decido que se reutilice.

El truco es que los tapones queden de manera uniforme o regular, sin que pueda verse algún espacio entre medias, ya que por ahí puede entrar demasiada agua y a la larga estropear la original alfombrilla. Una estética manera de dar otro uso a los tapones de las botellas, ya que encaja con cualquier tipo de decoración que exista en el cuarto de baño.

Más sencillo, imposible. En menos de una mañana, ya tendrás tu alfombra de corcho, lista para empezar a utilizarse. También puedes darle un twist a esta idea y crear otra para alguna estancia, con un tamaño un poco mayor. Eso sí, necesitarás muchos, muchos tapones. Puedes pedir a tus amigos o familia que no los tiren a la basura y te los vayan guardando, así comprometerás a otros en la imprescindible tarea de la reutilización.

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