Según una investigación sobre toxicología acuática, basada en tecnologías ómicas – que evalúan los efectos sobre metabolismo, genética y proteínas- se puede afirmar que el ibuprofeno produce daños en la cadena trófica y el ecosistema acuático.

Ibuprofeno hasta en la sopa, nunca mejor dicho

Este medicamento estrella de los últimos años, que además reacciona con otros agentes diluidos, también tóxicos, reduce la supervivencia, afecta al sistema endocrino e inmune y la respuesta al estrés en un invertebrado acuático.

Río

Los seres vivos que habitan los ríos son los primeros que en notar las repercusiones del ibuprofeno.

Todo ello confirma el efecto nocivo del ibuprofeno en el ecosistema acuático, en línea con sus efectos en humanos, disminuyendo la cantidad de testosterona, reduciendo los caracteres masculinos, el deseo sexual, la producción de esperma y los rasgos físicos, lo que puede llevar a problemas en la pubertad.

La doctora e investigadora Ana Belén Muñiz González, del Grupo de Biología y Toxicología Ambiental de la Facultad de Ciencias de la UNED ha evaluado la toxicidad del ibuprofeno en los sistemas acuáticos, empleando larvas de Chironomus riparius y cuantifica un fuerte efecto nocivo, similar al observado en células humanas.

El ibuprofeno, un medicamento al que recurríamos con frecuencia considerándolo inocuo, ha demostrado sus riegos para el consumo humano y, además, cómo su presencia en el medio acuático continental, en nuestros ríos, y su entrada en la cadena trófica, los multiplican.

La conclusión es que reduce la supervivencia de estos organismos.

Repercusiones en los animales y en los humanos

La investigadora Ana Belén Muñiz González utiliza las nuevas tecnologías ómicas para estudiar sobre larvas del insecto Quironomus riparius su toxicidad.

“He evaluado el sistema endocrino, que regula el crecimiento y el desarrollo; así como la reproducción, la respuesta al estrés, mediante proteínas de choque térmico que regulan múltiples funciones y respuestas. Y el sistema inmune esencial para responder a futuras infecciones», asegura Muñiz González.

Truchas

Las truchas con las que nos alimentamos, seguramente, presentan restos de ibuprofeno en su cuerpo.

Además, el ibuprofeno, combinado con otros agentes tóxicos diluidos en el agua, hace que estas larvas estén expuestas a multiestrés, implicando un gasto elevado de energía para activar el sistema endocrino e inmunitario, que no le queda más energía para dedicarla a otras funciones como el crecimiento o la reproducción.

Una de las hormonas que más claramente sufre la incidencia del ibuprofeno en humanos es la testosterona.

“La disminuye claramente, altera los caracteres sexuales masculinos. Los rasgos físicos no serán tan notorios y puede dar problemas a la hora de la pubertad. También controla el deseo sexual y la producción de esperma”, responde la doctora.

No obstante, recuerda la doctora Muñiz, “como siempre, la cantidad administrada del medicamento y el tiempo de administración influyen. El problema está en la dosis”, aclara Ana Belén.

Investigación y resultados claros

Para obtener unos resultados más realistas y cercanos a la situación ambiental actual en su investigación de laboratorio se expusieron las larvas a concentraciones de ibuprofeno que se encuentran en el medio ambiente y una levemente más alta, en proporción de 3 a 1, para verificar la respuesta.

“Recreamos con fidelidad las condiciones medioambientales porque nos importa evaluar todos estos resultados en larvas para conocer la toxicidad y la salud actual de los sistemas acuáticos y confirmar lo observado en células humanas», afirma la investigadora.

Ranas

Las ranas, al igual que otro anfibios que se alimentan en los sistemas acuáticos, podrían sufrir los efectos del consumo de ibuprofeno.

Cuando llegamos a este punto, la entrada en el ecosistema puede ser a través de la cadena trófica, las larvas de este insecto son ingeridas por peces de modo que el medicamento se fija en sus tejidos y los humanos, como consumidores finales del pescado, nos comemos también los restos del fármaco.

La presencia del ibuprofeno en el sistema acuático deriva de los vertidos químicos, los efluentes de las depuradoras y se agrava con la reutilización de éstos en riego agrícola, en jardines…pudiendo contaminar luego los alimentos.

“Los dos tipos de injerencia del tóxico son igual de perjudiciales. Y no sólo es el ibuprofeno en el agua, hay más compuestos que interactúan y van incrementando la toxicidad, provocando situaciones de multiestrés que alteran todo el ecosistema acuático», continúa explicando la doctora.

Por desgracia estamos expuestos a demasiados agentes tóxicos y, de momento no existen en las plantas depuradoras de agua tratamiento específicos para eliminarlos.

«Las aguas regeneradas son tratadas en parte, pero estos compuestos no son eliminados. Se van degradando, pero hay otros compuestos que dificultan su desaparición. Queda un resto que mantiene la toxicidad. No es sólo es nocivo el ibuprofeno, sino también los metabolitos que se forman según se va degradando el propio fármaco”, alega la investigadora.

Sustancias tóxicas que entran en nuestros organismos

Cuando se entra en una de estas investigaciones, que cuestionan el producto estrella de una de las más poderosas industrias, la farmacéutica, ¿no se temen presiones? “No. Esto es Ciencia. Y la Ciencia es eso: cuestionarse todo”, asegura con firmeza, Ana Belén Muñiz González.

De hecho, hay muchísimos compuestos que inicialmente no se sabía si eran tóxicos o no. No estaban regulados y se usaban en grandes cantidades, indiscriminadamente. Ahora se han demostrado los efectos nocivos del pesticida DDT o del plastificante bisfenol A.

Pero este no es el único ejemplo. La investigadora recuerda que «se ha observado a lo largo del tiempo que muchos compuestos, en principio inocuos, terminan siendo perjudiciales».

“Antes los pesticidas se consideran buenos y se usaban en altas dosis en todos los cultivos. Con el tiempo se han comprobado los efectos nefastos de muchos de ellos. Con el ibuprofeno ocurre lo mismo, como se ha demostrado en los humanos y ratificado ahora en nuestras larvas”, reafirma Ana Belén.

Su próximo reto investigador se centra en “una vez sabido lo nocivo que es el ibuprofeno, uno de los fármacos más consumidos en el mundo, sobre la expresión génica, acotar exactamente cómo y cuánto influye en cada etapa: crecimiento, desarrollo o reproducción”.

A la vez, está investigando sobre el efecto de las cremas solares comerciales sobre los organismos acuáticos, debido a la alta presencia en ríos y playas de estos compuestos de uso diario.

Su investigación ha sido publicada en la revista especializada Environmental Toxicology and Pharmacology en un artículo titulado “Ibuprofen as an emerging pollutant on non-target aquatic invertebrates: Effects on Chironomus riparius” .