El próximo 17 de abril se conmemora el Día Mundial de la Lucha Campesina 2019, una jornada que reclama el uso de tierras, semillas y agua para las campesinas y los campesinos. En muchas partes del planeta el derecho a cultivar la propia tierra está vedado: ya sea porque a miles de personas les han arrebatado sus terrenos las grandes multinacionales, porque les han negado el agua, o solamente pueden sembrar semillas OMG (organismo modificado genéticamente ) servidas por el monopolio dominante.

Cultivo del té

Campesina recolectando las hojas del té.

Derecho a la soberanía alimentaria

Una lucha que tiene mucho de la historia del joven pastor David y el gigante Goliat, aunque en todo el mundo se está asistiendo a una movilización de carácter global para reivindicar el derecho a la soberanía alimentaria. La empresa Monsanto, que controlaba una gran parte de los suministros dedicados a la agricultura, desaparece para fundirse con la industria química-farmacéutica de Bayer, aunque temas controvertidos y especialmente dañinos como el glifosato lo han pasado a otra alemana, BASF.

Estamos ante la dicotomía de seguir reventando el medio ambiente y nuestra salud con una agricultura intensiva explotadora y «low cost»o apostar por una agricultura extensiva que cuida y conserva la biodiversidad, además del medio natural, y, por supuesto, es el estandarte de otro tipo de vida más saludable, plena y feliz que no solamente se preocupa por los intereses de unos pocos, sino por el avance y la evolución de una civilización entera. Beneficiando a todos en toda la cadena, desde el origen hasta el final, con una trazabilidad que lo garantice.

Cultivo del arroz

Campesino con la cosecha de arroz.

La clave está en las semillas

Las semillas son esos recursos fitogenéticos imprescindibles para poder seguir alimentándonos y a su vez conservar el legado de nuestros antepasados. Esas variedades que a causa de la globalización se han dejado de utilizar por no ser lo suficientemente rentables, aunque su calidad era superior, deben tomar el relevo a aquellas que nos han impuesto, porque las más antiguas llevan en su genética todas las adaptaciones necesarias para sobrevivir en ese lugar donde nacieron.

Nuestro país no se escapa. España cultiva el 95% de los alimentos transgénicos de Europa, concentrándose este tipo de cultivos en Extremadura, Aragón y Cataluña.

Los bancos de semillas son nuestro más valioso tesoro que puede acabar con la hambruna en el mundo, pero por supuesto hay distintas «manos negras» que se dedican a sobrealimentar a los habitantes del primer mundo, a base de sobrealimentar a sus animales y plantar monocultivos de alimentos transgénicos en cantidades ingentes; mientras la otra parte de de la población del planeta se está muriendo de hambre.

Maíz transgénico

El maíz es uno de los alimentos que más consumimos, y prácticamente casi todos los alimentos que lo contienen lo llevan transgénico.

¿Estás seguro de que tienes el control sobre tu vida?

Un desequilibrio que nos quieren hacer ver que es imposible de igualar, pero lo único que se está consiguiendo es que en los países desarrollados cada vez estemos más enfermos, y con menos control sobre nuestras vidas. Nuestras decisiones ya están tomadas por otros, aunque todo es reversible, depende de nuestro compromiso con nosotros mismos, con el planeta y con la vida.

En los países en vías de desarrollo hay multitud de ejemplos, quizás uno de los menos conocidos es del algodón en Burkina Faso, aunque se ha extendido a otros países africanos…La batalla apenas ha comenzado.

Algo parecido ocurre con el agua: está siendo usurpada por las grandes compañías para su propia rentabilidad, trasladando la contaminación  con sus vertidos hasta el mar, y dejando a los pequeños campesinos y a los ríos sin caudal, haciendo desaparecer ecosistemas enteros. Esa vulnerabilidad será cada vez mayor a consecuencia del cambio climático. Entonces, ¿vamos a seguir con este suicidio colectivo o procederemos a tomar nuestras propias decisiones y las riendas de nuestra existencia actuando según nuestra propia conciencia, y no la que nos imponen?