Los pueblos blancos de origen árabe, como Benadalid, son una constante en Andalucía, y no hay ninguno que no tenga una belleza peculiar. Son únicos en su disposición, con calles estrechas laberínticas que nos hacen recordar la influencia del legado andalusí: ha quedado impregnado en todas sus construcciones.
En este caso, Benadadalid guarda uno de los más impresionantes castillos y mejor conservados de la zona, al parecer de origen romano, aunque su impronta árabe es la más visible. Se reconstruyó en el siglo XVII, aunque desde el siglo XIX es el cementerio del pueblo.

Una vista única del pueblo desde el camino hacia Benalauría. El castillo se ve a la derecha, al lado de la población.
La villa forma parte del paraje Valle del Genal, en concreto del Bajo Genal, lo que le confiere unas peculiares características. Se trata de una zona en la que la confluencia del mar Mediterráneo y el océano Atlántico le proporciona unas precipitaciones cuantiosas cercanas a los 1.000 l/m2, dependiendo de la propia orografía muy montañosa de cada pueblo. Los inviernos son bastante más fríos que en la costa malagueña y los veranos son calurosos, aunque siempre refrescan a estas altitudes (cerca de los 700 m), por estar el pueblo inmerso dentro de la propia naturaleza.
La lluvia hace que en el paisaje reine por doquier el color verde, en especial si descubres por primera vez esta zona en primavera. Te pensarás que estás en cualquier país europeo, de no ser por el tipo de árboles que predominan: castaños, encinas, alcornoques, castaños, chopos o pinos, entre otros. La vida rural se centra en las labores del campo, de ahí la importancia de los olivos, los viñas, los almendros y los cereales, que son la base de la economía, además del turismo rural.

Naturaleza por doquier, con una gran cantidad de especies vegetales y animales para observar.
Son impresionantes las formaciones rocosas de caliza que lo rodean, allí habitan los «señores del cielo», los buitres (leonados o negros). Es posible observar su majestuoso vuelo con los prismáticos, aunque también de otras aves rapaces como el alimoche. La fauna es muy rica, por lo que es posible divisar búhos, jabalíes, zorros, conejos, perdices, tejones, o en las cimas de las montañas, cabras montes.
Como tiene toda la zona tanto que ver y que disfrutar, lo mejor es madrugar para realizar alguna caminata por las diferentes rutas de senderismo. Si vas con niños es más recomendable acercarse a Benalauría por un camino que sale al final del pueblo (al lado del arroyo) ¡Precioso y único!
Para respirar aire puro lejos del mundanal ruido de la urbe, es mucho más que aconsejable desconectar en estos lugares más parecidos a un paraíso que a un simple pueblo, como sucede con Benadalid. De hecho, solo hay que observar los datos estadísticos de población de los pueblos blancos, hay una gran variedad de nacionalidades entre sus residentes. ¡Y es que cualquiera se quedaría por aquí a vivir!

La fauna también habita en el propio pueblo.
Es posible observar por los alrededores el árbol del zumaque, Rhus coriarea, que se utilizó su harina en otros tiempos para curtir pieles por los taninos que contiene. Aunque la planta en sí tiene otros usos medicinales que son también muy importantes reseñar, ya que toda esa tradición se va perdiendo. El poder conocer todas esas plantas que antiguamente se utilizaban como botica para las diversas enfermedades y con unos resultados excelentes, es una transferencia que debería incluirse como cultura.

Bayas del zumaque.
Las hojas del zumaque cocidas se usaban para aliviar la fiebre; las semillas mojadas en agua con anterioridad, en emplasto para golpes o almorranas; en decocción, las bayas se administraban para el dolor de garganta o muelas; y también para cortar la diarrea (efecto de los taninos).
Sus bayas son usadas desde tiempos remotos en los países de Oriente Medio como especias para cocinar. Por eso es necesario e indispensable, que no nos olvidemos de la despensa que podemos tener a nuestro alrededor.
El aceite que excretan las hojas verdes (urushiol) del zumaque, puede causar reacciones alérgicas, por lo tanto es importante recolectarlas secas o con guantes y cocerlas bien. No se debe administrar a niños, ni a embarazadas, sin consultar con algún experto.
Al ser un pueblo tan pequeño, no llega a los 300 habitantes, es fácil poder charlar con los vecinos para averiguar antiguas tradiciones. En general, la gente que allí habita es muy amable y curiosa, por lo que no hay problema en investigar sobre los orígenes del pueblo. ¡Siempre vas a tener algún vecino con el que poder dialogar!

Una vista de los tejados de las casas desde la parte alta de Benadalid.
Las opciones de alojamiento en la misma localidad son variadas. No te puedes perder los originales y cuidados alojamientos rurales que existen para todos los gustos y exigencias, además de poder degustar los platos típicos de su gastronomía. Puedo asegurar que es buen lugar de base para poder desplazarse al resto de localidades de la Serranía de Ronda o del Valle del Genal, sobre todo si quieres pasar unos estupendos días de descanso y tranquilidad.
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