Así de categórico es el Dr. Miguel Ángel Fuentes, coordinador de la Unidad de Endocrinología Infantil del Hospital General de Elche (Generalitat Valenciana), cuando habla de los malos hábitos afincados en algunas familias españolas, que alimentan diariamente a sus hijos con harinas y azúcares refinados.
En este centro hospitalario se ha llevado a cabo un proyecto piloto que ya dura dos años, para controlar el sobrepeso de los niños mediante una terapia integradora con un equipo multidisciplinar. Algo que parecía que se daba en otros países, está llegando ahora a nuestras propias familias. Y es que los padres y madres ya no tienen tiempo para cocinar, y terminan comprando cualquier tipo de producto en el supermercado sin mirar el etiquetado. No se molestan en intentar tener una alimentación más sana huyendo de la comida industrializada; que no suele tener miramientos en utilizar determinados ingredientes, que a la larga producen enfermedades preocupantes como puede ser la obesidad, la hipercolesterolemia o la hipertensión.
Las harinas o carbohidratos refinados simples proporcionan energía rápida al cuerpo, que luego produce a su vez una bajada de la glucosa mayor que cuando se consumen con grano ( los no refinados). Además, se necesita tomar más cantidad para tener sensación de saciedad, lo que continuado en el tiempo, si encima no se queman esas calorías, da lugar a la aparición de sobrepeso.
Por esta razón, es muy importante consumir alimentos no refinados y variados. Los cereales que se suelen tomar en el desayuno y la cena deben ser integrales, y no solamente de harina de trigo. Nos alimentamos en exceso con este tipo de carbohidrato y puede hacer daño a nuestro organismo. Ya que prácticamente todos los preparados que existen llevan este ingrediente, desde las tartas hasta el rebozado que utilizamos en nuestros menús.
Optemos por cocer pasta integral e incluirla en nuestros platos, es mucho más saludable y solo tendremos que tomar una pequeña cantidad, al contrario que con las harinas refinadas de trigo.
Los panes debemos alternarlos, y probar con las diferentes variedades que existen en el mercado: avena, espelta, cebada, centeno, etc. Se debe ir acostumbrado el gusto de manera paulatina, ya que hay muchas personas reacias a experimentar con nuevos sabores y texturas; pero siempre hay que pensar que nos conviene y es bueno para nuestra salud. Es fundamental incluir más fibra derivada de los carbohidratos.
Hay bollería ecológica que lleva otro tipo de cereales, que pueden perfectamente competir con los industrializados, de hecho tienen mucho mejor gusto. Incluso viene endulzada con otras sustancias como el sirope de ágave, stevia, sirope de maíz o jugo concentrado de manzana que aportan más virtudes, que efectos negativos sobre nuestro cuerpo.
A los niños también hay que acostumbrarles a ingerir este tipo de productos, y hacerles comprender que si toman esos alimentos su cuerpo se puede poner enfermo. Algo tan atractivo para ellos como puede ser una pizza, podemos introducirla en un menú sano y nutritivo, si la hacemos nosotros mismos con harinas que no sean de trigo; o si no tenemos mucho tiempo, optar por las que venden en las distintas tiendas de otras variedades como la espelta.
A partir de ahora, piensa a lo largo de toda la jornada, que cantidad de harina refinada introduces en tu organismo; puede que te asustes al comprobarlo. ¡Tú decides el cambio!
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