Justicia Alimentaria ha lanzado la campaña publicitaria ‘Exporta, explota, me expló’ destinada a denunciar la mano de obra precarizada y explotada que hay detrás del sistema alimentario actual. La campaña se basa en la investigación “El ingrediente secreto. Explotación laboral en la alimentación española” que documenta las situaciones de vulneración de derechos fundamentales en las tres grandes plataformas agroexportadoras alimentarias (el sector de las frutas y hortalizas, el cárnico y el de las conservas de pescado), así como en las plataformas digitales de reparto (los riders y el food delivery).

Mercado

La fruta y la verdura que consumimos, en su mayoría, proviene del trabajo precario.

La campaña, destinada a recoger firmas para cambiar esta situación, consiste en un spot publicitario y varios carteles que podrán verse durante las próximas semanas en los autobuses urbanos de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid. En estos carteles se presentan ofertas de trabajo ficticias para los cuatro principales sectores afectados (conservero, agrícola, ganadero y de reparto) desvelando las condiciones inhumanas de trabajo que tienen que aceptar y soportar e invitando a todas las personas a actuar para transformar el actual sistema laboral injusto e indigno y así avanzar hacia un nuevo contrato social agroalimentario basado en la alimentación saludable, justa y sostenible como un derecho humano.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

En los años 80 se creó un nuevo modelo de organización laboral que daba respuesta a las demandas empresariales a costa de las de la clase trabajadora. Los mecanismos de precarización se tradujeron en cambios en las condiciones laborales y el nuevo ente regulatorio fue la rentabilidad empresarial, con lo que (y esto es imprescindible entenderlo) se produjo la transferencia de los riesgos propios de la actividad económica a las personas trabajadoras.

La flexibilidad responde a la necesidad de una reorganización social y económica en la nueva caracterización del capitalismo: alcanza los procesos productivos, el mercado de trabajo, los productos y modelos de consumo. La flexibilidad no es solamente un nuevo marco laboral, se trata de un nuevo marco social, ideológico y conductual que afecta a toda la sociedad y a todos sus aspectos. Una nueva razón. El nuevo orden.

Así pues, la nueva fase del capitalismo ha colocado en el centro de su fase expansiva, además de la recurrente apropiación de los recursos naturales y la externalización de sus impactos sociales y ambientales, a la fuerza laboral precaria o, dicho de otra manera, se han destruido la mayoría de las conquistas laborales anteriores y actualmente no existe la más mínima correlación de fuerzas, sino una hegemonía de los intereses empresariales y del capital sobre la mano de obra.

Las ETT, principales culpables de la precarización

Con el lema ‘Explotamos todas tus cualidades para impulsar a las empresas del sector alimentario’, esta campaña señala a las ETT -empresas de trabajo temporal- como agentes clave de la precariedad laboral en el sector agroalimentario. Su papel preeminente en la contratación actúa como propulsor a la baja de las condiciones laborales, con consecuencias nefastas sobre todo en jóvenes, mujeres y migrantes, colectivos que más sufren la precariedad generada por estas agencias.

«Tanto en el caso de las food delivery y la Ley Rider, el de los mataderos y los falsos autónomos o el de las temporeras del campo y los convenios colectivos, han sido las ETT quienes han sustituido a las mismas empresas a la hora de gestionar la precariedad”, denuncia Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria.

Gráfica

La vulnerabilidad de las temporeras

La contratación de mano de obra vulnerable y migrante es recurrente en la agroexportación. En la contratación en origen -mayoritaria en sectores como la fresa de Huelva-, las mujeres provienen de entornos empobrecidos: mujeres menores de 40 años, con hijos o hijas menores de 14 años a su cargo. Esto asegura que aguanten más vulneraciones de derechos y que regresen a sus países cuando finalice el período de explotación.

Fresas

La recogida de frutas, como los fresones, son uno de los trabajos donde más se puede observar las condiciones de precariedad laboral.

De los contratos registrados a personas trabajadoras extranjeras, el 32% se da en el sector agrario. En Huelva representa el 89% de los contratos a personas extranjeras; en Murcia, el 82%; en Almería, el 62%; en Lleida, el 51%. Una parte de estos contratos está regularizada, pero otra parte no.

El caso de los mataderos

Es difícil saber el número de personas que trabajan en los mataderos. Como en el caso del campo, la precariedad laboral es el factor clave para entender el supuesto éxito de las empresas exportadoras de alimentos. En el caso de los mataderos, la figura del falso autónomo es una de las figuras laborales más extendidas. En 2017, según datos de CC.OO, la industria cárnica empleaba a 21.000 falsos autónomos en el país.

En cuanto a las condiciones laborales, los mataderos son uno de los peores lugares del país para trabajar. Las personas que trabajan en los mataderos están especializadas en una única tarea que repiten una y otra vez sin parar a lo largo de su jornada laboral, y sus ritmos de trabajo son frenéticos.

Conserveras: enlatando precariedad

Los bajos salarios y las duras condiciones laborales se explican, al igual que en el resto de las empresas alimentarias agroexportadoras, por la imperiosa necesidad de ajustar los costes para seguir siendo competitivos en los mercados globales. En el caso de las conserveras, el sesgo de género es más que evidente. Las mujeres tienen más contratos temporales, por debajo de su cualificación y con menor sueldo. La propia negociación colectiva contribuye a esta situación. Los convenios de la industria del pescado están legalizando la infravaloración del trabajo que hacen las mujeres.

Al igual que en los mataderos, el trabajo que se efectúa en una conservera es extremadamente duro. Los movimientos repetitivos afectan a las articulaciones y provocan muchas lesiones, mientras que las posiciones fijas causan dolores de espalda.

Conserva

Las latas de conserva encierran algo más que sus ingredientes.

Riders y food delivery: la explotación laboral en bicicleta

Algoritmos, sistemas de reputación, geolocalización permanentemente activa, etc.  Para que todo esto funcione, el food delivery necesita un perfil determinado de repartidor, que esté dispuesto a aceptar cualquier condición con tal de poder trabajar.

Requieren mano de obra necesitada, que trabaje todo lo posible, que no se queje, que no se organice, que no levante la voz; una masa de gente vulnerable y fuertemente disciplinada. Y las plataformas buscan esa masa de personas vulnerables. Esto explica que prácticamente la mayoría sean migrantes y que una proporción cada vez mayor esté en situación administrativa irregular.

Prohibición de las ETT

Para atajar la precariedad laboral en el sector agroalimentario español, Justicia Alimentaria, con esta campaña publicitaria, propone, en primer lugar, prohibir la actuación de las Empresas de Trabajo Temporal en los sectores económicos con alta tasa de empleo de colectivos vulnerables.

Consecuentemente, también ve necesario recuperar la exclusividad de la función pública como agencias de colocación y de gestión de los puestos de trabajo temporales.

Otras medidas que reclama la entidad es la de garantizar que la distribución de subsidios agrarios llegue a aquellos productores que respeten el medio ambiente y los derechos de las personas trabajadoras, refuerzo de la Inspección de Trabajo, mejorar los mecanismos de denuncia de los abusos de derechos, revisar y modificar el mecanismo de gestión colectiva de la contratación en origen (GECCO), o la ratificación por parte del Estado español de los convenios laborales.