Faltan pocos días para que se conmemore el Día Internacional de los Bosques 2020, una fecha que resulta crucial para mejorar su estado y procurar una conservación esencial para que no vuelvan a ocurrir los desastrosos incendios forestales que asolaron el mundo en el 2019.

Plantar más árboles es una de las maneras de conseguir evitar la deforestación.
¿Por qué necesitamos los bosques?
La deforestación es una grave amenaza, porque los bosques tienen multitud de funciones imprescindibles para el desarrollo de la vida en nuestro planeta:
- Son los principales sumideros de carbono, es decir, absorben capturando el CO2 que se emite a la atmósfera
- Son los componentes integrales del ciclo del agua: regulan el flujo de la corriente, fomentan la recarga de aguas subterráneas y contribuyen al reciclaje del agua atmosférica, incluida la generación
de nubes y la precipitación a través de la evapotranspiración. - Las áreas boscosas y los paisajes con árboles también actúan como filtros naturales, reducen la erosión del suelo y la sedimentación de agua, con lo que proporcionan agua de alta calidad para consumo humano, industrial y del medio ambiente.
- Además, brindan muchos servicios de aprovisionamiento (recursos naturales), regulación, apoyo y ecosistemas culturales.
La renovabilidad, la eficiencia de los recursos y la obtención responsable de productos forestales son los elementos esenciales del concepto de producción y consumo sostenibles. El papel y la madera, por ejemplo, pueden reutilizarse si se recuperan y se separan del resto de residuos.

Imagen de un tronco de árbol partido en el que se aprecian todos sus anillos.
La industria forestal también produce biocombustibles de segunda generación y materiales biológicos que pueden sustituir los combustibles y productos fósiles. Suministra envases sostenibles fabricados a partir de desechos y residuos de madera, incluso destinados a contener productos alimenticios. Las innovaciones técnicas en productos madereros están mejorando la productividad de los recursos.
Dendrocombustibles
La FAO (Organización de las Naciones unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha estimado que el dendrocombustible representa en torno al 6% del suministro total de energía primaria del mundo (cálculo basado en datos de 2011).
En África supone el 27% del suministro de energía primaria; el porcentaje es más alto en el África central (70%), África oriental (65%) y África occidental (30%); y menor en el África meridional (11%) y África del Norte (9%). En total, la madera proporciona más de la mitad del suministro de energía primaria nacional en 29 países, 22 delos cuales se encuentran en el África subsahariana.
El dendrocombustible es también uno de los principales componentes del suministro mundial de la energía renovable. La proporción de energía renovable en el consumo de energía mundial total se estimó en un 19,3% en 2015.

El carbón vegetal se sigue usando en gran cantidad en algunos países.
En los lugares en los que la demanda de carbón vegetal es alta, sobre todo en el África subsahariana, Asia sudoriental y América del Sur, su producción ejerce presión en los recursos forestales y contribuye a la degradación y la deforestación, en especial cuando el acceso a los bosques no está regulado.
Además, en la mayor parte de la producción de carbón vegetal en los países en desarrollo se utilizan tecnologías simples con una eficiencia de conversión comprendida entre solo el 10% y el 22%, frente al nivel superior al 30% que se alcanza empleando tecnologías más avanzadas.
Gráfico de la energía derivada de la biomasa en el consumo energético final mundial.
La energía derivada del dendrocombustible equivale a aproximadamente el 40% del suministro de energía renovable del mundo, tanto como la energía solar, hidroeléctrica y eólica juntas.
Árboles en las cuencas hidrográficas
La FAO divide el mundo en 230 principales cuencas hidrográficas, que en 2015 contaban con un 28,8% de cubierta arbórea de media, según los datos sobre el agua del Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales. Históricamente, se estima que estas cuencas hidrográficas tenían en promedio un 67,8% de cubierta de árboles, pero en 2000 se situaban solo en el 30,7% de media.
Aproximadamente el 38% de las cuencas hidrográficas perdieron más del 50% de su cubierta arbórea antes del año 2000 y más del 40% para 2014. De las cuencas que habían perdido más del 50% de cubierta arbórea en 2015, el 88% corre un riesgo entre medio y muy alto de erosión, el 68% tiene un riesgo entre medio y muy alto de incendios forestales y el 48% un riesgo entre medio y muy alto de sufrir estrés hídrico general.

Los árboles que se encuentran alrededor de los ríos también están desapareciendo.
Según la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales, el 25% de los bosques del mundo se gestiona con el objetivo de proteger el suelo y el agua. Esto se debe principalmente al alto porcentaje de bosques destinados a la conservación de suelos y aguas en América del Norte y Central (71%) y en Asia (33%).
Más de 800 millones de hectáreas de superficie forestal fueron destruidas o afectadas por desastres entre 1996 y 2015 (FAO, 2015a). Hay que sumarles más de 74.000 incendios forestales registrados desde principio de año, emitieron a la atmósfera 6.375 millones de toneladas de CO2 en todo el mundo (unas 19 veces lo que emite España en un año), según un reciente informe del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copérnico (CAMS).

Debemos procurar evitar los incendios forestales a pesar del calentamineto global.
Cifras de los incendios del 2019
Con información obtenida de Greenpeace y WWF, los datos son estos:
- Siberia, 16 millones de hectáreas quemadas que emitieron más de 500 Mt de CO2.
- Brasil, en septiembre de 2019, la superficie de los incendios había afectado ya 5.880.000 hectáreas emitiendo 969 Mt de CO2.
- Indonesia, hasta mediados de septiembre, los incendios arrasaron más de 1,64 millones de hectáreas y emitieron aproximadamente 708 Mt de CO2.
- Desde el 21 de agosto de 2019, hubo más de 6.902 incendios en Angola y 3.395 incendios en República Democrática del Congo, predominantemente en zonas de sabana.
- En Portugal, España, Francia, Italia, Grecia y Turquía arde al año más del 80% de la superficie total quemada en el continente.
- De media se queman 375.000 hectáreas de bosque y monte al año en la región mediterránea en más de 56.000 siniestros.
- De los 10.717 incendios forestales que se produjeron en 2019 en España, sólo 14 han sido responsables del 41% del total de superficie quemada. Los más graves han sido el de Valleseco (Gran Canaria), que arrasó más de 10.000 hectáreas y provocó la evacuación de más de 10.000 personas, y el de La Torre de l’Espanyol (Tarragona), con 6.500 hectáreas quemadas.
“Consumido, tatemado . . .”
Vulcano furioso está en su elemento,
la flora, la fauna, sufren cruel tormento,
de amarillo al rojo, naranja, el paisaje,
fuegos encendidos son un nuevo traje.
Las llamas, sus lenguas, llegan hasta el cielo,
el viento propaga así el desconsuelo,
conjunto de troncos se pierde en la pira
verdoso follaje calcinado expira.
El arder del campo invade el momento
qué horrible concierto de “achicharramiento”,
la tierra se queja su ser se estremece
padece dolores, lo fértil fenece.
Tóxica humareda, fétida, se esparce,
tizne, hollín, los gases, son de preocuparse,
ya que se extermina un pulmón del mundo
quedando a la suerte de muerte al segundo.
Las especies pasan al infierno en vida
bramando de espanto emprenden la huida
buscando refugio, infructuoso anhelo,
los cuerpos regados se ven por el suelo.
Colinas y cerros todos desolados,
el bosque panteón de árboles quemados
que acaban en perchas de pie, fantasmales,
pavesas, cenizas, fueron pastizales.
El fúnebre monte se vuelve maqueta
de varas, tizones, la senda repleta
de palos, carbones, zombis inquietantes
sobre las laderas, hoy, posan flamantes.
Tal trance perturba la naturaleza,
ecocidio enmarca la pena, tristeza,
muy tétrico, inerte, luce el escenario,
el drama es presagio de nuestro calvario.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 10 de agosto del 2021
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