El cuidado personal constituye la base de la salud de todos nosotros. Es primordial que se le dedique cada día un tiempo al autocuidado, tanto por dentro, como por fuera. Siguiendo la célebre cita en latín de la Antigüedad, «Mens sana in corpore sano», que el poeta romano del siglo I, Juvenal, alguna vez pronunció.

Cuidarse a uno mismo

La felicidad se ve a simple vista.

Cuidado interior: la autorealización como aspiración

El cuidado personal abarca un término muy amplio que engloba el concepto de desarrollo humano personal, cuyo último fin es la autorealización como ser, y el bienestar. Ese equilibrio y esa armonía se pueden lograr de muchas maneras. Lo fundamental es conocerse a uno mismo para poder desarrollar nuestras capacidades y/o habilidades dentro de nuestro entorno social.

Con esta información, podemos realizar grandes cambios y logros hacia una vida auténtica,  con unos hábitos saludables en los que nuestra autogestión resalte nuestra propia naturaleza. 

Gracias al autocuidado diario podemos encontrar la felicidad, porque hay algo que es transcendental: si nosotros no somos felices, no podremos contagiar de felicidad a otras personas (sí, se transmite y se irradia) y nuestro cuerpo irá mostrando sus consecuencias.

De ahí la importancia de la autoreflexión para tener conciencia de nosotros mismos y de nuestras emociones, ante las situaciones a qué nos enfrentamos cada día. Estar a gusto consigo mismo es la mayor virtud a la que podemos aspirar. Tal vez suene a tópico, pero de hecho es una de las bases de la nueva tendencia del Mindfulness o la atención plena, conectar con nuestro interior y reconocerlo como propio para sentirnos afortunados y dichosos.

Cuidarse a uno mismo

Debemos de darnos un tiempo para reflexionar ante los acontecimientos que nos suceden.

Sobre todo hay que tener en cuenta que los psicólogos también van al psicólogo. Ellos también pasan por situaciones difíciles o coyunturas vitales en las que no son precisamente objetivos con sus propias circunstancias. Por eso la necesidad de pedir ayuda o recibir cuidado por parte de otros.

Muchas veces pensamos que solos podemos afrontar todos los retos que se nos plantean en el camino, pero en muchas ocasiones es imprescindible ser escuchado y tener otra visión distinta de las circunstancias. Es importante poder exteriorizar nuestros pensamientos, sentimientos e inquietudes sin remordimientos, porque siempre nos ayuda a encontrarnos mejor con nosotros mismos. 

No podemos perder de vista la repercusión en nuestro yo de la inteligencia emocional. Se trata de la capacidad de reconocer, comprender y regular las emociones propias y las de los demás. Unas habilidades sociales que pueden mejorar nuestra autoestima. «Ayudando a las personas a manejar mejor sus sentimientos perturbadores –enfado, ansiedad, depresión, pesimismo y soledad- podemos prevenir enfermedades», según explica aquí el propio Daniel Goleman. El psicólogo estadounidense que ha revolucionado y popularizado la forma de ver y tratar a las personas.

¿Por qué nos ayuda la inteligencia emocional?

  1. Procura bienestar psicológico.
  2. Promueve el desarrollo personal.
  3. Ayuda en las relaciones interpersonales.
  4. Defensa frente al estrés.
  5. Mejora la productividad en el trabajo.
  6. Fomenta la confianza en uno mismo y en los demás.
  7. Impulsa el autoconocimiento y la motivación.
  8. Favorece el sueño y el descanso.
  9. Evita la depresión y la ansiedad.

Cuidado personal físico: no es vanal

Pero no podemos dejar de lado el cuidado personal físico, porque al fin y al cabo, mirarnos y reconocernos frente al espejo es un trabajo de esfuerzo. Encontrarnos bien con nuestro cuerpo forma parte de nosotros mismos y de nuestra felicidad. Van indisolublemente unidos. 

Cuidarse a uno mismo

Nuestro rostro y nuestro cuerpo son el reflejo de nuestra alma.

De la misma manera que pretendemos gustar a los demás por nuestra apariencia, nos tenemos que gustar primero a nosotros mismos. Eso no significa que tengamos que poseer los cánones de belleza estereotipados. Queda fuera de toda lógica pretender ser o tener los mismos rasgos con que la publicidad nos incita.

Cada persona es única e irrepetible, de ahí que intentemos proyectar nuestra mejor versión sin alterar nuestra esencia. Porque nuestra verdadera personalidad se encuentra en los detalles y nuestra diferenciación como seres.

También debemos tener en cuenta que no podemos gustar a todo el mundo, pero sí podemos ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Nunca debemos quedarnos con nuestros defectos o fallos (todos los tenemos), porque puede ser que a otras personas les resulten atractivo, incluso para nosotros mismos puede ser una distinción. Tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para no dejarnos llevar por las opiniones de los demás respecto a nuestro físico.

Cuidarse a uno mismo

La alimentación sana y el ejercicio constante nos van a procurar mantener el organismo en óptimas condiciones.

Nuestro cuerpo, nuestro templo

Cultivar la autoestima es una labor agradecida, porque va en nuestro propio beneficio. Nunca la debemos descuidar, le pese a quién le pese. Dedicarnos un tiempo a proporcionar a nuestro cuerpo las atenciones necesarias, favorece la energía vital. Lejos de verlo como algo superficial o materialista, se mantiene como una de las armas fundamentales para lograr el equilibrio en todos los aspectos. 

Amar y respetar nuestro cuerpo debería ser una tarea imprescindible en cada ser humano. Es con el que vamos a pasar toda nuestra existencia, de ahí que le demos su merecida importancia a la alimentación con la que lo nutrimos, y a su estado. Necesita una atención permanente, tanto en lo relacionado con su apariencia, como en mantenerle en las mejores condiciones con un ejercicio propicio. En definitiva, cuidarse a uno mismo es sinónimo de amor.