El köpskam es un movimiento que ha empezado a extenderse con fuerza por todo el planeta, sobre todo en los países escandinavos, ya que su origen está en Suecia. Esta «vergüenza a comprar» como se traduciría en nuestro idioma, viene a sumarse a la multitud de iniciativas para frenar el consumo excesivo.
Parar la moda rápida
Dentro del marco del movimiento global por la emergencia climática, está claro que debía llegar este tipo de propuesta medioambiental en la que se pretende dejar de adquirir productos inservibles. En concreto, lo que se conoce como el fast fashion, y adquirir solo los estrictamente necesarios para vivir.

¿Te has parado a pensar que tal vez no necesites tanto para ser feliz?
Fuera queda la acción de acumular objetos en el armario por el simple hecho de tenerlos y de lucir cada día una nueva prenda, por supuesto, low cost. Si cambia la mentalidad de los consumidores, este movimiento podría ser el inicio de un nuevo estilo de vida slow life, en el que se valora la calidad de las prendas, la artesanía y el slow fashion.
Este decrecimiento no significa dejadez o falta de ambición, sino todo lo contrario. Es un reencuentro con la propia condición humana y de la naturaleza, en el que se aprecia el tiempo de realización, así como las manos expertas que lo saben llevar a cabo.

El «slow fashion» promete ser la nueva tendencia para los próximos años.
Una apuesta por la moda sostenible
La sostenibilidad, la vida útil de cada producto y la responsabilidad social corporativa son lo más trascendental, y el valor añadido que repercute en toda la sociedad. Una situación que promueve el trabajo digno y respetuoso con las personas y el espacio natural.
Lejos deben quedar las colecciones semanales de las grandes marcas, y el deshacerse de la ropa cada cambio de temporada. ¡No habría mundo para acaparar todo! El marketing ha realizado una gran labor: creer que necesitamos tener de todo y para todas las ocasiones.
Una estratagema que a las nuevas generaciones ya nos les convence, y tampoco a las personas que hemos vivido el boom de la moda por todo lo alto; porque cada vez hay más gente que se suma a navegar en el barco sin carga pesada, sin nada que le ate y le retenga. Con un equipaje tan pesado el barco se hunde, en este caso el símil no es nada más y nada menos que la propia Tierra.

Con tener varios tipos de calzado para las distintas actividades es más que suficiente.
Las firmas lo están notando, han dejado de producir sin ton ni son, porque cada vez se compra menos, pero cada vez desarrollan campañas más agresivas para vender lo que quieren, con ofertas y rebajas que ya no solamente se centran en unos cuantos meses anuales, sino que son constantes.
Los datos son estremecedores se miren por donde se miren: la industria de la moda es el segundo consumidor de agua a nivel mundial, genera alrededor del 20% de las aguas residuales y libera medio millón de toneladas de microfibras sintéticas al océano cada año.
El consumidor promedio compra 60% más prendas de ropa que hace 15 años y cada artículo se conserva la mitad del tiempo, según la Organización de Naciones Unidas.

Los forros polares y otros tejidos sintéticos van desprendiendo fibras que ya están contaminando nuestros ríos y nuestros mares. Los peces terminan comiéndoselas.
Dejar de comprar
El auge de la moda sostenible es cuestión de tiempo, antes o después todos debemos acatarla, en el sentido más estricto. Ya sea adquiriendo ropa sin fibras sintéticas (provenientes del plástico), reutilizando los materiales de desecho, optando por materiales naturales y biodegradables o pasando por el trueque y la segunda mano.
Pero más acciones planean en el panorama mundial, como la tendencia no buy year. Es decir, dejar de comprar ropa durante un año. Frente al ocioso go shopping o ir de compras, tan arraigado en nuestro mundo, se está planteando una gran guerra que promete disputarse en varias batallas hasta que la bandera blanca ondee.
Porque, al fin y al cabo, con esta nueva y última propuesta obtenemos un montón de beneficios: ahorrar dinero, favorecer a la humanidad y al medio ambiente, y, sobre todo, mucho más tiempo para dedicárselo a uno mismo o a otras actividades. ¡Yo ya me lo he propuesto!
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