El mar Menor es una albufera de agua salada comunicada con el mar Mediterráneo, perteneciente a la Región de Murcia. Pertenece a los sitios de la Convención de Ramsar, centrada en la protección y conservación de los humedales a nivel mundial, Zona de Especial Protección para las Aves,  y Lugar de Importancia para la Conservación perteneciente a la Red Natura 2000. Pero la aparición de miles de distintas especies marinas muertas flotando o en sus orillas a dado la voz de alarma definitiva, aunque el desastre medioambiental se veía venir.

Mar Menor

Una preciosa puesta del sol del Mar Menor: un mar sin peces, no es un mar.

La gallina de los huevos de oro

Es extraño que a pesar de que tenga ese tipo de apoyo, haya llegado a ocurrir algo así. Me da la impresión de que el turismo, y el mar Menor en concreto, era la gallina de los huevos de oro; pero si algo le sucediera a la gallina, ese oro terminaría desapareciendo. Poco se la ha cuidado, más bien se la ha descuidado, pensando que todo valía para exprimirla al máximo…hasta que ha terminado explotando.

Los que conocemos este humedal desde hace mucho tiempo sabemos que los problemas existían de raíz, pero nadie quería ser el verdugo para cortarlos. Ha habido intentos, precisamente de muchas personas que allí vivían y pasaban sus vacaciones (asociaciones, organismos, etc.), de cambiar la situación, pero todo se ha quedado en agua de borrajas. Las autoridades en esta ocasión, sí tendrán que dar las oportunas explicaciones de cómo han podido consentir esto, a pesar de que los ecologistas y otros partidarios de la defensa del medio ambiente llevan décadas insistiendo en que se controlaran todos los vertidos.

Vertidos tóxicos

La cuestión es la de siempre, muchas personas piensan que todo se puede arrojar al agua sin ninguna consideración, que esos residuos tóxicos, entre ellos metales pesados, provenientes de la agricultura intensiva, de la industria o de la materia fecal; desaparecerían solos sin dejar rastro o el propio mar se encargaría de hacer una labor de limpieza exhaustiva. Hay que ser cándido o despiadado, no sé con que palabra quedarme, para no tener conciencia y no tomar cartas en el asunto.

Está claro que la prevención es un mal que asola nuestro país, en cuestiones medioambientales, también en otras que no vienen a cuento, pero este asunto ha dado ya varios avisos antes de que sucediera la catástrofe.

La eutrofización antropogénica de las aguas ya estaba muy presente desde hace tanto tiempo, tanto, que casi se nos ha ido la cuenta (un agua sin peces o con muy pocos es para echarse a pensar, sabiendo que tiene comunicación directa con el mar Mediterráneo). Este tipo de contaminación acuática proveniente de un exceso de nutrientes, con una presencia muy elevada de nitrógeno y fósforo, provocan la destrucción de cualquier sistema acuático.

Mar Menor

Doradas, anguilas, gambas…han sucumbido ante la presión del hombre en su hábitat.

«Macroimperio» inmobiliario

Las aguas se quedan sin oxígeno y las algas procariotas comienzan su reinado y su basta extensión sin ningún cortapujo. A ello se le ha unido, la construcción masiva de edificios sin ningún tipo de miramiento para el espacio natural. Edificaciones que han supuesto el desembarco de masas insolentes de turistas con actividades acuáticas que han provocado un mayor retroceso de la biodiversidad del mar Menor. 

¡Y que nadie echa la culpa a las últimas lluvias, porque han sido la última gota que ha colmado el vaso!

Nos quedamos sin este pequeño paraíso, pero precisamente sin él, que era en torno al cual se había diseñado el «macroimperio» inmobiliario, desaparecerá esa economía basada en la urbanización desmesurada para satisfacer los pésimos gustos humanos; aunque ya habremos hecho tanto daño, que será imposible redimir nuestra perversidad. Si buscamos la riqueza, aniquilando nuestro entorno, pronto entenderemos, que sin él estamos perdidos. 

Mar Menor

Una imagen, vía satélite, del mar Menor.