El próximo 2 de febrero se celebra, como cada año, el Día Mundial de los Humedales. El lema elegido para la fecha de 2016 es “Humedales para nuestro futuro: medios de vida sostenibles” y pretende destacar el papel esencial que jugarán los humedales en el devenir de la humanidad.
Pero para ello es fundamental que el estado de conservación de los humedales sea óptimo y esto no sucede en, al menos, el 40% de los humedales más importantes de España, según apunta la ONG SEO/BirdLife. Las principales amenazas de estos espacios clave para la biodiversidad son la desecación, la sobreexplotación y la contaminación, tanto en sus aguas como en el entorno.
España es el tercer país del mundo con más humedales catalogados como importantes por la Convención de Ramsar, con un total de 74, solo por detrás del Reino Unido y México. SEO/BirdLife considera que la degradación anual se sitúa en el 1,5%, según los datos que ha recogido con diversas campañas como Alas sobre agua o el programa de Áreas Importantes para la Conservación de las Aves y la Biodiversidad.
Los humedales son unos espacios fundamentales para las aves migratorias. Suelen descansar en ellos durante sus viajes y a veces pasan una temporada o se quedan a invernar, si las condiciones son las adecuadas. Para que un ave decida quedarse en una zona húmeda debe disponer de ciertos recursos, evidentes, como agua, temperatura adecuada, alimento y refugio. Si además tienen las condiciones para construir nidos, puede que críen, aunque esto no solo depende del tipo y el estado de conservación del humedal, sino también de la especie y sus requerimientos (islas, vegetación, zonas altas…)
Entre 1,5 y 2 millones de aves pueden llegar a pasar por España en algún momento del invierno y todas buscarán un humedal. Aunque no solo los catalogados o reconocidos son determinantes. Las aves no entienden de categorías y pararán en aquel lugar que ofrezca (o parezca ofrecer) unas condiciones adecuadas. Por ello es importante cuidar todos los humedales, desde los más conocidos y valorados como Doñana, las Tablas de Daimiel o la Laguna de La Nava, hasta los pequeños y olvidados, que, precisamente por ese motivo, pueden presentar graves problemas de conservación y perjudicar enormemente las migraciones.
Los humedales no solamente son vitales para las aves o para otras especies. Se estima que más de 660 millones de personas dependen para su subsistencia de la pesca y la acuicultura en estos espacios. Otra forma de explotación es el turismo, que da trabajo a, aproximadamente, 266 millones de personas en todo el mundo. En cualquier caso, mantener estas áreas adecuadamente es primordial para que puedan seguir ofreciendo servicios a todos los seres vivos.
La característica más llamativa de un humedal es la vida. En torno a una zona húmeda se organiza la vida de muy diversas maneras, con ecosistemas activos, aves de paso, pesca y acuicultura, turismo o comunidades humanas a su alrededor. La biodiversidad que albergan, tanto de peces, animales acuáticos y aves como de todas las especies asociadas, es esencial para el futuro de la humanidad, de la naturaleza y, en extensión, del planeta. Su conservación es necesaria.
“El hombre extinguió un manglar, ya pagará su maldad.”
Fue santuario prodigioso,
era un bosque pantanoso,
mezcla de agua, dulce río,
con de mar, sal de rocío.
Naturaleza, de luto,
ecocidio en lo absoluto,
por la muerte del manglar,
muy selvático ejemplar.
La humanidad impasible,
sin prever lo previsible,
como si nada ocurriera,
cual si nada sucediera.
Los lotes puestos en venta,
por supuesto, . . . fraudulenta,
que la inversión, que el turismo,
siempre salen con lo mismo.
Todo por un malecón,
del más corrupto . . . bribón,
“uso del suelo, urbanismo”,
¡Dios bendito, que cinismo!
SEMARNAT, en la vergüenza,
FONATUR, que desvergüenza,
interés, por el dinero,
¿qué, el gobierno es usurero?
Que vendrá la gran derrama,
económica proclama,
que la inversión extranjera,
como siempre se exagera.
Que no hubo daño ambiental,
dijera algún tal por cual,
“solo se impactó el ambiente”,
creen que el humedal no siente.
Infinita es la tragedia,
¿tal desastre quién remedia?,
¿a ecosistema, quién ama?,
¿por natura, quién reclama?
Manglar: árbol retorcido,
cerebro humano: torcido;
al caribe mexicano,
le ha pegado un mal insano.
Desmontada está la zona,
cual desierto de Arizona,
flora, plantas humilladas,
las arenas desoladas.
Se ha perdido, así, el vergel,
arboleda inmensa, fiel,
por ambición de unos cuantos,
pasividad de otros tantos.
Los cocodrilos, iguanas,
serpientes, aves hermanas,
han perdido, ya, su entorno,
devastación sin retorno.
Más de veintidós hectáreas,
ocaso de especies varias,
que quedaron a su suerte,
la más insensata muerte.
Aves, crustáceos y peces,
biodiversidad, reveses,
la sabana sepultada,
ya no queda nada, . . . nada.
¿Quién protegerá las costas,
peces, moluscos, las ostras?,
árboles de agua salada,
su carta ya estaba echada.
Muy triste está la marea,
resignación, ¡qué tarea!,
Quintana Roo, pesadumbre,
Cancún, horror, podredumbre.
La tragedia del manglar,
el Manglar de Tajamar,
en el mar azul turquesa,
queda huella de esta queja.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 27 de enero del 2016
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)