Los lagartos de climas fríos son los más perjudicados por el calentamiento global, según un estudio internacional difundido este mes de septiembre en la publicación Nature Communications, y en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

Una situación que afecta de forma especial a los lacértidos nuestro país, sobre todo a las zonas de montaña mediterráneas de la Península Ibérica, ya que su fisiología y fisionomía se ha ido adaptando a lo largo de la evolución de millones años al frío.

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Un ejemplar de la especie «Lacerta schreiberi». Imagen de Ignacio de la Riva.

Lagartos que necesitan calor, pero dosificado

Es cierto que estamos hablando de unos animales que necesitan el sol para su supervivencia, son heliotermos, pero eso no significa que a pesar de su resistencia a las distintas condiciones climáticas de los diferentes hábitats en donde se encuentran no vayan a sufrir con las altas temperaturas provocadas por el calentamiento global, según apunta Joan Garcia-Porta, investigador del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) y actualmente de la Universidad de St. Louis en Washington (Estados Unidos).

Viven desde los desiertos de Namibia hasta los terrenos montañosos con más de 2.000 m de altitud, o incluso en el Círculo Polar ártico, en donde es posible descubrir a la lagartija vivípara.

Los 45 investigadores que se han implicado en este proyecto global, pertenecientes a 17 países, han llegado a la conclusión de que esa elevación de las temperaturas unida y combinada con  los cambios en los patrones de precipitación, pérdida de hábitat y fragmentación, ya están suponiendo una disminución de ejemplares.

Un bajo potencial de termorregulación conductual, les hace incapaces de compensar el aumento de las temperaturas, y estos microendemismos habituales de montaña pueden ser llevados a la extinción cuando esos sucesos se vuelvan bruscos y continuos en el tiempo por el cambio climático, o cuando las tasas de pérdida de agua aumenten, a su vez, el estrés fisiológico. Está en peligro la biodiversidad del ecosistema mediterráneo.

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Un ejemplar de la especie «Iberolacerta monticola». Imagen de Ignacio de la Riva.

Antepasados de climas cálidos

Es fundamental comprender la historia paleoclimática bajo la cual evolucionaron estas restricciones, es crucial para mejorar nuestra capacidad de predecir su respuesta al cambio climático futuro.

“Las lagartijas hoy adaptadas a ambientes de montaña en zonas mediterráneas como la Península Ibérica, donde el calentamiento del clima se predice que va a ser especialmente intenso, confrontarán problemas no sólo de reducción en la extensión de hábitats favorables, sino posiblemente de competencia con otras especies más adaptables; esto puede afectar a valiosos endemismos como el lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi) o varias especies del género Iberolacerta”, explica Ignacio de la Riva, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Los lacértidos de climas no tropicales se han ido adaptando a las condiciones climáticas frías (a pesar de que sus antepasados eran especies adaptadas a temperaturas cálidas), pero no al calor. Es la conclusión que se ha podido sacar de ese estudio de la fisiología de 50 especies.

“La historia de los lacértidos no tropicales va de la persistencia contra el frío. No ha habido precedentes en su evolución para hacer frente al calor o a las condiciones secas durante millones de años”,cuenta Katharina Valero, profesora de la Universidad de Hull en el Reino Unido.

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Un ejemplar de la especie «Iberolacerta cyreni». Imagen de Ignacio de la Riva.

El estudio utilizó métodos de secuenciación de ADN de última generación y análisis de fósiles para reconstruir la evolución de 262 especies de lagartijas de la familia de los lacértidos.

Extinción de lagartos en el Pirineo

Miguel Vences, coautor y profesor de biología evolutiva en la Universidad Tecnológica de Braunschweig (Alemania), describe: “Fue sorprendente descubrir cuán prolijamente se adaptan estas especies a su entorno. Su fisiología, tamaño de distribución, riqueza de especies e incluso tasas de mutación: todo se correlaciona fuertemente con las temperaturas que experimentan en la naturaleza”.

Iker Irisarri, investigador del CSIC en Madrid, apunta: “nuestros nuevos análisis genómicos determinaron cómo se relacionan este grupo uno con cada uno en términos evolutivos, y cuándo se originaron”.

Las poblaciones en las montañas pirenaicas donde las temperaturas ambientales se acercan a sus temperaturas preferidas ya se han extinguido, un presagio de lo que podría suceder con otros lagartos.

Barry Sinervo, profesor de la Universidad de California en Santa Cruz (Estados Unidos) que ha estudiado el descenso de lagartos durante más de 10 años.

Finalmente, Miguel-Angel Carretero, un especialista en lagartos del instituto Centro de Investigação em Biodiversidade e Recursos Genéticos (CIBIO), Portugal, remata: “Los mecanismos por los cuales estos lagartos disminuyen son complejos, pero comenzamos a entenderlos mejor. Las temperaturas más cálidas también significan una menor humedad, y el cambio climático obliga a estos lagartos a estar activos en ambientes secos que no pueden soportar”.