En los últimos años, la retirada paulatina de las bombillas tradicionales y la creciente concienciación ambiental han dado pie al auge de las bombillas de bajo consumo. Los fluorescentes y los LED se han convertido en la opción eficiente y ahorradora de los hogares del siglo XXI, junto con las halógenas, cuya mejora tecnológica las ha situado en el mismo grupo.
Como ocurre cuando aparecen nuevos productos, las bombillas de bajo consumo vinieron acompañadas de datos confusos o inexactos que, con el paso del tiempo, se han ido aclarando. De la misma forma, es innegable que la tecnología ha mejorado enormemente y los inconvenientes que tenían cuando empezaron a popularizarse se han ido desvaneciendo.
Los fluorescentes, comúnmente conocidas como bombillas de bajo consumo, permiten ahorrar una buena cantidad de energía y, por consiguiente, de dinero en la factura eléctrica. Una lámpara de este tipo de 40 vatios consume un 80% menos que una tradicional y tiene una duración de 8.000 horas, frente a las 1.000 de las incandescentes, existiendo algunos modelos que logran las 15.000 horas de vida.
Uno de los falsos mitos de estas bombillas es que producen cansancio, pero el parpadeo clásico de los fluorescentes ya no existe en los nuevos modelos. Otra confusión clásica es que hay que dejarlas encendidas para que gasten menos, pero lo cierto es que, a no ser que se vayan a volver a encender en menos de 23 segundos, lo más conveniente es apagarlas cuando no se usa.
No obstante lo anterior, es mejor utilizar estas bombillas en estancias, donde permanecen encendidas durante un largo periodo, como el salón o la cocina, y evitar aquellas zonas donde necesitamos la luz de forma puntual, como los pasillos o las escaleras. Un apagado y encendido constante, como sucede en estos lugares de paso, puede acortar su vida útil, además de ser poco eficaces al necesitar cierto tiempo para calentarse.
Los LED (Light Emitting Diode, por sus siglas en inglés, o diodo emisor de luz) han irrumpido con más fuerza en el mercado. Su consumo, comparado con la iluminación tradicional, es una quinta parte, lo que permite ahorrar el 30% anual en la factura eléctrica. Su vida útil, entre 45.000 y 50.000 horas, presenta una diferencia abismal con las bombillas incandescentes de 1.000 horas.
Para utilizar correctamente los LED hay que fijarse en sus colores. Los colores cálidos, similares a la opción clásica, son recomendados para el hogar por proporcionar relajación, mientras que los fríos, del estilo de los fluorescentes, se emplean en los lugares de trabajo. En la propia bombilla se indica la calidez de la luz: los dos últimos dígitos de la numeración varían entre 27, una iluminación cálida similar a una cerilla, y 65, de un color blanco muy frío.
Teniendo en cuenta estas recomendaciones, la próxima vez que necesitemos iluminar una zona de nuestro hogar o lugar de trabajo podremos elegir la mejor opción, aquella que sea más eficiente y adecuada para su uso y, además, nos permita rebajar la factura de la luz.
Fuente: Guía de bombillas de bajo consumo. Twenergy
Mi intención era indicar que ahora mismo las halógenas también son una opción en cuanto a consumo, aunque no tanto como las otras. Es por ello que no desarrollo este tipo de luminarias en el artículo. Sí es cierto que leyéndolo se puede interpretar que afirmo que pertenecen al grupo de las de bajo consumo, pero no lo pretendía.
Los datos los he sacado de la guía de Twenergy que se indica abajo.
En cuanto al mercurio, ya está mencionado en los comentarios. Evidentemente, en un artículo, destinado a una rápida lectura, no se pueden mencionar absolutamente todos los aspectos relacionados con las bombillas.
En cuanto a los consejos sobre estilo y redacción, tendré en cuenta tus observaciones en futuros artículos.
Gracias por tu participación y un saludo.
Mencionas tres tipos de tecnología y sólo das algunas de las características de dos, porque te dejas las halógenas en el tintero y de paso, dices que han mejorado tecnológicamente hasta el punto de considerarse de bajo consumo (cosa que me parece arbitraria e inexacta a no ser de que puedas demostrarme lo contrario con algún dato coherente).
Te refieres al ahorro de las fluorescentes en porcentaje (80%) y luego dices de las LED, que su consumo es una quinta parte del de la iluminación tradicional. A parte de que no favoreces la compración sencilla de un dato y otro por dar un dato porcentual y otro fraccionario…si las LED consumen una quinta parte (20% de consumo) y las fluorescentes ahorran un 80%… estás diciendo que ambas tecnologías consumen un 20% o lo que es lo mismo ahorran un 80%. ¿No?
El artículo se llama <> y no es un título nada representativo de lo que expones a continuación.
Sólo escribes cinco líneas que hagan referencia al título y los únicos «falsos mitos» que expones son lo del parpadeo (que según tú, ya no ocurre en los nuevos modelos) ,y lo de los 23 segundos, que, ya puestos, podrías mencionar de dónde lo sacas o poner un enlace al experimento (ése que hicieron los de «cazadores de mitos» que ví en no me acuerdo que canal de TV), no se vayan a pensar que lo dices por decir.
Tampoco mencionas que en la fabricación de las bobillas fluorescentes se emplea mercurio y que el 25% de éste pasa a la atmósfera una vez se rompe la lámpara.
Mira ahí te va una referencia de lo que te digo:
http://greenpeaceguadalajara.blogspot.com.es/2009/03/el-mercurio-hg-en-lamparas.html
Esmérate un poquito más.