El 28 de enero se celebra el Día Mundial de la Reducción de las Emisiones de CO2, una efeméride creada por Naciones Unidas para tomar soluciones a la alta concentración en la atmósfera de este gas de efecto invernadero.
Destacados científicos coinciden en que el incremento de la concentración de gases efecto invernadero (GEI), como el CO2, en la atmósfera terrestre está provocando alteraciones en el clima, lo que se denomina el Calentamiento Global. En los últimos años se habla constantemente de este gas en los medios de comunicación, pero sabemos realmente ¿Qué es el CO2?
¿Qué es el CO2?
El CO2 (dióxido de carbono), también denominado anhídrido carbónico, es un gas cuyas moléculas están compuestas por dos átomos de oxígeno y uno de carbono. Es un compuesto natural que en niveles considerables es esencial para el ciclo biológico de las plantas y cosechas, y por lo tanto, altamente beneficioso y necesario para la vida en el Planeta. A este ciclo biológico que participa el CO2 se le denomina Ciclo del Carbono.
El CO2 es un gas soluble en agua cuando la presión se mantiene constante y normalmente se encuentra en la naturaleza en forma gaseosa, pero cuando se le somete a una presión y temperatura considerable baja se vuelve líquido y llega a ser sólido formando lo que se denomina hielo seco o nieve carbónica. En la industria se utiliza para las bebidas carbonatadas como la Coca-cola y la Pepsi, en la utilización de envases con atmósferas protectoras y para el tratamiento de aguas potables y residuales, la construcción de polímeros, etc.
Los efectos dañinos del CO2 en la atmósfera
La concentración atmosférica de CO2 ha sufrido un considerable aumento en el siglo XX, especialmente en sus últimas décadas. Antes del comienzo de la revolución industrial (hacia 1750, cuando el escocés James Watt perfeccionó las máquinas de vapor) la concentración de CO2 en la Atmósfera era de unas 280 partes por millón (0,028%) y a principios del siglo XXI alcanza los 370 ppmv (0,037%).
Esta gráfica nos muestra la relación entre la concentración de CO2 (azul) y la temperatura (rojo) durante los últimos mil años. Es evidente la relación que hay entre ambos y se puede observar que no existen, en la historia reciente del planeta, unos niveles tan altos de CO2 como los que existen hoy en día.
El dióxido de carbono procede principalmente del uso de combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón o el gas natural. La deforestación también contribuye a la presencia de CO2 en la atmósfera, ya que reduce el número de árboles capaces de absorberlo; además, hay que sumar las emisiones generadas en los incendios forestales.
¿Cuál es la Solución?
La reducción de las emisiones de dióxido de carbono pasa por la utilización de energías y combustibles limpios, el aumento de la eficiencia en los procesos de combustión y la modificación de los hábitos de consumo. En este último punto es donde podemos actuar a nivel local. La fuente más directa asociada a la actividad diaria son los vehículos, y tenemos dos sencillas formas de reducir emisiones: utilizando menos el coche o cambiar a uno cero emisiones o híbrido, y si no es posible, conducir de forma eficiente.
Si nos paramos a analizar el uso de nuestro vehículo, veremos que en más de una ocasión la distancia que recorremos no es tan grande y la podríamos realizar caminando, algo que no solo contribuye a reducir las emisiones sino que redunda en nuestra salud, ya que el sedentarismo hace tiempo que se apoderó de nuestra sociedad.
Otra alternativa es el uso del transporte público, para las personas que viven en ciudades y lo tienen a su disposición: así, podemos dejar el coche en casa y, además, ahorrar algo de dinero. La parte negativa, en muchos casos, es que se tarda más en llegar al destino, pero el viaje es más relajado, se elimina el estrés de la conducción y podemos aprovechar para leer, escuchar música o simplemente descansar.
Cuando ya hemos limitado el uso de nuestro vehículo, sustituyéndolo en ocasiones por el coche de San Fernando o el transporte público, nos queda la opción de optimizar el funcionamiento del motor para ajustar las emisiones, algo que podemos conseguir solo teniendo en cuenta esto: no hay que revolucionarlo en exceso. Esto implica cambiar de marcha a revoluciones bajas, unas 2.000 en motores diésel y 2.500 en los de gasolina, además de no superar los 100 kilómetros por hora en autopistas, manteniendo una conducción suave y sin brusquedades. Con tan solo esta medida, conseguiremos reducir considerablemente el consumo de carburante de nuestro vehículo y, por lo tanto, las emisiones del tubo de escape (además de la factura mensual de la gasolinera).
Pero hay una gran cantidad de gestos que podemos realizar todos los días y que colaboran de manera significativa a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Uno de ellos es depositar el vidrio usado en el contenedor verde, un acto que ahorra la emisión de 1 kilogramo de CO2 por cada ocho botellas que destinemos al reciclaje.
Tampoco conviene olvidarse de las emisiones asociadas a la generación de energía eléctrica. Con una serie de sencillos consejos, podremos reducir el consumo de electricidad en nuestro hogar, al tiempo que ajustamos la factura eléctrica. Además, no podemos descuidar el consumo oculto.
Estas acciones las podremos incorporar fácilmente a nuestra rutina diaria, de forma que no solo lograremos beneficiar al planeta, sino que, en todos los casos, nuestra economía también lo agradecerá. Aprovecha el Día Mundial de la Reducción de las Emisiones de CO2 para hacer tu vida más sana, generosa, ecológica y barata.
Exactamente por eso José Luis, hay que popularizarlo, porque no por no nombrar el problema, éste desaparece. Aún más cuando la ganadería aparte de las emisiones directas de su producción, lleva unas emisiones indirectas para su distribución tan elevadas (transporte y por lo tanto más emisiones de vehículos)
La contaminación de los vehículos es directa, fácilmente identificable, presente en nuestra vida diaria. El potencial como gas de efecto invernadero del CO2 es bajo, pero su altísima concentración en la atmósfera lo convierte en el principal gas y precisamente por esa presencia masiva existe un mayor margen de mejora y es, quizás, el foco emisor sobre el que hay que actuar con mayor premura y sobre el que podemos hacerlo los ciudadanos, a nivel personal.
Un saludo.
Efectivamente, científicos como Rajendra Pachauri, presidente del PICC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU)aconsejan reducir el consumo de carne, ya que es el responsable del genera el 18% de CO2 y otros gases de efecto invernadero de nuestro planeta como el metano, lo que contribuye al Calentamiento Global.
Hemos escrito varios artículos al respecto:
https://www.concienciaeco.com/2013/07/01/el-consumo-de-carne-contribuye-al-calentamiento-global/
https://www.concienciaeco.com/2013/10/29/el-filme-vegano-la-barbacoa-en-biocultura-madrid/
Muchas Gracias por el comentario,
Un Saludo,
Julio
@ConcienciaEco
«El sector ganadero reviste una importancia fundamental ya que es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero medidos en equivalentes de CO2, un porcentaje mayor que el correspondiente a los medios de transporte.
Asimismo, el sector pecuario produce el 9 por ciento de las emisiones de CO2 de origen antropógeno, la mayor parte de las cuales se deben a los cambios en el uso de la tierra (principalmente, la deforestación) causados por la expansión de los pastizales y la superficie destinada a la producción de forrajes. La ganadería es también responsable en medida
aún más significativa de la emisión de algunos gases que tienen un mayor potencial de calentamiento de la atmósfera. Así, por ejemplo, el sector emite el 37 por ciento del metano antropógeno, el cual proviene en su mayor parte del proceso de fermentación ocurrido en la digestión entérica de los rumiantes y tiene un potencial de calentamiento global
(PCG) 23 veces mayor que el del CO2, y el 65 por ciento del óxido nitroso antropógeno, cuyo PCG es 296 veces mayor que el del CO2, en su mayor parte proveniente del estiércol. La ganadería también es responsable de casi las dos terceras partes (64 por ciento) de las
emisiones antropógenas de amonio, las cuales contribuyen significativamente a la lluvia ácida y a la acidificación de los ecosistemas.´´
Extraído del informe de la FAO, La larga sombra del ganado:
http://www.fao.org/docrep/011/a0701s/a0701s00.htm