El pasado jueves, día 16 de enero, he tenido el placer de asistir a la conferencia de prensa inaugural de la aclamada exposición “Génesis”, obra del reconocido fotógrafo brasileño Sebastiâo Salgado en la sede de CaixaForum; que permanecerá en Madrid del 17 de enero al 4 de mayo de 2014. Una primera parada de su largo recorrido por las tierras españolas. Allí estaba el genuino artista del blanco y negro (aunque él aclara que “más bien es una escala de grises”) con su esposa y comisaria de la exposición Lélia Wanick Salgado, además de la directora adjunta de la Fundación “la Caixa” , Elisa Durán, y el director del Área de Cultura de la Fundación “la Caixa”, Ignasi Miró.
Fotografía de Marta Goro
Sebastiâo Salgado, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 1998 y Embajador de la UNICEF 2001, es un hombre comprometido con su tiempo y con la sociedad en la que le ha tocado vivir, habituado a denunciar mediante su cámara las diversas injusticias a las que asistimos (no hay más que echar la vista atrás y ver sus anteriores trabajos); en esta ocasión nos acerca a los paraísos perdidos esos que están apunto de desaparecer, sino lo remediamos. La acción del hombre y su desmesurada explotación hacia la naturaleza ha tenido como consecuencia, que queden pequeños reductos de vida salvaje en los que todavía se puede observar como era el planeta antes de que la mano del ser humano lo cambiase todo.
Fotografía de Marta Goro
Lo mejor de estos encuentros con el propio creador, es que siempre tienes ocasión de acercarte a la persona, no a la figura pública. Pudimos comprobar en el trato que es cercano, atento y amable. Nos dio una lección de humildad que no creo que la podamos olvidar nunca, explicándonos como un guía de lujo cada sección de la exposición, anécdotas incluidas, y detalle a detalle, lo que nos hizo sumergirnos de repente en ese África roja y caliente, o en esa Amazonia, verde y húmeda (estos colores se han utilizado en la propia muestra para diferenciar las diferentes zonas, cinco en total). Se nota que vive la vida al 100%, sin cortapisas, y eso lo transmite perfectamente al espectador con sus retratos de animales y humanos, y paisajes.
Salgado nos pudo contar de primera mano, las experiencias y reflexiones que a lo largo de 8 años, entre el 2004 y el 2012, pudo acumular a través de todo el mundo, sacando instantáneas de los lugares más prístinos de nuestro planeta, esos a los que todavía el hombre no ha dejado huella como muy bien explica él: “porque son muy fríos, muy húmedos, muy secos o muy altos. Tienen muchos obstáculos para poder llegar”. Con 245 imágenes, que son las que forman parte de la muestra, podemos calibrar el esfuerzo y las dificultades por las que él y su equipo pasaron (muchas de esas instantáneas fueron sacadas con globo aerostático), para traernos a nosotros una percepción de la naturaleza muy distinta a a la que conocemos, para algunos demasiado hiriente o real, pero en definitiva, una obra maestra nacida de una sensibilidad especial para contar historias mediante imágenes. 32 viajes resumidos en unas pocas instantáneas, que nacen a partir de una concienciación ambiental que llegó cuando se dio cuenta que en su país natal, Brasil, en en valle del río Doce (Estado de Minas Gerais); el ecosistema que él había conocido cuando era niño, había desaparecido casi en su totalidad. A partir de ese momento comenzó una lucha para frenar la deforestación salvaje, y el proyecto “Ojo de Agua” vino al mundo. Poco a poco fue haciéndose de nuevo realidad ese paisaje que el tenía en el recuerdo, y en la actualidad, es un espacio protegido.
Fotografía de Marta Goro
El fotógrafo nos habló sinceramente de su trabajo y de su inconformismo. Él lleva a cabo sus instantáneas por curiosidad: “revelo las partes más difíciles del planeta para que actúen como shocks”. Y realmente lo consigue. Una mezcla de desasosiego, sorpresa e incertidumbre nos embargan al contemplar su obra, y siempre hacen reflexionar al que las observa con detenimiento.
Las localizaciones se centran en las regiones polares, bosques y sábanas tropicales, desiertos, montañas e islas, estas últimas consideradas “santuarios” de la biodiversidad. Las islas Galápagos fueron su primer destino, pero nos adentramos como auténticos exploradores en una Antártida inmensa y sobrecogedora; en el tan documentado delta del Okavango en Botsuana (África), que nos sigue sorprendiendo como la primera vez; el también africano desierto del Kalahari, lleno de mundos misteriosos creados por la mano del viento; el Parque Nacional de Kluane en la isla de Baffin (Canadá) con su “arquitectura helada”; la impactante fauna de “La Antártida y los Confines del Sur” que tan real se nos muestra, que pasa a ser una realidad que roza el límite de lo irreal; “La Amazonia y el pantanal”, espacios y gentes que nos atraen sin remedio por su naturaleza fugaz; y contemplando todas estas escenas nos preguntamos: ¿cuánto tiempo estos lugares y estas tribus permanecerán así de vírgenes?. Él mismo Salgado nos explica que “la mayoría de las tribus en la Amazonia están evangelizadas por el hombre blanco. El sacerdote cambia su ropa para celebrar la Eucarístía y luego vuelve a llevar su indumentaria indígena”. La conclusión a la que ha llegado el propio fotógrafo es que “viven con lo esencial. No necesitan nada más”. Lo comprobamos en las diferentes culturas retratadas, y quizás es lo que hemos perdido detrás de esa vorágine consumista en la que nos hemos embarcado hace mucho tiempo.
La muestra se acompaña de diferentes actividades entorno a la misma: conferencias, proyecciones y actividades familiares. Recomiendo no perderos esta última, ya que los niños son, según sus propias palabras y las de su esposa, “el futuro de nuestro planeta”.
Finalmente, quiero dejar escrito lo que nos confirmó a lo que estábamos allí presentes: “La fotografía es mi vida. Vivo de la fotografía y dependo de ella. Es mi forma de vida”. Un genio a todas luces, que con su obra sobrepasa la conciencia de lo racional.
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