decrecimientoHoy 29 de octubre se reivindica un modo de vida más sencillo, con menos cosas, más humano, menos consumista en el Día mundial por el decrecimiento.

Tal día como hoy en el año 1929 se produjo la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos que produjo una recesión de la economía mundial que duró décadas, denominándose este año como el Crak del 29. Unos años antes de la caída se produjo un boom bursátil donde la gente invertía en bolsa de una forma desmesurada, incluso con dinero que no tenían mediante créditos. ¿Os suena de algo la película?

Han pasado 83 años del Crack del 29, y en mi opinión, no hemos aprendido nada. Seguimos “mirándonos el ombligo” pensando que sólo nos salvarán las políticas basadas en el crecimiento económico y la obtención de beneficios inmediatos.

Esta crisis es mundial. Concretamente en España actualmente estamos notando ahora los efectos secundarios de la burbuja urbanística y el endeudamiento paulatino y desproporcionado de la población. Una disminución de los salarios medios sumado a las altas hipotecas debido al suelo infravalorado han provocado el Crak del siglo XXI.

¿Algo está fallando?

Yo diría que nuestros dirigentes mundiales se aferran a la idea de crecimiento a toda costa, reduciendo los gastos sociales para poder hacer frente al endeudamiento de la economía. El crecimiento económico ha sido el objetivo de todas las políticas económicas, dándose por supuesto que por sí solo genera beneficios sociales. Así, el pensamiento económico imperante considera que los países pobres lo son por un crecimiento insuficiente y que los ricos deben mantenerlo para no caer en una situación de pobreza.

Un aspecto significativo de las prioridades del este modelo es el principal indicador que se utiliza para medir el bienestar económico: el Producto Interior Bruto (PIB). Joseph Stiglitz, economista estadounidense y ganador del premio Nobel, argumenta que: “el PIB sólo mide el ingreso total y no mide factores tan importantes como la seguridad, el impacto ambiental y la igualdad, entre otros, y que los gobiernos deben cambiar la manera de medir el “Progreso”. Ver “El PIB ha muerto, ¿qué hacemos ahora?”.

 

 

La sociedad deberá realizar un cambio en nuestro concepto de bienestar, y abandonar la espiral de «crecimiento» constante que genera pobreza, destrucción ambiental y precariedad.

El cambio no será fácil, la gente que tiene hoy el poder económico/político no quiere que se cambie de modelo. Además a la mayoría no le gusta ganar menos, eso supone un agravio, aferrándose a la idea de comprar por comprar, a dar importancia a los bienes materiales por encima de muchas otras cosas. Debemos concienciarnos que se puede vivir con menos, y lo mejor de todo, podemos se igual o mas felices, racionalizando los recursos y dándole importancia a lo que realmente la tiene, “la vida”.

Por ello hay que luchar, y entre todos con movimientos antisistema, con insumisión pacífica, podemos desbancar a los mercados financieros como epicentro de la sociedad. Para ello debemos a llegar a una economía más solidaria y justa, basada en el decrecimiento.

¿Que es el decrecimiento?

Actualmente estamos en una fase de desaceleración que hunde a nuestras sociedades en la desesperación a causa del desempleo y el abandono de programas sociales, culturales y ecológicos que aseguran un mínimo de calidad de vida.

El decrecimiento es una corriente de pensamiento fundada en el simple hecho de la imposibilidad de mantener una economía siempre expansiva, que tiende al crecimiento ilimitado, en un planeta con recursos naturales limitados. Nació a principios de los años 70 de la mano del economista estadounidense de origen rumanés Nicholas Georgescu-Roegen.

El decrecimiento supone una organización diferente de la sociedad, cambiando nuestra forma de pensar hacia el decrecimiento. «Menos para vivir mejor”.

Los partidarios del decrecimiento proponen un consumo responsable y una producción controlada y racional, permitiendo respetar el medio ambiente, los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta transición se realizaría mediante la aplicación de principios más adecuados a una situación de recursos limitados: escala reducida, relocalización, eficiencia energética, cooperación, autoproducción (e intercambio), durabilidad y sobriedad.

¿Qué opinas sobre el decrecimeinto? ¿Serías capaz de vivir más feliz con menos dinero?. Nos gusta saber tu opinión. Envíanos tu comentario.