Mañana, 3 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Vida Silvestre 2023, una jornada para reflexionar sobre las numerosas especies animales y vegetales que se encuentran en peligro de extinción.

La ballena de los vascos en peligro de extinción

Es lo que le sucede a los ejemplares de esta ballena de los vascos (Eubalaena glacialis), según la Lista Roja de la UICN, ya que se encuentran entre las ballenas más amenazadas en el mundo. De hecho, se encuentran protegidas por las leyes en Estados Unidos, la Ley de Especies en Peligro de Extinción y la Ley de Protección de Mamíferos marinos. Al parecer todavía viven alrededor de 400 ejemplares en el oeste del Atlántico Norte. 

Ballenas

Imagen de ballena y su ballenato

Antes se podían divisar ejemplares en territorio español, pero desde hace años han desaparecido de nuestras fronteras. Las causas son múltiples: entre ellas la feroz captura hacia la especie, y, por lo tanto, la dificultad de volverse a reproducir, hicieron que década tras década fueran aniquilándose. Actualmente, la pesca de esta especie está prohibida en todo el mundo.

También su declive ha tenido que ver con las diversas colisiones que muchas veces suceden con los barcos, pero además afectan a su reproducción la baja diversidad genética, la escasa disponibilidad de alimento y la ingestión de materiales plásticos confundidos con alimento, los contaminantes químicos y las biotoxinas.

El declive de la especie por la caza

En el Atlántico Nordeste los primeros registros de caza de ballenas francas corresponden al Golfo de Vizcaya durante el siglo XI. Se capturaban decenas de ballenas cada año hasta 1650 y a lo largo de todo el siglo XVIII en que se produjo un notable descenso.

En el Cantábrico se llegaban a contabilizar unas tres capturas por año y puerto, durante la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII. En la primera mitad del siglo XVII este valor cayó hasta 0,5 ballenas por año y puerto. Esta intensidad de captura perece que se mantuvo en los puertos del Atlántico, si comparamos series contemporáneas con puertos del Cantábrico, más intensamente explotados desde antiguo.

En los puertos vascos se detectó un descenso continuado de capturas a lo largo de los tres últimos siglos de explotación. En el norte de Europa todavía se capturaron entre 134 y 137 ballenas francas desde 1900 hasta 1937.

Actualmente no existe una población estable en el Atlántico nororiental y los animales observados en las últimas décadas podrían proceder del oeste del Atlántico. Por ello, la población oriental de la especie se considera extinguida.

No obstante, ha habido diversos avistamientos desde 1960, en concreto en Estaca de Bares (A Coruña, 1993), Cabo San Vicente (Portugal, 1995) y Canarias (varias localidades en La Gomera y Tenerife, 1995).

Comportamiento de la ballena de los vascos

Selecciona aguas poco profundas cercanas a la costa en bahías y penínsulas. A lo largo de su ciclo anual ocupa dos tipos de hábitats; en verano, se desplaza hacia aguas frías del Atlántico norte ricas en zooplancton; en invierno, las hembras preñadas emigran hacia aguas subtropicales y allí tienen lugar los partos. Se alimentan de copépodos calanoides y otros pequeños invertebrados (copépodos pequeños, krill, pterópodos y larvas de percebes).

En relación a la reproducción, las primeras gestaciones se producen a partir de los nueve o diez años de edad. Éstas duran aproximadamente un año. El intervalo entre los nacimientos parece haber aumentado en los últimos años, y ahora los promedios son de tres a seis años.