La  sostenibilidad medioambiental ha pasado de ser un lujo a considerarse una necesidad que afecta a todos los habitantes del planeta. Hoy nos inclinamos a pensar que constituye una necesidad que compromete por igual a todos los habitantes del planeta. No se trata de vivir confortablemente, sino de impedir que el cambio climático hagan del planeta un lugar inhóspito para nuestra especie. En este proceso se ha convertido en un elemento polarizante, un choque de ideas entre el ecologismo radical y el negacionismo conservador.

 

El ecologismo radical es un movimiento social y político que defiende la protección y conservación del medio ambiente y los derechos de los seres vivos, incluyendo a los seres humanos. Estos activistas creen que es necesario tomar medidas radicales para proteger la Tierra y su biodiversidad, ya que el planeta se encuentra en peligro debido al cambio climático y la degradación ambiental causada por la actividad humana.

Por otro lado, el negacionismo conservador es una corriente ideológica que niega la existencia del cambio climático y otros problemas ambientales, y que defiende la continuación de las prácticas económicas y políticas actuales, aunque estas puedan tener un impacto negativo en el medio ambiente. Los negacionistas conservadores suelen rechazar la evidencia científica que demuestra el cambio climático y otros problemas ambientales, y argumentan que estos son exagerados o incluso falsos.

El ecologismo radical y el negacionismo conservador se posicionan en los extremos opuestos 

El ecologismo radical y el negacionismo conservador son dos posiciones opuestas y difíciles de conciliar. Mientras que el ecologismo radical aboga por la protección del medio ambiente y la vida en la Tierra a cualquier costo, el negacionismo conservador se enfoca en la protección de los intereses económicos y políticos a expensas del medio ambiente.

El ecologismo radical tiene sus raíces en el movimiento ambientalista de los años 70, y se ha desarrollado en una corriente más radical y militante en los últimos años. Los activistas ecologistas radicales defienden la no violencia y la desobediencia civil, y han realizado protestas y acciones directas para llamar la atención sobre problemas como la degradación del medio ambiente y la destrucción de ecosistemas.

Por otro lado, el negacionismo conservador ha sido promovido por algunos grupos de interés y políticos que se oponen a las políticas ambientales y a la regulación del cambio climático. Estos grupos suelen tener una agenda económica y política que se ve amenazada por las políticas ambientales, y utilizan el negacionismo como una forma de justificar su oposición a estas políticas.

Los negacionistas sostienen que el cambio climático es un proceso del ciclo natural, que el CO2 forma parte de la vida y su impacto en la atmósfera es mínimo. Otra forma de negación es atribuir una especie de conspiración global a los científicos que se alinean para enmascarar los datos y manejar marcos analíticos sobre el clima que son provisionales y poco confiables.

A pesar de que el negacionismo conservador es rechazado por la mayoría de la comunidad científica y las pruebas de la existencia del cambio climático son abrumadoras, este negacionismo sigue siendo promovido por algunos grupos de interés y ha sido utilizado para socavar la adopción de políticas ambientales.

¿Se puede tener un equilibrio entre estas dos posiciones opuestas? 

En el contexto mediático en el que nos hallamos inmersos, se ha detectado por la ciudadanía un «pasotismo político» de todas las fuerza más representadas políticamente, cuando trata de temas ambientales. Parece que los mejores demócratas son aquellos que establecen cierta equidistancia con todas las opiniones expresadas. Si el público no presiona sobre los políticos para que actúen, estos no tomarán decisiones ni intervendrán.

En resumen, el ecologismo radical y el negacionismo conservador son dos corrientes ideológicas y políticas opuestas que tienen un enfoque diferente. Es importante tomar en cuenta estas diferencias y comprender las consecuencias de cada posición a la hora de tomar decisiones políticas y económicas que afecten al medio ambiente y a la vida en la Tierra.