Faltan pocos días para la celebración del Día Internacional contra el Cambio Climático 2020, pero hay muchas voces científicas que se mantienen escépticas, y otras que señalan la no existencia de una emergencia climática. Además, de las que han afirmado con rotundidad que lo peor del cambio climático está por llegar.

¿Hay realmente una emergencia climática?

¿Las sequías, las inundaciones, o los terremotos son todos consecuencias del cambio climático?

Pero no podemos sopesar ninguna de ellas, si no tenemos claros sus argumentos, que en cualquier caso podrían ser razonables, y sobre todo teniendo en cuenta que hay mirar todo de forma objetiva. Porque lo que sí es cierto es, que en muchos casos, como en otras cuestiones sucede, hay que saber mirar con lupa si existe un conflicto de interés que lleve a algunos de ellos a realizar estudios que favorezcan una teoría u otra, algo bastante común en este sistema capitalista.

Científicos que afirman que no hay emergencia climática

Estados Unidos

Entre los científicos más destacados, que son más de cientos en todo el mundo, de esa teoría que habla de una falsa alarma climática está el profesor Richard Lindzen. Un físico norteamericano estudioso de la atmósfera, profesor emérito del Massachusetts Institute of Technology (MIT), conocido por su trabajo sobre la dinámica de la atmósfera intermedia, las mareas atmosféricas y la fotoquímica del ozono.

De hecho, como el resto de los componentes del plantel, no dudan en señalar a la ONU como auténtica responsable de las falacias inventadas con el cambio climático por bandera, creando un gran teatro y negocio para que hagan sentirse responsables a la ciudadanía y a las empresas. Con inversiones y subvenciones millonarias para financiar los proyectos «verdes».

En el vídeo anterior Lindzen explica que todos los científicos coinciden en que el clima siempre está cambiando y el CO2 es un gas de efecto invernadero sin el que la vida en la tierra no es posible. Afirma que los niveles de CO2 en la atmósfera han subido, al igual que la temperatura media global, pero no hay razones para alarmarse, porque la predicción sobre los futuros estados del clima a largo plazo no es posible.

Italia

30 climatólogos y ecólogos italianos también se manifestaron en contra de la teoría de la emergencia climática, argumentando que esa organización solo financiaba los estudios científicos de aquellos investigadores que luego publicaban «lo políticamente correcto».

Holanda

El profesor holandés Guus Berkhout, un ingeniero holandés especializado geofísica y acústica, es cofundador de la organización Climate Intelligence Foundation (CLINTEL), que se mantiene en una postura opuesta frente a la teoría del cambio climático.

Chile

En Sudamérica, también nos encontramos con Douglas Pollock, un ingeniero civil industrial chileno que se ha dedicado en los últimos años  al estudio y la difusión de la ciencia y la economía sobre el cambio climático. Promulga las negativas consecuencias de las energías renovables.

Explica de forma clara: «El hombre no es culpable del cambio climático, tampoco puede evitarlo ni modificarlo. El cambio climático depende del sol y de la lentísima pero variante rotación de la tierra sobre la estrella. Es decir, el hombre no es culpable». Añadiendo: «El CO2 no es enemigo de la vida humana: todo lo contrario, y el enemigo de la humanidad no es el calor, sino el frío».

Lo que nadie discute, ni unos, ni otros, es que la tierra se encuentra con una contaminación desmesurada, eso se puede constatar, y ha sido consecuencia del hombre, en exclusiva. Ahora, también es cierto, que estos científicos subrayan que: “La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas, y que ha habido otros calentamientos globales anteriores que han sido mucho más intensos que el actual». 

Me quedo con esta frase tan clara sobre esta cuestión, que en algún momento pronunció por sus labios Johann W. Goethe: 

Si los hombres, una vez que han hallado la verdad, no volviesen a retorcerla, me daría por satisfecho.