En el Día Mundial del Medio Ambiente 2020, que se celebra el 5 de junio, debemos apostar por mejorar las praderas de pastos marinos, que se han convertido en uno de los recursos más primordiales para luchar contra la contaminación a nivel global. La restauración y conservación de estos ecosistemas marinos juega un papel fundamental para los océanos.

Praderas de pastos marinos para unos mares y océanos más limpios

Gracias a ellos, podemos disfrutar de aguas más limpias y cristalinas con una mayor oxigenación, un hábitat perfecto para el desarrollo de la vida submarina, un espacio natural para que prospere la biodiversidad en su máxima plenitud. Se trata de un lugar para alimentarse, tener descendencia y residir para muchas especies marinas.

Praderas de pastos marinos

Pradera marina con peces Damisela. Imagen de Dimitris Poursanidis.

Contaminación y fenómenos meteorológicos extremos

Al igual que ocurre en la tierra firme, estas praderas marinas contribuyen a evitar la erosión y la degradación. En este caso, el de las olas cuando se producen fenómenos meteorológicos marinos extremos, cada vez más comunes con el cambio climático.

Los gases de efecto invernadero que la Tierra ha ido acumulando a lo largo de décadas han provocado una gran concentración de energía en los mares y océanos (absorbiendo calor y dióxido de carbono), que está repercutiendo en la actualidad en su calentamiento y en su acidificación, pero como todo las partes en el mundo están conectadas, influye a su vez en la atmósfera, y viceversa. De ahí la aparición de trombas o de ciclones o huracanes marinos, que cada año sufren muchos lugares.

Los océanos absorben más del 90 % del exceso de energía.

Las olas de calor marinas se han generalizado. Así debemos tener en cuenta, que en el año 2019, los océanos han registrado de media unos 1,5 meses de temperaturas inusualmente cálidas.

Un 38 % de esos fenómenos se clasificaron como “fuertes” y un 28 % como “moderados”, en las zonas oceánicas afectadas por olas de calor marinas. En cambio en las grandes zonas del Pacífico nororiental se ocasionó una ola de calor marina clasificada como “severa”.

Praderas marinas

Rizomas de pradera marina. Imagen de Dimitris Poursanidis.

Función esencial para la vida submarina

Ha aumentado la acidez de las aguas un 26 % desde el inicio de la revolución industrial.

Por todas estas razones, es indiscutible que se destinen todos los recursos posibles para promover la recuperación de las praderas de pastos marinos. Ojo al dato: solo ocupan 0,2% del fondo marino, pero contribuyen a capturar 10% del carbono almacenado por los océanos -el llamado “carbono azul”-, y pueden retener carbono de la atmósfera hasta 35 veces más rápido que los bosques tropicales.

Los manglares, marismas y praderas de pastos marinos pueden almacenar hasta 1.000 toneladas de carbono por hectárea, mucho más que la mayoría de los ecosistemas terrestres.

Las causas de su desaparición son muchas, pero las que más les puede influir, están causadas por la actividad antropogénica: la pesca insostenible con redes de arrastre, las actividades de ocio y transporte, y, por supuesto, el derrame de productos tóxicos altamente peligrosos para la vida submarina (combustibles, sustancias procedentes de la agricultura intensiva o de la industria…).

El caso de la «Posidonia oceanica» en el Mediterráneo

Una de las praderas de pastos marinos más importantes en todo el mundo, y en especial, en nuestro país, son las de Posidonia oceanica. Centradas en el mar Mediterráneo, este tipo de arrecife que se puede encontrar en numerosos lugares en extensiones de varios kilómetros, corre el peligro de desaparecer. Su densidad se habría reducido hasta en un 50% en la segunda mitad del siglo XX.

Debido a su lento crecimiento, es de vital importancia crear programas para que todos los lugares en donde habita sean protegidos. Se han realizado proyectos científicos para su reintroducción mediante la reimplantación de semillas de esta especie germinadas en laboratorio y de restos procedentes de fragmentación natural. Siendo las áreas en donde se ha llevado a cabo la Bahía de Talamanca (Ibiza) y la Bahía de Santa Ponsa (Mallorca).

La extensión de praderas incluidas en la red Natura 2000 en todo el Mediterráneo ocupa sólo unos 0,3 millones de hectáreas, es decir, entre el 6% y el 12% de la extensión global de las praderas (Save Posidonia Project).

¿Por qué desaparece?

Aunque se denuncian en multitud de ocasiones, que estos espacios naturales son habitualmente perjudicados, como ha sucedido esta misma semana, según aparece en el Diario de Mallorca: «Un grupo de ecologistas denunció en la noche del lunes ante el 112 la presencia de media docena de atuneros fondeados, sin respetar la distancia con la costa, sobre posidonia en la bahía de Porroig (Eivissa), según explicó ayer una de las activistas movilizadas, que prefiere guardar su anonimato. Estas embarcaciones pertenecen a la flota procedente de la Península y Francia que ayer comenzó la campaña del atún rojo con pesca de cerco, que se concentra entre las Pitiusas y el levante peninsular». 

También, el pasado temporal de «Gloria», que realizó un destrozo impresionante en todo el litoral mediterráneo, ha arrancado muchas colonias de Posidonia oceánica por la fuerza de las olas, unas colonias tardan décadas en volver a crecer. Juan Guillén, jefe de Investigación del Área Marina del instituto de Ecología Litoral, explicó en su momento, que un metro de altura de sedimento de rizoma necesita casi mil años para crearse.

No podemos dejar de actuar, porque no hay tiempo para su recuperación, todo el mar Mediterráneo está en juego.