La 78 edición de la Feria del Libro de Madrid arranca en el Parque de El Retiro con varias polémicas que seguramente traerán cola, no sé si tanta como la que se suele organizar con la firma de libros por los escritores más solicitados por los lectores, acostumbrados a aguantar carros y carretas.

La primera polémica, con la creación del cartel por la ilustradora Sara Morante, que después de la censura en la feria pasada del libro de Nacho Carretero, Fariña, ha plasmado el poder de la misma en muchos lugares del mundo con ese libro incendiado y que sujeta esa mujer anónima vistiendo una camiseta con La gran ola de Kanagawa, de Hokusai, como símbolo de la fuerza y la resistencia.

Feria del Libro de Madrid

Cartel de la Feria del Libro de Madrid 2019.

A ello se le ha unido, que es de las pocas féminas que han logrado participar como diseñadora del cartel de la feria. Solamente hubo tres anteriores a ella, y la sombra de la mala prensa que tuvo el cartel de una de sus predecesoras, ha hecho que esa ola llegase para levantar esos viejos cimientos carcomidos y dar vida a una nueva era.

Un parque histórico, para una feria histórica

La segunda polémica llega con el tema de su próximo destino/ubicación. Está ya en boca de todos, y quien más o quien menos, ya está elucubrando con la conveniencia o no de ese cambio para la Feria del Libro de Madrid. Y es que todo se aprecia según el prisma con el que se mira.

Intentando ser imparcial, hay que aclarar que se trata de una de las actividades culturales con más solera en Madrid, a la que asisten madrileños y gentes venidas de muy diversas partes del planeta, porque ya es un referente mundial (me parece mentira, pero lo hemos conseguido a base de pluma y papel). Es decir, es uno de los acontecimientos de la primavera más esperados para los voraces lectores, tanto para darse un garbeo y ver las novedades en las casetas, como para poder ver de cerca a sus más admirados autores (firma del libro incluida); y también, para disfrutar de sus atractivas actividades para todos los públicos, secundarias, pero no por ello menos esenciales.

Feria del Libro de Madrid 2019

Se ha incrementado el presupuesto de la programación cultural de la Feria del Libro de Madrid 2019 hasta cifrarse en un 14%.

La cuestión que nos atañe y que va a tener sus detractores y seguidores, es que es imposible quitarle el halo que la envuelve por el lugar en donde se ubica (se puede aplicar la cursilería de un «marco incomparable»), nada menos que los Jardines del Buen Retiro. Uno de los espacios verdes más interesantes de la capital de España para disfrutar del tiempo de ocio, y el que cuenta con más variedad de especies vegetales y con los más impresionantes árboles, esos gigantes que nos observan desde las alturas; además, de monumentos únicos.

19.190 ejemplares de 163 especies diferentes, según un inventario realizado a lo largo de 2015, componen la masa forestal de este parque. Hay árboles centenarios, pero no tantos como debería, ya que con la Guerra de la Independencia se malograron la mayoría, aunque el que se sabe que alcanza más edad es el Ahuehuete (Taxodium mucronatum), con unos 200 años de existencia (sí, es el «abuelete»). 

Feria del Libro de Madrid

Palacio de Cristal de El Retiro.

Teniendo en cuenta que en la edición pasada asistieron 2,2 millones de visitas, la controversia está servida. ¿Puede albergar esa masa ingente de personas proveniente de la Feria del Libro sin que existan consecuencias para la naturaleza que habita este parque histórico? Lo dudo mucho, porque la mayoría de las personas que pasan por allí, no se quedan solo y en exclusiva andando por el cemento, también aprovechan para visitar el resto del recinto, incluido el pisotear el césped, dejar residuos y si es posible machacar y arrancar unas cuántas ramas y plantas.

No es solo el hecho de que vaya esa muchedumbre, lo que realmente interfiere es su comportamiento, que no suele ser el más correcto con la biodiversidad que allí habita. De cualquier modo, si fuese un lugar que quisiéramos conservar intacto los madrileños, habría que tomar medidas de conservación muy severas, pero por el momento es un espacio de entretenimiento para cualquiera que visita esta ciudad. Es el parque de Madrid por excelencia.

Feria del Libro de Madrid 2019

Pensamientos en los jardines del Parque de El Retiro.

Aparte de eso, la feria se esfuerza por ser un referente en sostenibilidad midiendo la huella de carbono que genera, siendo la del año pasado en 17 días, 43 toneladas de CO2.

Otra de las cuestiones principales, que tenían que haber hecho hace mucho tiempo y que por fin se van a poner a ello, es la elaboración de un estudio con nuevas mediciones entre las que se incluye la variable del público asistente.

«Todo el material impreso que genera —incluidas las bolsas que entrega a los expositores para las casetas—, está certificado y lleva el sello PEFC y/o FSC que garantiza que las materias primas utilizadas proceden de bosques gestionados de forma sostenible», aseguran desde la feria.

La energía renovable está presente en la feria, pero se quiere sustituir los generadores por placas solares en los pabellones para los próximos años. Y como coincide en las fechas con el Día Mundial del Medio Ambiente, en esta edición se quiere rendir un homenaje a esta celebración plantando un árbol del país invitado, República Dominicana. Una iniciativa que comenzó ya el año pasado con Rumanía.

Feria del Libro de Madrid 2019

Cipreses del Parque de El Retiro.

Ese impacto que la feria genera, está claro que repercute de forma positiva en todo el barrio circundante, sobre todo desde el punto de vista económico. Pero, si con ese enclave privilegiado, la feria es un placer para los sentidos, ¿ocurriría lo mismo con la luz artificial de los pabellones cerrados del IFEMA? La respuesta es negativa a todas luces.

Todo tiene su valor, por eso debemos echar en la balanza si nos compensa más cuidar este parque como espacio natural o dejarlo para actos y celebraciones. ¡Ahí os dejo con la duda! El incendio del libro del cartel ahora está en nuestras cabezas.