Mañana es el Día Mundial del Agua 2019, una fecha con una importancia extraordinaria para toda la vida en el mundo. En este caso, se quiere concienciar de que el agua potable es un bien escaso, procurando su conservación podremos garantizar unas mejores condiciones de vida para todos los seres que habitan el planeta. Este año se ha querido hacer hincapié en esta cuestión con el lema «Agua para todos», porque el agua dulce es un derecho de todos y para todos.

Día Mundial del Agua 2019

El agua dulce es un recurso natural que debe considerase como un tesoro.

Mujeres y niñas las más afectadas

Las mujeres y los niñas son el grupo de población más perjudicados, son las que a menudo se encargan de recoger el agua en los países más pobres, recorriendo unas distancias extenuantes cargados con litros y litros de agua sobre sus cuerpos; y también son los más afectados en el caso de su falta. Los datos hablan por sí mismos: en ocho de cada diez hogares de los que carecen de agua sucede esta situación.

En el caso de los menores, la situación es realmente lamentable: una de cada cuatro escuelas primarias en todo el mundo carece de abastecimiento de agua potable, y los alumnos consumen agua de fuentes no protegidas o pasan sed, y más de 700 niños menores de cinco años mueren todos los días de diarrea, a causa del agua insalubre o un saneamiento deficiente. La infancia, según en el país en el que naces, puede no ser la época más feliz de la vida.

Día Mundial del Agua 2019

En muchos lugares del mundo, las mujeres y las niñas son las encargadas de proporcionar el agua a sus hogares.

Hay que considerar que millones de familias en el mundo dependen de ese agua para su seguridad alimentaria, su economía, su desarrollo, e incluso para poder acceder a la educación. De hecho, se piensa que para el año 2030, 700 millones de personas en el mundo podrían verse forzadas a desplazarse debido a la escasez de agua.

El cambio climático detrás de la falta de agua potable

Este recurso natural tan valioso, en los países desarrollados se desperdicia impunemente, sin consecuencias. Algo que no debería estar permitido, más bien tendría que estar penalizado por la ley. Esperemos que pronto se haga realidad.

El cambio climático está provocando grandes sequías en muchos países, incluso en nuestro territorio las previsiones no son nada halagüeñas. Los científicos, desde hace más de veinte años, afirman que la desertización avanzará inexorablemente hasta la cornisa cantábrica. Única zona que se salvará, según los estudios realizados.

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La sequía es una de las caras del cambio climático.

España es el país más árido de Europa, y debido a los fenómenos meteorológicos que se han ido sucediendo, además de a la pésima política hidráulica llevada a cabo por los gobiernos, el abuso de la agricultura y ganadería intensiva, el desarrollo humano (en especial, la urbanización), la deforestación y la falta de implicación en las políticas forestales para poder mantener una mayor cantidad de agua potable; nuestra perspectiva de futuro poco tiene de positiva y sostenible en el tiempo.

Día Mundial del Agua 2019

Día Mundial del Agua 2019: Mapa mundial de la FAO que muestra la escasez de agua por países y continentes.

Día Mundial del Agua 2019: por un cambio de estrategias

Muchas veces estas políticas han dado prioridad a las ganancias económicas a corto plazo, sin tener en cuenta la degradación de los recursos a largo plazo y el impacto en los servicios ecosistémicos. Se ha llevado a un agotamiento generalizado de las reservas de aguas subterráneas, que incluye la explotación irreversible de algunos acuíferos. Este agotamiento de las aguas subterráneas ha contribuido además al hundimiento de las estructuras de algunos acuíferos. El uso eficiente del agua tendría que ser una prioridad para los gobernantes. 

La modernización de los sistemas de regadío adecuándolos a cada zona en particular, incluyendo la captación de agua de lluvia, y el uso de sistemas de agricultura respetuosos con el medio ambiente y la biodiversidad, como solían ser los sistemas agrícolas tradicionales, además de la agricultura ecológica, biodenáimica y regenerativa o permacultura; podrían ser la solución a muchos de los problemas que han derivado en la falta de agua potable.

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Las aguas subterráneas son las más dañadas por el desarrollo humano y la agricultura y la ganadería intensivas.

Según uno de los últimos estudios realizado por la FAO (Organización de las Naciones unidas para la Alimentación y la Agricultura), el aumento neto de la superficie cultivada durante los últimos cincuenta años es atribuible al incremento neto de los cultivos de regadío, mientras que los sistemas de cultivo de secano muestran un ligero descenso. La agricultura de regadío ha tenido un profundo impacto en los ecosistemas relacionados con el agua. El régimen de los caudales fluviales se ha alterado, a veces con considerables efectos negativos en la disponibilidad de agua y los ecosistemas acuáticos del curso inferior de los ríos, con la consiguiente reducción del agua vertida al mar. Muchos ríos utilizados intensivamente para el riego ya no tienen suficiente caudal para mantener los sistemas fluviales «abiertos».

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En el sudeste asiático, muchos ríos ya no llegan al mar por su uso intensivo.

En algunas cuencas densamente pobladas de China y la India, los ríos ya no vierten agua al mar, lo que ocasiona un avance de la salinización aguas arriba y pérdidas en el hábitat y las actividades económicas de la costa. A ello se unen los graves problemas de contaminación del agua relacionados con la agricultura y la industria, como son el exceso de nutrientes acumulados en las aguas superficiales y costeras, la acumulación de nitratos en las aguas subterráneas y la acumulación de pesticidas en las aguas subterráneas y en las masas de agua superficiales.

Detrás de todo este problema tan grande que se nos avecina a todos los habitantes de la tierra, como es la escasez de agua dulce, está la degradación ambiental por causas antropogénicas (el cambio climático es una consecuencia más). Nuestros ecosistemas cada vez van a ser más frágiles, si no ponemos todos nuestros sentidos en intentar disminuir el daño causado a la naturaleza, nos tendremos que ir acostumbrando a que la Tierra nos devuelva el «favor» que le hemos hecho en forma de sequías o inundaciones, según las circunstancias.