El barrio ecosostenible de Hammarby Sjöstad (Lago Hammarby) en la ciudad de Estocolmo (Suecia), es uno de esos lugares donde te gustaría vivir, porque lo tiene todo para poder disfrutar de la vida con todas las comodidades, pero sin una repercusión ambiental excesiva como la que se suele dar en la mayoría de las urbes de países desarrollados.

El desarrollo, por desgracia, trajo consigo avances brillantes, pero que se traducían en un impacto ambiental de enormes dimensiones que con el tiempo llegó a cambiar la flora, la fauna, los ecosistemas, la biodiversidad; y, por supuesto, el clima.

barrio ecosostenible

Una plaza del barrio ecosostenible de Hammarby Sjöstad.

Imagen de Tengbom Architects

Un modelo de  barrio ecosostenible

Esta capacidad de alojar a miles de personas en un mismo espacio, planteó muchos problemas que se fueron resolviendo en la mayoría de los casos de manera muy dudosa, excepto en ejemplos admirables como el barrio ecosostenible de Estocolmo, en donde se pensó un poco antes de actuar.

La realidad comenzaba cuando se designó a Estocolmo como sede de los Juegos Olímpicos del año 2004. De esta manera se empezaron a desarrollar unos planes urbanísticos muy reflexionados para albergar a los deportistas, aunque finalmente los juegos fueron a parar a la ciudad griega de Atenas, esta gran inversión no se hizo en balde (como en otros lugares); sino que sirvió como modelo de referencia para otras ciudades, ese espejo en el cual se querían ver reflejadas.

Y es que no les faltaban motivos: el equipo multidisciplinar que diseño las viviendas no dudó ni un momento en crear casas para facilitar la vida a los ciudadanos, pero con una clara conciencia ambiental que se transformó en un “circuito cerrado de metabolismo urbano”.

barrio ecosostenible

Vista de una edificación del barrio ecosostenible de Hammarby Sjöstad.

Imagen de Björn Lofterud

Economía circular: todo se aprovecha nada se tira

 

Como si se tratase de nuestro sistema digestivo, unas materias resultaban beneficiosas y se reabsorbían, mientras otras eran expulsadas, para volver a reutilizarse. El agua, la energía y los residuos estaban dentro de ese proceso digestivo.

De esta forma se dispuso en el suelo el llamado sistema ENVAC, que succionaría los residuos de cada habitante, clasificándolos y transportándolos para su reciclaje. Con este tipo de aprovechamiento, ya no hacía falta el gasto de tener una flota de camiones que recogiesen y distribuyesen todos los tipos de basura, con el consiguiente ruido y suciedad.

Así cada vivienda podía transformar sus residuos sólidos en abono y sus aguas residuales en energía térmica con biogas, usándose para calefacción en edificios públicos o para combustible en transporte público.

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El sistema de recolección de residuos ENVAC que los succiona y los transporta para su reciclaje.

Imagen de ENVAC

Se pensó que la mejor manera de moverse en este barrio ecosostenible, era con el uso del tranvía; a su vez complementado por las bicicletas, el coche compartido o el ferry gratuito. Un diseño lineal de barrio que se bastó de solamente cinco edificios residenciales únicos, con espaciosos parques verdes en su interior y en su exterior. Facilitando la plantación de huertos en pequeños invernaderos.

A este conjunto se le suplementó con unos tejados verdes que albergaban más vegetación para producir más oxígeno, utilizando la recolección de las aguas pluviales para su riego. En estas zonas se dispusieron numerosas placas solares, para que la energía solar suministrase electricidad y calefacción a los hogares.

Un barrio pensado y diseñado para moverse en transporte público, no en coche, que recibió el prestigioso premio de arquitectura Kasper Salin Prize.