Las redes japonesas, que se instalan en los invernaderos de forma ilegal, se han convertido en una seria amenaza para muchas aves, entre ellas el gorrión común, elegido por SEO/BirdLife como Ave del Año 2016 precisamente por su alarmante declive poblacional, que pasa hasta cierto punto inadvertido por ser un ave tan popular y extendida.
En Almería, la región española con más invernaderos y donde muchas personas viven de la agricultura intensiva y la exportación de sus productos, esta práctica se está haciendo tristemente común y llega a ser demasiado fácil hacerse con una de estas redes para atrapar aves.
Así lo denuncia el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM), que alerta sobre la política del “todo vale” que tiene lugar en la provincia andaluza en todo lo que se refiere a los invernaderos y la agricultura. Los números, la productividad y el beneficio se imponen sobre cualquier práctica que pueda perjudicar al medio ambiente, ya estemos hablando del suelo, el agua o los seres vivos de la región.
Pero esto ni siquiera se piensa con detenimiento, ya que, en el caso que nos ocupa, las redes japonesas están acabando con especies insectívoras, que aportan un beneficio a los cultivos al ayudar a combatir las plagas de insectos que los propios agricultores desean eliminar. Todo un cúmulo de despropósitos que concluye con gorriones, verderones y mirlos atrapados en estas redes, donde acaban muriendo por inanición, hipotermia, deshidratación o traumatismos, lenta y dolorosamente.
Según denuncia el GEM, los agricultores que quieren instalar estas trampas mortales para los pájaros, alrededor de los invernaderos o dentro de ellos, pueden conseguirlas fácilmente en comercios de la zona e incluso comprarlas a través de internet. No hay que emplear mucho tiempo en comprobar este punto, en tan solo una búsqueda accedemos a esta web de compraventa entre particulares donde ofertan diversas redes japonesas para protección de cultivos y loan su efectividad a la hora de atrapar aves.
El grupo ecologista hace una lista, en su comunicado, de las leyes que vulnera este método, entre ellas la Ley 8/2003 de Flora y Fauna Silvestres y la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad, así como el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, en función del animal que caiga en la trampa, algo imposible de saber al ser un método no selectivo, que pretende atrapar a cualquier ave que tenga la mala suerte de pasar por ahí.
El Seprona contra los invernaderos ilegales
Afortunadamente, tanto la policía autonómica como el Seprona están colaborando para perseguir estas prácticas ilegales y están multando a los agricultores que emplean las redes japonesas, por delitos contra la fauna al capturar aves de forma ilegal.
Lo peor es que la principal motivación para usar estos artilugios prohibidos, que es la económica, tampoco tiene mucho sentido. Al margen de capturar especies insectívoras, que colaboran de forma natural en el control de plagas, la mala publicidad puede dañar las ventas en Europa de productos almerienses, lo que golpearía gravemente a este mercado.
En los países del centro y norte del continente, el medio ambiente está mucho más valorado que en España y un producto que no cumpla unos estándares de respeto ambiental o se vea envuelto en una polémica de este tipo, puede ser condenado al ostracismo por los consumidores, los que al fin y al cabo tienen la última palabra a la hora de comprar.
La sensatez debe imperar en los agricultores, que tienen que pensar no solo en sus cultivos, sino en el entorno del que viven y en los consumidores de los que dependen. Solo contentando a todas las partes, respetando, puede lograrse la excelencia.
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