Ya quedan pocos días para que finalice la estación, pero todavía abundan en el mercado muchas de las frutas y verduras de otoño. Es imprescindible que llevamos en nuestra cesta de la compra semanal algunas de ellas, ya que prácticamente todas tienen una gran cantidad de vitaminas y minerales que nos van a ayudar a combatir los primeros fríos otoñales que suelen ser los más traicioneros, porque suelen coger desprevenidos a la mayoría y con las defensas del organismo bajas.
Dentro de las verduras, se pueden destacar la acelga. Rica en betacarotenos, ácido fólico, hierro, fibra, calcio, vitamina K y C, potasio y magnesio; es perfecta para preparar guisos o cremas. Su buen sabor, hace que acompañe bien casi todos los platos, sobre todo de cuchara, es decir, los que lleven legumbres.
La lombarda es una de mis preferidas. Como todas las crucíferas, sus compuestos azufrados hacen que sea uno de los alimentos recomendados para prevenir el cáncer, o para problemas relacionados con el estómago o el duodeno. Su potente color y sabor da una nota cromática y de rotundidad en la boca a cualquier receta tradicional. Destaca por su composición de vitamina A y C, calcio y potasio.
El rábano es otra planta crucífera, aunque no lo parezca por su forma. Los hay de muchos colores, rojos, blancos o negros, pero al parecer, estos últimos son los que contienen más sustancias beneficiosas. Aunque en nuestro país, los más conocidos son los rojos. Son especialmente apreciados para mejorar la función biliar de nuestro cuerpo, o para enfermedades del hígado en general. Ayudan a realizar una correcta digestión. Diuréticos y con mucha vitamina C se indica su consumo para estimular la vesícula o los riñones.
El boniato es otra de las verduras que merece un espacio en nuestra comida otoñal. Casi desterrado por otras, ha reaparecido con una gran fuerza por sus propiedades nutricionales. Se trata de un tubérculo de sabor dulzón que da un toque espectacular a muchos platos. Ahora lo más novedoso, son los chips de boniato, que se consumen como snacks parecidos a las tradicionales patatas fritas. Aporta mucha energía, y facilita las digestiones. Contiene ácido fólico, vitamina A y potasio. Las personas con el colesterol alto o con hipertensión deberían tomarlo varias veces a la semana, para reducir sus niveles.
En cuanto a las frutas, es indispensable comer granada. Una de las frutas con mayor poder antiinflamatorio, que deben consumir aquellas personas que padezcan de artritis o cáncer, entre otras afecciones. Con su precioso color, está claro que contiene una cantidad de vitamina C y vitamina A nada desdeñables. Las “perlas de la vida” realmente la prolongan si es consumida en zumos o en ensaladas, aunque su sabor no convence a todos, por eso se puede enmascarar mezclándola con otros alimentos o endulzándola.
La chirimoya es una fruta deliciosa que sobresale por su riqueza en vitamina A, C y B. Por lo que nuestra vista y piel resultarán más protegidas, y nuestro cerebro funcionará más rápidamente. Para los niños es uno de los mejores alimentos si se encuentran en fase de crecimiento, por la vitamina B.
El membrillo es una de las frutas típicas de la estación para elaborar compotas y dulces como mermelada. Emparentado con la manzana y con la pera, es una fruta de fácil digestión, recomendada para niños o ancianos. Aconsejada a su vez para ulceras, gastritis, acidez de estómago; prácticamente como la manzana roja o la reineta. Su fibra, la pecticina, se cree que es eficaz para proteger el colon o la vesícula biliar. Un alimento antidiarreico y astringente, que contiene alta cantidad de hidratos de carbono, vitaminas del grupo B, vitamina A y potasio.
La castaña es otro alimento que es conocido por su riqueza en hidratos de carbono. Se trata de un fruto seco, pobre en grasa, pero rico en vitamina B, potasio y hierro. Son ideales para asar y combatir el frío, aunque pueden resultar pesadas y poco digeribles si se comen poco hechas o en gran cantidad.
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