El problema del derretimiento del hielo no se limita a las zonas polares. Al calentamiento del Ártico o la Antártida o el retroceso de los glaciares de Argentina o Groenlandia, hay que sumar la subida de temperaturas en el Tíbet. La región autónoma afronta un grave problema de retraimiento de sus glaciares, que podría afectar a más de 1.300 millones de personas del continente asiático.
El Dalái Lama alerta sobre el cambio climático
El Dalái Lama, líder espiritual del budismo, junto a otros líderes del gobierno tibetano en el exilio, ha alertado a la comunidad internacional sobre la desaparición, para 2050, de dos tercios de los glaciares de la región autónoma de China. Asimismo, ha pedido el compromiso de todos los países del mundo para tratar de frenar este desastre ecológico.
Los depósitos de hielo más grandes del planeta, fuera de los polos, se sitúan en el Tíbet, que tiene una altitud media de 4.000 msnm y viene experimentando un aumento de temperatura de hasta 1,3 grados centígrados en las últimas décadas, tres veces la media global, debido al cambio climático. Este deshielo podría llegar a afectar a cerca de 1.300 millones de personas, que viven alrededor de los cursos de agua procedentes de la región autónoma.
En palabras del líder de los budistas, la meseta tibetana necesita ser protegida, no solo por los habitantes de esta región, sino también por la salud ambiental y la sostenibilidad de todo el planeta. Esta región es tan vital como el Ártico o la Antártida para el Dalái Lama, que la considera el “Tercer Polo” de la Tierra.
El mensaje del líder espiritual llega a pocas semanas de la celebración, en París, de la COP21, la Conferencia de las Partes del año 2015 que tiene lugar en la capital francesa y donde se espera que se alcance un gran acuerdo internacional sobre el clima, que pueda revertir la tendencia de las últimas décadas de calentamiento del planeta, sobre todo después de lo prescindible que resultó la COP20, celebrada en Lima en diciembre de 2014.
La línea roja para el acuerdo parece ser el aumento global de 2 grados centígrados de media, como límite máximo para evitar unas consecuencias catastróficas e irreversibles a lo largo de todo el globo. La referencia son los niveles preindustriales, antes de que la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) guiara el progreso de la humanidad.
Precisamente la emisión de carbono, el GEI más extendido en la atmósfera, es uno de los argumentos del gobierno tibetano en el exilio para hacer este llamamiento, ya que estiman que el derretimiento del permafrost en la región autónoma de China podría liberar más de 12.000 millones de toneladas de carbono, una cantidad que aceleraría notablemente el calentamiento global y pondría contra las cuerdas a la comunidad internacional, en sus tímidos intentos de alcanzar acuerdos globales para frenar el cambio climático.
El Dalái Lama se suma así al Papa Francisco, que en julio pasado destacaba en su encíclica la importancia de alcanzar un acuerdo en París que sustituya al Protocolo de Kioto y conciencie a toda la población de los graves problemas a los que se enfrenta la Tierra. El apoyo de estos dos líderes espirituales puede ser fundamental para que el deseado consenso se produzca y la comunidad internacional afronte, de una vez por todas, el problema del medio ambiente de forma clara y decidida.
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