El tráfico de marfil sigue siendo la primera causa de muerte del elefante asiático, motivo por el que la conservación de este paquidermo esté resultando tan complicada. Por desgracia, este animal suele salir en los medios por razones tan tristes como ésa pero hoy te quiero descubrir algunos de sus secretos más curiosos y simpáticos.

Expertos nadadores

El elefante asiático (Elephas maximus) es el mamífero terrestre de mayor tamaño del continente: pueden llegar a medir 3,10 metros y pesar más de 5 toneladas (sigo sin explicarme cómo se puede pesar tanto comiendo sólo verde). A pesar de ello, pueden alcanzar los 40 km/h a la carrera y, por si fuera poco, les encanta nadar y son excelentes en ello; hay teorías que dicen que pasaron del continente a las islas a nado (eso sí que sería resistencia).

Estos habitantes de las selvas tropicales viven en sociedades matriarcales en grupos de unos 20 individuos, aunque en ocasiones se han llegado a ver hasta grupos de 100. Las manadas están compuestas por un grupo de hembras con sus crías, un macho adulto y en ocasiones uno más joven. Los machos se van por su cuenta en cuanto llegan a la adolescencia (ahora mismo estarás pensando que ya podrían hacer lo mismo los Hombre, que lo sé) y en época de apareamiento pueden pelear con el macho de la manada para ver si se lleva a alguna elefanta al huerto. Esto no suele ocurrir con frecuencia, ya que si a ella no le gusta el ganador del enfrentamiento, le dará calabazas (chica lista).

El riesgo de ser un elefante asiático

El elefante asiático se ha utilizado como animal de carga desde hace siglos, y actualmente se usa también para pasear turistas (como si los humanos no tuvieseis piernas para ir andando). Estas actividades se han puesto innumerables veces en tela de juicio ya que, como sabrás, no toda la gente que trabaja con animales los cuida como se merecen, además de que no está clara la necesidad de utilizarlos como medio de vida. Pero si cultivando plátanos me dan 1 céntimo y paseando turistas en un elefante me dan 10 euros (por ejemplo), no sé tú, pero desde mi cangrejil punto de vista, es más fácil mantener a una familia con el elefante que con los plátanos… (lo que me hace pensar que quizá no se pague a los agricultores lo que se merecen).

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Pero el mayor peligro para el elefante asiático sigue siendo la caza furtiva. El trafico de marfil, al igual que les pasa a las tortugas carey con su concha, está llevando tanto a elefantes asiáticos como africanos por el camino de la extinción. Y todo por que a algún descerebrado se le haya ocurrido que un colmillo queda bien en su pared o alguna señora piense que un abanico de marfil da mejor aire que uno de madera de bosques sostenibles. Tampoco hay que olvidarse de la desaparición de la selva tropical en la que viven estos elefantes; la deforestación para favorecer el cultivo de palma, entre otros, está haciendo que pierdan su hábitat.

Así que me temo que hasta que no se acabe con las prácticas que le amenazan, el elefante asiático va a tener una vida complicada.