El 11 de marzo de 2011 el mundo entero contenía la respiración al enterarse de una catástrofe medioambiental sin precedentes. Un terremoto de escala 9 asolaba Japón y la Central de Fukushima, diseñada para soportar este tipo de catástrofes, sobrevivió al mismo pero no al tsunami que llego a continuación a la costa este del país. Aun recordando las consecuencias de otro desastre nuclear, Chernobyl, la gente se preguntó hasta que punto afectaría este accidente al medioambiente global. Casi tres años después de la tragedia, los datos comienzan a llegar.
Desde Japón llegan noticias de una nueva fuga de agua contaminada desde uno de los tanques de almacenamiento de la central. Se trata de cien toneladas de agua altamente radiactiva que se suman a las vertidas con anterioridad al Océano Pacifico.Aunque el portavoz de la Compañía Eléctrica de Tokio , TEPCO, ha asegurado que dicha agua no ha llegado al océano, el hermetismo que se esta produciendo entorno a este desastre medioambiental hace que crezca el número de escépticos.
El agua radiactiva que se almacena en la central nuclear de Fukushima contiene 230 millones de becquerelios por litro de sustancias emisoras de rayos beta, cantidad superior a los límites gubernamentales. Todas las fugas de agua radiactiva de la central están generando grandes problemas ambientales y de salud, ya que el crecimiento del número de personas que desarrolla cáncer en la zona afectada por dichos vertidos está subiendo, consecuencia de haber quedado expuestos a altos niveles de radiación nuclear.
El bloguero Michael Snyder muestra en su página los signos más preocupantes de la contaminación radiactiva de Fukushima fuera de Japón, analizando este problema ambiental de escala global desde los acontecimientos observados en la costa oeste de EEUU y Canadá. Entre ellos destaca la detección en la costa de Alaska de osos polares, focas y morsas con perdida de cabello, hecho que está siendo estudiado en la actualidad por especialistas. También se ha detectado en la costa pacífica de Canadá y Alaska un descenso histórico en la población de salmón rojo y muchos de los peces de esta zona sangran por sus branquias, vientres y ojos.
En la costa de California, se han tomado muestras de plancton y atunes rojos, todos ellos contaminados con cesio-137. Un informe de ‘Infowars Planet’ asegura que esta costa se está convirtiendo en una ‘zona muerta’ donde el número de especies está descendiendo drásticamente.
Con todo esto, las estimaciones de los expertos para un futuro próximo son devastadoras. Se prevé un crecimiento del número de personas que padecen cáncer en la costa oeste de América del Norte debido en gran medida por el consumo de pescado contaminado y que en los próximos años cualquier rincón del Océano Pacífico estará contaminado por cesio-137. Si no se actúa con rapidez y precisión, expertos aseguran que este desastre medioambiental sin precedentes podría afectar durante miles de años a la humanidad.
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