“Con ocasión de este Día Internacional, reconozcamos las consecuencias de amplio alcance y a largo plazo de infringir daños en el medio ambiente, tanto en tiempos de paz como de guerra. Y reafirmemos nuestro firme compromiso con la gestión sostenible de los recursos naturales como un elemento crítico de una paz y una seguridad duraderas”.

Secretario General Ban Ki-moon

La ONU declaró el 5 de noviembre de 2001 el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados, el cual se celebrará el 6 de noviembre de cada año.

Las guerras y conflictos armados en todo el mundo provocan en la población devastación y muerte, pero también hay que tener en cuenta los daños colaterales que afectan al Medio Ambiente.

En todas las guerras se han contado las victimas de guerra en términos de soldados y civiles muertos y heridos, ciudades y medios de vida destruidos, pero con frecuencia el medio ambiente ha sido la víctima olvidada. En las guerras no solo se combate con las armas, también son muchas las tácticas militares que atacan a la naturaleza para conseguir una ventaja frente al enemigo, sin contar con las repercusiones medioambientales que tiene a corto y largo plazo: los pozos de agua se contaminan, los cultivos que se queman, los bosques son talados, los suelos envenenados y los animales sacrificados para que el enemigo no pueda subsistir.

El fenómeno de la destrucción del Medio Ambiente es tan antiguo como la guerra misma. Los romanos vertían sal sobre las tierras que rodeaban Cartago para hacerlas estériles, los turcos destrozaron los bosques del Líbano para construir ferrocarriles.

502px-Nagasakibomb La preocupación acerca de las consecuencias medioambientales probablemente comenzó a finales de la Segunda Guerra Mundial con las primeras bombas atómicas que EEUU lanzó en Japón sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Se estima que a finales de 1945, estas bombas nucleares habían matado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, aunque sólo la mitad había fallecido en los días de los bombardeos. Entre las víctimas, del 15 al 20% de la población civil japonesa murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. Desde entonces, algunas otras personas han fallecido de leucemia (231 casos observados) y distintos cánceres (334 observados) atribuidos a la exposición a la  radiación liberada por las bombas. En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles.

napalm_strike2 Posteriormente, la aviación norteamericana arrojó, entre 1961 y 1971, aproximadamente unos 80 millones de litros del tóxico Napalm o del temible Agente Amarillo sobre aldeas y campos de cultivo de Vietnam, para tratar de privar a los combatientes de alimentos y del resguardo de los árboles. Un 17 por ciento del antiguo territorio de Vietnam del Sur fue rociado con diferentes tipos de agentes químicos. El Naranja, en particular, solo fue el más asesino. Y lo es aún.

001ec949faf10d91092914 La Guerra del Golfo de 1991, Sadam Husein incendió deliberadamente más de 700 pozos petrolíferos como táctica de guerra para defenderse de los ataques de la coalición internacional, todo lo cual trajo como consecuencia que se liberaran 80.000 toneladas de gases de efecto invernadero y la contaminación de 500 kilómetros de costa.

En Angola, décadas de conflicto interno han dejado sus parques y reservas naturales en un 10% de su tamaño original. Por ejemplo, se estima que la guerrilla angolana UNITA se hizo con 4.000 millones de dólares gracias a la explotación de diamantes entre 1992 y 2001. En Sri Lanka, la civil acabó con alrededor de cinco millones de árboles, privando además a los agricultores de una importante fuente de ingresos.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que en los últimos 60 años al menos el 40% de los conflictos internos han tenido alguna relación con la explotación de los recursos naturales, tanto por ser considerados de “mucho valor”, como madera, diamantes, oro, minerales o petróleo, como por ser escasos, por ejemplo, la tierra fértil y el agua. Cuando se trata de conflictos relativos a los recursos naturales se duplica el riesgo de recaer en el conflicto.

Las Naciones Unidas concede gran importancia a garantizar que la actuación sobre el medio ambiente es parte de la prevención de conflictos, del mantenimiento de la paz y de las estrategias de consolidación de la paz, porque no puede haber paz duradera si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos.

Fuente: www.un.org