El-Efecto-invernaderoDos de los problemas ambientales más conocidos, el agujero de la capa de ozono, y el calentamiento por efecto invernadero, suelen relacionarse. Por ejemplo, los estudios indican que hasta un 90% de los estudiantes están convencidos que el agujero en la capa de ozono aumenta el calentamiento global. En este artículo discutimos algunos detalles, que ayudarán a entender porqué estos dos fenómenos no se influyen el uno al otro.

Los avances científicos deben comunicarse al gran público. Tan cierto como difícil. De ahí que muy pocos científicos nos atrevamos a saltar la valla. Me refiero a la que separa nuestro confortable jardín de especialistas, y nos expongamos a las dificultades de comunicar y, sobretodo, interaccionar con el público no especialista. Llevar adelante esta comunicación requiere un esfuerzo enorme de lenguaje, para el que no existe, todavía, un cuerpo metodológico suficientemente desarrollado.

Uno de los problemas debidos a nuestra imperfecta capacidad de comunicación, es la confusión entre conceptos importantes. Uno de los ejemplos clásicos, en este sentido, es el que motiva este artículo. Numerosos estudios demuestran que una parte mayoritaria de la ciudadanía piensa que el agujero de la capa de ozono contribuye al calentamiento global. Valga como ejemplo de estos estudios un artículo de 2007: “Holes in students understanding: addressing prealent misconceptions regarding atmospheric environmental chemistry”, de S.C. Kerr y K.A. Walz, publicado en Journal of Chemical Education (vol 84, pág 1693). Esta creencia la he podido comprobar también personalmente, en las conferencias que imparto con una cierta asiduidad, ya sea destinadas al público general, a estudiantes, o incluso a profesionales cualificados.

Es un error muy comprensible. Si hay menos ozono para capturar la radiación del Sol, ésta llega en mayor cantidad a la superficie de la Tierra y por tanto causa un mayor calentamiento de la atmósfera. ¿Quién es capaz de rebatir tal argumentación? Difícil.

Sin embargo, la anterior afirmación no es cierta. Veamos por qué.

La capa de ozono retiene la radiación ultravioleta, facilitando así la existencia de los seres vivos. El agujero en esta capa, entonces, deja pasar mayor cantidad de esta radiación. Digo mayor cantidad, y no toda, puesto que el “agujero” es, en realidad, una región donde la cantidad de ozono disminuye, pero no desaparece.

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Por otro lado, el agujero se concentra en la Antártida, puesto que el resto de regiones de la Tierra prácticamente no sufren este problema. Y, además, la radiación ultravioleta es muy poco intensa, comparada con la radiación visible que también nos llega del Sol.

Y ahí está la clave, en la intensidad. Buscando un símil más comprensible, la radiación ultravioleta se podría comparar a los proyectiles disparados con un fusil; cada proyectil puede hacer mucho daño, pero llegan pocos proyectiles. La capa de ozono actúa entonces como un chaleco antibalas.

En cambio, el calentamiento de la atmósfera se produce por la radiación infrarroja emitida por la Tierra. No lo provoca, directamente, la radiación que viene del Sol. Ésta es mayoritariamente visible, y es absorbida por la superficie de la Tierra. A continuación, una parte de la energía capturada por el planeta es entonces devuelta a la atmósfera, en forma de radiación calorífica, menos energética que la visible.

La Tierra actúa entonces como una estufa, emitiendo gran cantidad de radiación de baja energía, si la comparamos con la radiación visible, y aún menor si la comparamos con la ultravioleta. La superficie de la Tierra emite entonces una ingente cantidad de proyectiles, pero todos ellos mucho más lentos que los ultravioleta. Es una lluvia de proyectiles blandos hacia el espacio.

El calentamiento de la atmósfera aparece entonces por la retención de esta lluvia inversa, por parte de algunos de los gases que pueblan la atmósfera, principalmente el agua, el dióxido de carbono y el metano. Cuando la cantidad de estos gases aumenta, mayor es el calentamiento global.

En conclusión, la capa de ozono nos protege por calidad, más que por cantidad, puesto que retiene unos pocos proyectiles muy dañinos. En cambio, el calentamiento se produce por cantidad, a partir de una gran número de proyectiles mucho más benévolos. Son dos fenómenos con una base física diferente, que en la práctica no se influencian entre ellos.

clip_image001[11]Autor: Xavier Giménez Font

Profesor de Química Ambiental,

Investigador y Divulgador Científico.

Facultad de Química, Universidad de Barcelona.

Autor de “L’Aire que Respirem”.

UB Edicions, 2013.