Los grandes fabricantes de smartphones nos tienen habituados a una dinámica donde se espera que los consumidores compren un nuevo teléfono cada año o cada dos años. Esto es especialmente claro en el caso de los iPhone, que no solo son casi imposibles de reparar, sino que incluso la propia Apple se encargó en el pasado de ralentizar el funcionamiento de sus dispositivos antiguos coincidiendo con el lanzamiento de los nuevos, lo que le ha costado multas millonarias.
Si bien en términos de hardware un smartphone debería durar fácilmente entre 5 y 7 años, las diferentes estrategias de obsolescencia programada promovidas por los fabricantes reducen su ciclo de vida considerablemente, perjudicando no solo el bolsillo de los consumidores, sino también y, sobre todo, el frágil equilibrio ecológico del planeta.
El fracaso de Project Ara
Hace algunos años, Google trató de resolver este problema con una iniciativa que pasó relativamente desapercibida: Project Ara. La idea de este proyecto era construir un smartphone modular donde la estructura del teléfono se mantuviera intacta con el paso de los años, para que los usuarios pudieran ir reemplazando las partes que fueran quedándose obsoletas a medida que avanzaba la industria.
Con este teléfono modular, habría sido posible comprar una nueva cámara o una nueva pantalla con mejor resolución en cuanto estuvieran disponibles, sin necesidad de cambiar otros componentes del teléfono. Y lo mismo podría decirse del procesador, la memoria, el almacenamiento o la batería. Esencialmente, Project Ara buscaba darles a los smartphones una mayor flexibilidad de reparación y sustitución, con la idea de reducir el gasto de sus usuarios y la acumulación innecesaria de basura electrónica.

Los teléfonos móviles pronto serán mucho más longevos, solo habrá que efectuarles algunas reparaciones.
La propuesta del Fairphone
Por desgracia, Project Ara se enfrentó a una fuerte oposición en la industria, y Google terminó por enterrar el proyecto para no correr el riesgo de perder la posición de privilegio de Android como el sistema operativo predominante en el mercado móvil. Sin embargo, la idea de reducir los desperdicios electrónicos ha sido retomada por otras compañías como la holandesa Fairphone, aunque con un enfoque bastante diferente.
La propuesta de Fairphone pasa por la creación de un smartphone empleando materiales con un impacto ecológico reducido, optando además por un diseño que permita a los usuarios reparar el teléfono de forma relativamente sencilla. Y a esto hay que sumar una política de contratación que garantice los derechos elementales de los trabajadores y trabajadoras a cargo de la fabricación y distribución del dispositivo.

Cada vez son más comunes los ciberataques y los hackeos, por lo que hay que prevenir, antes de que ocurra.
Los puntos más vulnerables de los teléfonos
De la misma forma que nadie debería verse en la obligación de comprar un coche nuevo si se le pincha una rueda, tampoco es razonable tener que adquirir otro smartphone cuando falla uno de sus componentes. El reemplazo de piezas es común incluso en el mercado de los ordenadores, donde los usuarios llevan décadas comprando procesadores, memorias o tarjetas gráficas para reparar sus dispositivos o para irlos actualizando de forma gradual.
En el mercado de los teléfonos móviles, sin embargo, la rotura de una pantalla o el pobre rendimiento de una batería suelen obligarnos a comprar un dispositivo completamente nuevo, a pesar de que se trata de componentes que deberían poder sustituirse de forma sencilla. Y, de hecho, hasta hace relativamente pocos años era posible comprar teléfonos con baterías extraíbles y fácilmente reemplazables.
A esto hay que añadir el aumento de los hackeos y las amenazas de malware que están afectando cada vez más a los smartphones. Un hackeo puede ser una razón mucho más poderosa que la rotura de una pantalla para reemplazar un teléfono, sobre todo, si lo usamos para hacer compras o para el trabajo. En este aspecto, sin embargo, los usuarios tenemos la posibilidad de prevenir la sustitución del dispositivo: protege tu información personal en el móvil para minimizar el riesgo de tener que reemplazarlo a causa de un ciberataque.
Pequeños pasos hacia un mundo más verde
Aunque parece claro que empresas como Apple presentarán toda la resistencia posible a las políticas ecológicas que podrían mermar los beneficios masivos que obtienen con la venta de teléfonos, las alternativas como Fairphone y, sobre todo, los avances en materia legislativa pueden cambiar este panorama para mejor.
En este sentido, destaca especialmente la nueva legislación europea que establece el cargador USB-C como el nuevo estándar para todos los smartphones. Con esta iniciativa se podrá reducir la compra innecesaria de diferentes tipos de cargador, haciendo que estándares como Micro-USB o Lightning pasen a mejor vida. Se trata de un pequeño paso que esperemos sea seguido por otros más decisivos para reducir el impacto ecológico de esta industria millonaria.
Lo que cabe preguntarse en este caso es: ¿estamos los usuarios dispuestos a tener un mismo dispositivo durante diez años? Está claro que compañías como Apple fuerzan esa renovación, pero creo que, en la mayoría de los casos, somos los propios usuarios los que queremos tener un dispositivo nuevo. El ejemplo de los ordenadores me parece el más esperanzador, ofrecer la posibilidad de cambiar fácilmente una pantalla, batería o procesador. Pero los fabricantes siempre se cuidarán de incluir novedades en los nuevos teléfonos que tienten a los compradores.
En mi experiencia personal, llevo con mi teléfono actual más de 3 años, lo he cuidado y estoy contento con él. Ahora ya noto alguna pérdida de rendimiento y pienso que podría tener mejor pantalla o cámara. Si me ofrecieran alternativas, estaría encantado de actualizarlo y que durase otros 3 años.