Hoy, 3 de octubre, se conmemora el Día Mundial del Hábitat 2022, una fecha en la que recalcar la importancia de construir ciudades integradas dentro del entorno natural.

Para 2050, dos tercios de la población mundial (alrededor de 7 mil millones de personas) vivirán en ciudades. Lo que significa, que las ciudades representarán un porcentaje aún mayor de las emisiones globales de contaminación para el planeta.

Las ciudades sólo representan menos del 2% de la superficie terrestre, pero consumen el 78% del consumo mundial energía.

De ahí, la importancia de aunar los esfuerzos en arquitectura, diseño y planificación en nuestras ciudades para conseguir el reto de conseguir un hábitat equilibrado para las personas, que esté en comunión con el medio ambiente.

Copenhague

Copenhague, la capital de Dinamarca.

14 criterios para distinguir una ciudad sostenible

Podríamos establecer una serie de criterios, que normalmente suelen cumplir las ciudades más verdes y sostenibles, y que engloban los más variados aspectos.

1. Espacio verde
2. Transporte público e infraestructura para bicicletas
3. Producción local de alimentos y mercados.
4. Energía renovable
5. Tasas de reciclaje
6. Objetivos de consumo y planes climáticos
7. Prohibiciones de plásticos de un solo uso
8. Calidad del aire y contaminación
9. Políticas de residuos
10. Emisiones de CO₂ relacionadas con el transporte
11. Asequibilidad y accesibilidad
12. Habitabilidad
13. Niveles de contaminación
14. Agricultura ecológica

Arcadis ha realizado un estudio internacional en el 2022 para averiguar cuáles son las ciudades más verdes y sostenibles del mundo. Ha tenido en cuenta los tres pilares esenciales: el medioambiente, las personas y la economía.

Estocolmo

Estocolmo, la capital de Suecia.

Quizás, lo más destacado es que la mayor parte de las urbes europeas figuran en el ranking de las 100 ciudades más sostenibles, estando en los cinco primeros puestos las capitales escandinavas, ¡por algo será!

Oslo, la capital noruega, la primera del mundo

Oslo está enclavada en un entorno fabuloso con un bosque protegido denominado Marka, y un fiordo que conecta fluvialmente con el bosque.

El río Akerselva es otro de sus puntos fuertes para el turismo. Sus famosas cataratas y sus ocho kilómetros de recorrido dan para mucho, entre otras cosas para poder observar multitud de aves, cangrejos o ranas, además de la vegetación de rivera.

El transporte público es rápido y seguro, se han construido nuevos puntos de acceso en los barrios recientemente levantados. Se ha incentivado su uso bajando el precio del billete, ampliando horarios y con una mayor fluidez del servicio.

La cuota de automóviles ha disminuyendo año tras año. Con este gran paso, Oslo ha logrado reducciones sustanciales de emisiones emitidas a la atmósfera.

Oslo

Oslo, la capital de Noruega.

El centro de la ciudad está cerrado al tráfico, por lo que la única forma para llegar es vía transporte público o bicicleta. Para ello se ha puesto en marcha más de 60 kilómetros de carril bici.

Su gestión y separación de residuos a partir de alimentos y aguas residuales municipales, ha supuesto que la utilización de biogás como combustible en camiones de basura y autobuses.

Se ha incentivado la compra de vehículos eléctricos dando muchas facilidades para los ciudadanos: como su compra sin impuestos, estacionamiento gratuito, exención del peaje en carretera, acceso al carril bus, electricidad gratis para su recarga o transporte gratuito en los ferries. Han sumentado el número de espacios destinados a la recarga. Las ciudades más grandes de Noruega se han llenado de coches eléctricos, según las últimas estadísticas. Noruega se alza con el primer puesto como mercado masivo de vehículos eléctricos del mundo.

Oslo ha propuesto un plan para vehículos y maquinaria de construcción con cero emisiones. Otra medidas relativas a las construcciones han marcado un antes y un después. Así, se decidió ya en el 2008 eliminar la calefacción a base de aceite en todos los edificios municipales. Ahora, los edificios municipales funcionan con energía renovable.

Oslo ha realizado un cambio drástico: las principales fuentes de energía que se usan en la calefacción son los residuos, la electricidad flexible y las aguas residuales para bombas de calor. En 2015, solo el 1,3% de la energía utilizada en la calefacción urbana fue con petróleo/gas emitiendo 3700 toneladas de CO2.