El próximo 16 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Luz 2022, una jornada en la que se pretende hacer valorar a la sociedad el privilegio de poder contar con luz para desarrollar cualquier tipo de labor.

Viviendo en el mundo occidental y habiendo visto que la luz eléctrica ya formaba parte de la vida cotidiana desde que nacemos, parece impensable que en el siglo pasado nuestros familiares podían sobrevivir sin luz artificial.

Por eso, vamos remontarnos en el tiempo y ver como fue la historia de su llegada para poder ver los pros y los contras de la luz artificial.

Cómo se vivía sin luz artificial

Nuestros bisabuelos y tatarabuelos, y en algunos casos, abuelos, lograban llevar una existencia rudimentaria y feliz sin luz eléctrica. Seguramente, sus historias os dejarán perplejos, pero era algo cotidiano utilizar lámparas de aceite o quinques, también candiles.

Existían al unísono que las cálidas velas sujetas en palmatorias o candelabros. Y no podía faltar en cada hogar una insustuible chimenea, que solía ser el centro de reunión familiar. En muchos casos, se cocinaba en ella.

Luz artificial

Las bombillas nos proporcionan iluminación en lugares oscuros gracias a la electricidad.

Es decir, que se vivía, en gran parte, de acuerdo a las horas solares con los ritmos circadianos (regulan nuestra glándula pineal) , que afectan a todos los seres vivos existentes sobre la faz de la Tierra.

La mayor parte de los trabajos o tareas se realizaban con la luz natural diaria, exceptuando algunos oficios o profesiones que necesitaban de esa ayuda extra que proporcionaba la luz de las lámparas o las velas.

Aunque si miramos a otros lugares del planeta, eso sigue ocurriendo. La luz artificial no ha llegado a todos los sitios. Una gran parte de la población, en los distintos continentes, sigue viviendo de esta manera, con todo lo que supone.

La luz natural como fuente de vida y salud

En la actualidad, se está volviendo a esos orígenes debido a que numerosas investigaciones científicas han descubierto que la salud humana depende en gran medida de estar en sintonía con el ritmo de la naturaleza.

Numerosas disciplinas como la arquitectura, la biología o la medicina, entre otras, han enfocado sus últimos avances precisamente en apostar por un modo de vida acorde con nuestras necesidades, características y procesos vitales, como seres humanos que somos.

Cada vez se edifican más casas con grandes ventanales que se autoregulan para que pueda entrar la luz natural hasta dentro de las estancias. Las casas pasivas reivindican la función primordial de la luz natural para otorgar armonía, vida y calidez a un hogar, además de ahorrar energía.

Lo mismo sucede con los edificios de oficinas. Se ha encontrado que numerosos empleados de empresas comenzaban a desarrollar distintas enfermedades, tantos físicas como psicológicas, debido a que no tenían luz natural en el entorno en el que trabajaban.

Sol

La energía del sol nos ayuda a llevar una existencia más saludable.

 No podemos negar que la luz artificial es uno de nuestros inventos con más aplicaciones, pero a su vez se sabe que su uso continuado causa transtornos en los animales, en las plantas, ¡y cómo no!, en el ser humano.

La luz natural ayuda al metabolismo a procesar todos los nutrientes tanto lo que comemos, como lo que bebemos.

Son bastante frecuentes y conocidos los trastornos oculares por el uso de la luz artificial, pero hay otros que afectan a el resto del organismo y no son tan mencionados. Sube la presión arterial, ayuda a desarrollar depresión, hace perder el tono muscular, disminuye las defensas naturales del cuerpo, pude provocar problemas en la producción de orina, produce dolores de cabeza, altera el sistema endocrino…

Por eso, intenta siempre que puedas obtener luz natural para tu cuerpo de forma diaria, ya sea saliendo a la calle a pasear, como cambiándote de empleo o de vivienda. ¡La salud es lo primero!